ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

El Sentido Practico - Bordieu

cesitarg29 de Julio de 2014

4.542 Palabras (19 Páginas)358 Visitas

Página 1 de 19

Cap. II: “La antropología imaginaria del subjetivismo”

Sartre no reconoce disposiciones duraderas ni eventualidades probables. Para él cada acción es una especie de confrontación sin antecedentes del sujeto y con el mundo.

El mundo de la acción es un universo imaginario de posibles intercambiables, dependiente por entero de los decretos de la conciencia que lo crea, desprovisto totalmente de objetividad (Ej.: si es emocionante porque el sujeto se quiere emocionado).

El sujeto sartreano, sujeto individual o colectivo, sólo puede liberarse de la discontinuidad absoluta de las elecciones sin pasado ni porvenir de la libertad mediante la libre resolución de la promesa y la fidelidad a sí mismo o mediante la libre dimisión de la mala fe.

Se opondrá a este análisis de la antropología sartreana los textos en que Sartre reconoce, por ejemplo, las “ síntesis pasivas “ de un universo de significaciones ya constituidas.

EL mundo social, lugar de esos compromisos “bastardos” entre la cosa y el sentido, que definen el “sentido objetivo” como sentido hecho cosa y las disposiciones como sentido hecho cuerpo, constituye un verdadero desafío para quien no respira más que en el universo de puro de la conciencia o de la “praxis”. Sartre rechaza la clase como clase de condiciones y condicionamientos, de disposiciones y estilos de vida duraderos por tanto, en la que él ve una clase cosa, una clase esencia, encerrada en su ser, reducida a la inercia y, por consiguiente, a la impotencia, a la que opone “el grupototalizador en una praxis”, nacido de la clase cosa pero contra ella.

La trascendencia de lo social sólo puede ser efecto de la “competencia”, es decir, del número o de la “materialización de la competencia” en los objetos culturales, consistiendo la alienación en la abdicación libre de la libertad en beneficio de las exigencias de la “materia trabajada”: “El obrero del siglo XIX se hace lo que es, es decir, que determina práctica y racionalmente el orden de urgencia de sus gastos – luego decide en su libre praxis – y con esta misma libertad se hace lo que era, lo que es, lo que tiene que ser: una máquina cuyo salario representa simplemente los gastos de mantenimiento (...). El ser-de-clase como ser práctico inerte les llega a los hombres a través de las síntesis pasivas de la materia trabajada”. Por otra parte para Sartre: “La Historia determina el contenido de las relaciones humanas en su totalidad, y estas relaciones (...) remiten a todo. Pero no es ella la que hace que haya relaciones humanas en general”.

El objetivismo universaliza la relación teórica [savant] con el objeto de la ciencia, el subjetivismo universaliza la experiencia que el sujeto del discurso teórico [savant] forma de sí mismo en tanto sujeto.

El interés del análisis sartreano estriba en que muestra cómo el principio y el objeto en juego [enjeu] de la lucha entre el objetivismo y el subjetivismo es la idea que la ciencia del hombre se hace del hombre, es decir, del objeto pero también del sujeto de la ciencia. Así es como la teoríallamada del “actor racional” oscila entre el ultra subjetivismo finalista de la conciencia “sin inercia” que inaugura a cada instante el senti-do del mundo y que no puede encontrar la continuidad y la constancia más que en la fidelidad a sí mismo con la que “ella misma se ata”. El determinismo intelectual está separado por algunos efectos del lenguaje de un determinismo mecanicista que reduce la acción a una reacción mecánica ante determinaciones mecánicas y los agentes económicos a partículas indiscernibles sujetas a las leyes de un equilibrio mecáni-co: hacer depender la elección, por un lado, de las constricciones estructurales ( técnicas, económicas o jurídicas) que delimitan el conjunto de acciones posibles y, por otro lado, de preferencias supuestamente universales y conscientes – o sujetas a principios universales – supone no permitir a los agentes, forzados por la evidencia de las razones y la necesidad lógica de “cálculo racional”, otra libertad que la adhesión a la verdad – es decir, a las posibilidades objetivas – o el error del pensamiento subjetivo, es decir, parcial y particular.

