El Maestro Rural
mohedano2113 de Octubre de 2014
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EL MAESTRO RURAL
La problemática de los maestros rurales refleja de manera crítica el proceso histórico que ha seguido el subsistema de educación primaria desde su oficialización. Las escuelas rurales parecen ser lugares de castigo, más que oportunidades de trabajo.
A principios del siglo pasado la prioridad para la sociedad era la alfabetización de los niños, aprender a leer y escribir. El maestro no necesitaba una preparación especializada. La instrucción que impartían era una noble meta cumplida por personas ejemplares a las que se les concedía una baja retribución salarial. Muchos de los maestros que laboraban en las escuelas rurales no habían terminado sus estudios o no habían estudiado para ser maestros. Desde entonces existía una estratificación en el cuerpo magisterial, que dejaba en desventaja a los maestros rurales, no sólo por su formación, sino también por las condiciones en las que trabajaban y por los salarios y apoyos que recibían. Su preparación se hacía una vez que estaban en las comunidades.
Los primeros años de trabajo de los profesores son particularmente difíciles. Veeman (en Rosas, 2003) llama a ese período “el shock de la realidad”. Para algunos puede ser traumático y un año de aprendizaje intenso de ensayo y error para perfeccionar nuevas habilidades. Esta gran desilusión puede deberse a una elección equivocada de la carrera, un entrenamiento profesional inadecuado, o la situación problemática de la escuela. En México, los maestros al egresar de la Escuela Normal se les designan las escuelas más difíciles, en las comunidades rurales más alejadas y carentes de servicio, o en las zonas urbano–marginadas y los grados que los demás no quieren. Permanecen de uno hasta un máximo tres años y procuraran salir inmediatamente.
Los estudios normalistas y los apoyos en servicio están desarticulados. Después de la formación en la Normal, la capacitación y actualización se han limitado a hacer llegar información sobre los cambios de planes y programas de estudio y sobre nuevas técnicas de enseñanza, sin considerar la experiencia que han vivido los docentes y la naturaleza del trabajo en el salón de clases. El imaginario del Estado prevaleció de tal forma que aún en la actualidad, los profesores designados a las zonas rurales marginadas se ven impulsados a responder a la imagen del maestro que lo da todo sin esperar nada.
Los docentes manifiestan que desde siempre tuvieron la vocación, querían trabajar en las escuelas y enseñar a los niños. Piensan que la docencia es un servicio que se brinda a los que no saben o a los que necesitan ayuda. De ahí que muchos deseaban enseñar en las escuelas rurales.
El ideal de los maestros basado en la vocación describe a alguien que es importante y tiene un servicio que prestar a los niños o a la sociedad. De alguna manera se creen capaces de cumplir en cualquier circunstancia, y difícilmente se decepcionan de su carrera.
El imaginario de maestro rural es el líder de la comunidad, el consejero, el gestor, el que “lo sabe todo”. Responsable de toda la escuela. También describieron al maestro solitario, alejado de su familia y carente de apoyo para su trabajo:
Un maestro de pies muy grandes y brazos muy pequeños…simbolizaba los primeros años de trabajo, en los que el maestro quisiera hacer mucho, pero no puede, porque no está preparado.
Hombre desnudo. El maestro rural no tiene vivienda, viste sencillo, vive muy modestamente, es querido, tiene relación con la gente.
Una de las actitudes que más confronta a los profesores es el rechazo o la indiferencia hacia su trabajo, el no sentirse aceptados y respetados. Las imágenes, el ideal y el deber ser son los componentes vitales de la concepción pedagógica de los maestros. “…lo que aprendemos en
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