El Juego
Eunice15Informe12 de Mayo de 2013
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EL JUEGO
Los juegos educativos conforman las actividades mediante las cuales pueden lograrse los objetivos relacionados con el movimiento. Los hábitos para aprender, necesarios para ingresar a la escuela primaria, no deben transformarse en rígidos estereotipos donde sólo se adiestre al niño a ser obediente, a que cumpla lo que el maestro le pide, sino formar seres pensantes y creativos.
El juego debe ser el eje vertebral de estos logros, y así los niños aprenderán divirtiéndose.
La escuela, vestida con todos sus rigores formalistas, se resiste a incorporar la informalidad del juego a las actividades educativas.
La educación es un proceso en el que es necesario que el juego encuentre sus límites, sin perder su contenido fascinante de hacer algo con alegría.
Características del juego:
1. En el jugar hay un contenido de placer
2. El juego agota su finalidad en sí mismo
3. El juego es espontáneo
4. El juego, y sobre todo el juego simbólico, es "hacer corno si", no es un acto directo.
5. Todo juego es social por definición, o prepara al niño para los roles sociales, o para comprender y asimilar el mundo de las personas y los objetos.
Las etapas de juego
El juego-ejercicio. La inteligencia sensorio-motriz, que se desarrolla desde el nacimiento hasta el año y medio o dos años de vida, se da paralelamente al desarrollo del juego-ejercicio, cuya característica principal es el "placer funcional".
El juego simbólico. Al aparecer las funciones de representación son posibles tanto la evocación como la anticipación de objetos o situaciones actualmente no percibidos. La característica de estos juegos es la ficción, utilizando al principio símbolos propios, no convencionales. Se pasa de una situación vivida a una simbólica.
Los roles sociales se internalizan por medio del juego simbólico. Al mismo tiempo, por medio de ellos, se canalizan las tensiones, angustias y conflictos que produce la vida. Los deseos insatisfechos, las prohibiciones y los límites que impone la sociedad y que el niño no logra comprender ni manejar, tienen así, una vía de escape a través de la fantasía, y el juego un verdadero valor terapéutico.
El juego reglado. Este comienza a estructurarse a partir de los cuatro años revolucionando y concretándose en formas más complejas y elaboradas durante el periodo de las operaciones lógico-concretas, donde alcanza su plenitud. La regla sistematiza, da sentido y razón de ser al juego, encuadrándolo en el contexto de cooperación y reciprocidad que son elementos muy importantes del proceso de socialización. La posibilidad de descentrarse le permite al niño ponerse en lugar del otro y, al aceptar las 5 reglas, acepte momentáneamente dejar de lado los intereses propios, que sólo pueden darse cuando el niño está capacitado para tomar conciencia de las consecuencias de su propia acción y sus resultados sobre los objetos.
En el inicio de los juegos reglados, por ejemplo, juegos de carreras, de canicas, etc., el niño pretende ganar en cada jugada concreta, sin poder anticipar si esta jugada lo llevará o no al triunfo final. A medida que se desarrollan sus conocimientos, puede anticipar planes tácticos y renunciar a éxitos parciales en función de lograr la meta final.
Los niños requieren de tiempo y espacio para poder jugar. La sociedad actual está dejando cada vez menos posibilidades para esta manifestación fundamental de la socialización infantil. Los juegos que se proponen apuntan más al consumismo y al eficientismo que a respetar las características funcionales del juego, y sucede entonces que un juego (aun los tradicionales), incluido por ejemplo en un concurso infantil de televisión, pierde totalmente
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