El Impulso Sexual
marisolratona8 de Marzo de 2014
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IMPULSO SEXUAL
Es el conjunto de comportamientos dirigidos al acto sexual. Sigmund Freud afirmó que este impulso nace con nosotros, estando relacionado con la libido. El término impulso significa en psicología el conjunto de comportamientos dirigidos para un determinado fin. Por ejemplo, el impulso sexual lleva a un comportamiento dirigido para el acto sexual. La sexualidad humana está sujeta al córtex cerebral que permite el aprendizado y el raciocinio, el cual influye directamente en el hipotálamo haciendo el comportamiento sexual humano variable, flexible y único en cada individuo.
El impulso sexual es una fuerza que se desarrolla después de la pubertad. Debido a las continuas transformaciones que sufre, se presenta de varias maneras:
a) se dirige a una sólo persona, asociándose al amor y a la felicidad, contribuyendo para la monogamia.
b) se divide entre varias personas, contribuyendo para relacionamientos inestables.
c) eventualmente, el impulso sexual se externaliza de forma agresiva, manifestándose como sadismo o masoquismo.
d) y puede desviarse en trastornos como el homosexualismo, el incesto o el fetichismo.
Algunas mujeres se sienten culpables de sentir su impulso sexual.; otras porque las ha llevado a la masturbación o a relaciones sexuales extrapareja." No pude controlarme" lo admiten "Es más fuerte que mi propia voluntad "dicen otras. " Estaba de esta manera y tuve que desahogarme" afirman Otras.
Para los hombres, el impulso sexual es más gráfico, más evidente, pues va acompañado de erección. Lo sienten y cuantifican, en cuanto pueden sentir, medir y sostener una erección.
“El impulso sexual o la tendencia a las relaciones sexuales se manifiestan en la mente y en los genitales; es decir, tiene manifestaciones síquicas y físicas que son apreciables. Las personas sienten su presencia por cambios más o menos intensos en su propio cuerpo y con proyección a su psiquis.
Desde el punto de vista corporal perciben ese impulso, como una sensación de latido que se produce en sus genitales, vagina, incluyendo sus esfínteres vesical y anal y ese " latido " es real por la mayor cantidad de sangre que afluye a la zona pélvica, congestionando dicha zona y todos los genitales.
Esa sangre, es impulsada por las contracciones o latidos del corazón, latidos que se proyectan a las arterias. En ese latido, que se magnifica en toda la zona genital, especialmente la vagina, el útero, vejiga, recto, esfínteres, etc. que la persona percibe, todo está latiendo, está vibrando por la profunda congestión sanguínea en dichas zonas.
Hablando científicamente, debemos admitir, que el impulso sexual nace " se prepara", se " dispara " primero en el cerebro. Es el deseo sexual. Aquí por estímulos que pueden nacer en la propia persona, como las fantasías, o por estímulos exteriores, como la visón de una mujer hermosa o de un hombre atractivo, se producen en el cerebro, una serie de cambios por liberación de sustancias químicas que condicionan y desencadenan el deseo sexual, y que llevan a la materialización de lo que denominamos impulso sexual.
En el varón el problema es más manifiesto por la presencia de la erección. La intensidad en ambos sexos depende de variaciones individuales y múltiples factores. Pero en ambos sexos puede ser muy intenso. Lo que ocurre es que en el varón el problema se exterioriza, se manifiesta, por la presencia de la erección.
Este es un hecho un poco o mucho más aparente que lo que se produce en la mujer.
Estos fenómenos se producen por afluencia de sangre a los genitales. Y el latido, de que hablamos en la mujer se extiende a todos sus genitales, e igualmente a los genitales del hombre como la próstata, las glándulas accesorias al aparato genital, vesículas seminales, pene y esfínteres. Todo está latiendo, y ello cuantifica el impulso sexual.
Los factores que inciden sobre el impulso sexual se pueden diferenciar en factores que lo producen o generan, factores que lo condicionan y factores que lo modulan o disparan.
Estos factores, que producen o generan los impulsos sexuales, son todos componentes del cuerpo y son los mismos tanto en hombres como en mujeres, a pesar de la diferencia de los aparatos genitales.
Los sistemas y aparatos involucrados, en este impulso, son el sistema nervioso central, específicamente el cerebro y el hipotálamo, el sistema endocrino, con la producción de hormonas, modulador del funcionamiento de los ovarios en la mujer y de los testículos en el hombre y que dan tendencia al impulso sexual.
