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El Estructuralismo

locuazzz8 de Enero de 2013

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ESTRUCTURALISMO

El estructuralismo nace en las primeras décadas del siglo XX como una corriente cultural caracterizada por concebir cualquier objeto de estudio como un todo, cuyos miembros se relacionan entre sí y con el todo de tal manera que la modificación de uno de ellos modifica también los restantes y que trata de descubrir el sistema relacional latente (es decir, su estructura), valiéndose de un método que rechaza por igual el análisis (la descomposición) y la síntesis (recomposición).

Opuesto, pues, al asociacionismo como el atomismo. Aunque Marx había desarrollado mucho antes la noción de estructura en Economía y Spencer en Sociología, suele tomarse como punto de partida del estructuralismo los trabajos de varios psicólogos alemanes de la Gestalt hacia 1912 y el «Curso de Lingüística General» de 1916 del suizo Ferdinand de Saussure (que por cierto no empleó el término estructural).

Para los psicólogos alemanes de la escuela de «Sicología de la Forma» J. Volkalt, Wertheimer, Koffka y K6hler, los rocesos psíquicos son todos unificados y no una suma de actividades o elementos separados. El principio fundamental en que se basan es que una totalidad, lejos de ser la suma de las partes que contiene, informa y configura dichas partes. Así, pues, el término estructura designa un conjunto en el que cada una de las partes que lo integran sufre alguna modificación por el mismo hecho de pertenecer al conjunto y tiene propiedades distintas de las que podrían tener si perteneciesen a otro conjunto o grupo de estructuras tanto en su aspecto sensible como en su función, sentido o valor. Esta relatividad esencial de las partes de un todo supone el abandono del asociacionismo que suponía que los elementos integrantes (sensación, idea, imagen, etc.) se combinaban únicamente siguiendo las leyes de la contigüedad. De ese modo el papel del azar y de las adquisiciones empíricas en la vida síquica queda restringido. Saussurre en su «Curso» concibió el lenguaje por vez primera y como reacción a las concepciones historicistas, como un «sistema de signos» cuyo sentido se basa en la relación de éstos entre sí. A partir de él se comenzó a estudiar el lenguaje como un conjunto de elementos solidarios que constituye una estructura. Este concepto se extendió a las Ciencias Naturales y a las Ciencias Sociales dando lugar a un nuevo punto de vista de la investigación científica. De esta manera fue acogido por todas aquellas disciplinas científicas que se ocupaban de una realidad compleja. Así nos encontramos su aplicación al estudio de los seres vivos (biología) de las sociedades primitivas (etnografía y antropología estructurai desarrolladas principalmente desde esa óptica por Claude Lévi-Strauss), al sicoanálisis con Jacques Lacan, al arte con Pierre Francastel, al urbanismo, a la arquitectura (G. Dorfles, Renato de Fusco, U. Eco, etc.), a la Literatura (Todorov) a las matemáticas, a la música, a la economía (Wagemann, F. Perroux) y hasta en la moda femenina de la que se ha ocupado Roland Barthes en algunos de sus trabajos. Esta generalización de la metodología estructuralista a disciplinas tan diferentes hizo sentir la necesidad de arbitrar normas y terminologías que fueran comunes al uso en los distintos campos. También dio lugar a que el estructuralismo dejara cada vez más, de ser un método operativo para transformarse en una filosofía de perfiles no siempre nítidos y no exenta de contradicciones. El contraste entre la metodología estructuralista y la marxista es bien evidente. Aquélla está empeñada en considerar el objeto de su estudio en términos de estructura autónoma y ahistórica en oposición al método marxista de análisis de la realidad, que es dialéctico y de raíz historicista; es la oposición entre el sincronismo de los estructuralistas y el dicromismo de los marxistas. En todo caso algunos investigadores han intentado conciliar las dos posturas como Lucien Goldmann que define el materialismo dialéctico como un estructuralismo genético generalizado.

La noción de modelo permite situar dos corrientes divergentes del pensamiento estructuralista, aquellas que conciben

la estructura sólo en términos de modelos y aquellas otras que reconocen la incapacidad de los modelos para representar una realidad concreta.