El desencadenamiento del proceso se inicia en el cerebro; allí se genera el deseo sexual. Las hormonas que se disparan constituyen el "cimiento" del impulso. La congestión o vasodilatación o aflujo sanguíneo a la pelvis y su consecuencia, la erección en el hombre, y la lubricación en la mujer producen los "latidos" a que aludíamos debidos a la mayor afluencia de sangre.
La congestión de los genitales, es el destino final de todo este proceso funcional que denominamos impulso sexual.
Mujeres y hombres pueden sentir solo el "latido", " es una necesidad o urgencia" y lo sentimos en mayor o menor grado durante el periodo sexual activo.
Los factores que condicionan el impulso sexual, introducen variaciones en el mismo, pero no lo modifican, por ejemplo, la educación, condicionan esta respuesta. Existen una cantidad de hechos educativos ligados a la sexualidad y que condicionan la manifestación de este impulso, sobre todo en la mujer; le otorga el permiso para la libre expresión, o restricción de su sexualidad en la vida adulta.
La religión, las costumbres, el marco legal y la diversidad de ellos, condicionan las pautas de respuesta, pudiendo inhibirla o liberarla. Dentro de este marco, se debe significar que todos estos factores hacen que la persona se vuelva administradora de sus impulsos sexuales, y en ello el proceso educativo es determinante, porque el impulso "está presente" y es fuerte. Pero el proceso educativo ayudará a las personas a administrar su sexualidad.
LEVINE (1988,1992)
Este autor indica que el deseo sexual está constituido por tres elementos moderadamente independientes:
El impulso, el motivo y el anhelo. El impulso (drive) representa la base biofisiológica del deseo sexual, el motivo (motive) hace referencia a su articulación psicológica y el anhelo (wish) a su representación socio-cultural.
El Impulso
El impulso sexual está constituido por lo que podríamos considerar el "sistema sexual", aceptando la imprecisión de este concepto (Le Vay, 1993). Los seres humanos heredan filogenéticamente los elementos anatómicos, fisiológicos y neuroendocrinos que regulan el comportamiento sexual y que generan predisposiciones comportamentales hacia los estímulos eróticos. Como es bien sabido, la testosterona es la hormona relacionada con el deseo sexual en ambos sexos (Bancroft y Reinisch, 1991; Bancroft, 1988,1989). Sin embargo la motivación sexual constituye, en el sentido propuesto por Singer y Toates (1987) un sistema interactivo entre el "sistema sexual" (bases biofisiológicas del deseo sexual) y los incentivos, siendo éstos estereotipados en las especies subhumanas y complejos en los humanos por las diversas mediaciones tanto psicológicas, como culturales. Por tanto el impulso hace referencia a la activación que puede generarse desde la propia dinámica biológica, o inducirse a partir de determinados incentivos, es decir estímulos que en diversas situaciones tienen valencia erótica.
El Motivo
Constituye la articulación psicológica del impulso sexual. Representa la disposición hacia la actividad sexual. Se manifiesta por la integración del impulso en el conjunto de la personalidad y supone la aceptación o el consentimiento de la activación sexual, la disposición hacia lo erótico. Esta depende de la propia historia sexual y de cómo haya sido su socialización en el contexto socio-cultural donde éstos se desarrollan.
El Anhelo
Se corresponde con la representación sociocultural del deseo sexual y significa el deseo de llegar a estar involucrado en la experiencia sexual, siendo este componente independientemente del impulso y del motivo. Sin embargo, este anhelo está fuertemente mediatizado por el contexto. Historiadores, sociólogos y antropólogos llaman la atención sobre el hecho de que la vida sexual está influenciada por fuerzas sociales que circundan al individuo y que pueden llegar a ser más importantes que la propia vida individual (Levine, 1992). Dicho de otra manera las aspiraciones sexuales están fuertemente diseñadas por la tradición cultural, el momento histórico y los intereses de las clases dominantes. Una de las principales expectativas respecto a las aspiraciones sexuales se derivan de la organización sociocultural de los roles que se definen basándose en los contenidos de género que en función de las personas y sus capacidades. El discurso social acerca de la sexualidad establece lo que puede ser deseado por mujeres o por hombres.
Un ejemplo radical, propuesto por el propio Levine, referido a la articulación de los tres componentes del deseo sexual es el siguiente:
En las primeras sectas cristianas el impulso sexual era considerado como una fuerza demoníaca, el motivo - como componente del deseo sexual- consistía en la evitación de toda experiencia subjetiva de deseo, y el anhelo se convertía en la aspiración de ser virtuoso, es decir, radicalmente ascético.
Bien
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