El concepto de estructura social para los estructuralistas no se refiere a la realidad empírica, sino a los modelos ormalizados a partir de ella. Son las relaciones sociales las que sirven de base para la construcción de modelos que ongan de manifiesto la estructura social existente y que permitan al investigador traducir la realidad en estructura. La posibilidad de construir múltiples modelos a partir de las observaciones empíricas realizadas hace necesario explicar las reglas precisas que aseguren una interpretación teóricamente válida. Así el modelo válido será aquel que siendo el más simple sólo explique los hechos previamente seleccionados, y los explique todos. La validez del modelo es operante, vale en tanto que explica. Las clases de modelos considerados se agrupan en:

1) Conscientes o normas cuya función es perpetuar la ciencia y los usos más que explicarlos, e inconscientes, que se refieren a los fenómenos no incluidos en el sistema y son los que trata de descubrir el estructuralista.

2) Mecánicos y estadísticos. Los primeros son aquellos en los que todos los elementos de que consta están en la misma escala que los fenómenos observados; en los segundos, los elementos están a escala distinta que los fenómenos. Los modelos para que sean operativos deben tener unas propiedades formales que permitan su comparación independientemente

de los elementos que lo componen (concepto de homología) y que los haga compatibles con un tratamiento matemático. Antes de seguir, es importante establecer una distinción entre dos acepciones distintas del estructuralismo de origen lingüístico. Una la que procede de las «Theses» presentadas colectivamente por los miembros del «Círculo de Praga» al primer Congreso Internacional de eslavistas celebrado en la ciudad de Praga en 1929, ésta permite ensayar una definición de estructuralismo como: aquel enfoque (respecto de cualquier materia) que tiene por objeto, en expresión de las th'eses, «las leyes de la solidaridad», las «relaciones recíprocas » de los diversos hechos bajo observación en vez de considerarlos

aisladamente. En este sentido Trubetzkoy, fundador del Círculo, usa el término en su artículo «La fonología actual» en 1933: «la edad en que vivimos está caracterizada por la tendencia de todas las disciplinas científicas a reemplazar el atomismo por el estructuralismo y el individualismo por universalismo». Esta idea fue recogida por Cassirer y Piaget. Piaget ha definido el estructuralismo como un método de investigación basado en el concepto de totalidad, autoregulación y transformación común no sólo a la antropología y a la lingüística sino también a las matemáticas, la física, la biología, la psicología y a la filosofía.

La otra acepción del término a la que nos referimos es más estricta. El estructuralismo en este otro sentido, representa una forma de pensamiento más distintivo, que abarcando los principios de la primera acepción deriva específicamente de las teorías estructuralistas de la lingüística. Es en este sentido como el estructuralismo inspirado en el «Curso» de Saussure y asentado en la antropología de LéviStrauss ha tomado cuerpo, siempre bajo el supuesto de que las teorías y los métodos de la lingüística estructural son aplicables, directa o indirectamente al análisis de todos los aspectos de la cultura humana, en cuanto que todos ellos como la lengua, pueden considerarse como sistemas de signos. El estructuralismo visto así es más o menos sinónimo de la Semiología o Semiótica. En una ocasión Lévi-Strauss argumentaba que siguiendo el ejemplo de lingüista, el antropólogo podría reproducir en su propia disciplina la «Revolución fonológica» como en la obra de los oponentes más serios y capaces de la lingüística. La razón de que la lingüística pueda ser útil para el estudio de otros fenómenos culturales se basa en dos ideas fundamentales: una, esbozada anteriormente, en que los artefactos sociales y culturales son signos, y otra, en que no tienen una esencia propia sino que están definidos por una red de relaciones tanto internas como externas. Se puede poner el acento en una u otra idea, pero de hecho las dos son inseparables, pues al estudiar los signos hay que contar con el sistema relacional-que permite que se produzca significado y, recíprocamente, las relaciones entre los elementos sólo se ponen de manifiesto si se considera a éstos como signos. Resumiendo, pues, el estructuralismo del que vamos a tratar se basa en que si las acciones o producciones humanas tienen un significado, debe haber un sistema subyacente de convenciones que lo haga posible.

Tomando el ejemplo del baloncesto, siempre que haya una cesta uno podrá encestar, pero solamente se marcará un tanto si esto se hace respetando un conjunto de reglas previamente establecido. Por lo tanto las acciones tienen significado siempre y cuando estén referidas a un marco de convenciones instituido. Así las reglas del castellano permiten que secuencias de sonidos tengan un significado tanto para el que habla como para el que que escucha y que hacen posible construir frases gramáticales correctas e incorrectas. Dos interlocutores se entienden, en castellano o en gallego, porque los mensajes emitidos por cada uno de ellos están con un código que ambos comparten. Del mismo modo podríamos decir del trabajo, por ejemplo, del sociólogo o el antropólogo estructuralista, que consiste en explicar el conocimiento

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