No se puede emprender racionalmente el proyecto de fundar la creencia sobre una decisión racional sin vernos obligados a pedir a la razón que colabore en su propio aniquilamiento en la creencia., esa “desapro-bación de la razón” supremamente “conforme a la razón”: para pasar de la decisión de creer, que puede ser suscitada por la razón, a la creencia duradera, es decir, capaz de superar las intermitencias de laconciencia y de la voluntad, se está obligado a invocar otros poderes que los de la razón.

Según Pascal: somos tanto autómatas como espíritu. Las pruebas sólo convencen al espíritu, la costumbre hace de nuestras pruebas las más fuertes y las más creídas. Hay que adquirir una creencia más fácil, que es la de la costumbre, que sin violencia, sin método, sin argumentos nos hace creer las cosas e inclina todas nuestras potencias a esta creencia, de modo que nuestra alma caiga en ella espontáneamente. Hay que hacer que crean nuestras dos piezas: el espíritu por la razón de que basta haber visto una vez en a vida, y el autómata por la costumbre, y no permitiéndole que se incline a lo contrario.

Según el economicismo hay una economía de las prácticas, es decir una razón inmanente a las prácticas, que no encuentra su “origen” en las “decisiones” de la razón como cálculo consciente ni en las determina-ciones de mecanismos exteriores y superiores a los agentes. Al no reconocer otra forma de acción que la acción racional o la reacción mecánica, se impide comprender la lógica de todas las acciones que son razonables sin ser producto de un designio razonado o, con más razón, de un cálculo racional. Habitadas por una especie de finalidad objetiva sin estar conscientemente organizadas en relación a un fin explícitamente constituido; inteligibles y coherentes sin que procedan no obstante de una voluntad de coherencia y de una decisión deliberada; ajustadas al futuro sin ser el producto de un proyecto o de un plan.

Cap. III: “Estructuras, habitus, prácticas”

El objetivismo construye lo social como un espectáculo ofrecido a un observador que toma “un punto de vista” sobre la acción y que, trasladando al objeto los principios de su relación con él, actúa como si éste estuviera destinado únicamente para el conocimiento y todas las interacciones se redujesen en él a inter-cambios simbólicos. Este punto de vista se toma en las posiciones elevadas de la estructura social, desde donde la sociedad se da como representación y las prácticas sólo son papeles teatrales, ejecuciones de partituras o aplicaciones de planes. La teoría de la práctica en tanto que práctica recuerda, en contra del materialismo positivista, que los objetos de conocimiento son construidos y no pasivamente registrados y, contra le idealismo intelectualista, que el principio de esta construcción es el sistema de disposiciones es-tructuradas y estructurantes constituido en la práctica y orientado hacia funciones prácticas.

El objetivismo trata a las relaciones objetivas como realidades ya constituidas fuera de la historia del indivi-duo y del grupo, pero sin caer en el subjetivismo, totalmente incapaz de dar cuenta de la necesidad de lo social: por todo ello, es necesario volver a la práctica, lugar de la dialéctica del opus operatum y el modus operandi, de los productos objetivados y los productos incorporados de la práctica histórica, de las estructuras y los habitus.

Los condicionamientos asociados a una clase particular de condiciones deexistencia producen habitus, sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras estructuradas predispuestas para funcionar como estructuras estructurantes, es decir como principios generadores y organizadores de prácticas y re-presentaciones que pueden estar objetivamente adaptadas a su fin sin suponer la búsqueda consciente de fines y el dominio expreso de las operaciones necesarias para alcanzarlos.

Aunque no se excluye de ningún modo que las respuestas del habitus acompañadas de un cálculo estraté-gico que trata de realizar conscientemente la operación que el habitus realiza de otro modo. Esas respues-tas se definen en primer lugar fuera de todo cálculo, en relación con potencialidades objetivas, inmediata-mente inscritas en el presente, cosas por hacer o no hacer, decir o no decir, en relación con un porvenir probable. Para la práctica, los estímulos no existen en su verdad objetiva de detonantes condicionantes y convencionales, sólo actúan a condición de reencontrar a los agentes ya condicionados para reconocerlos. Las regularidades propias de una condición arbitraria tienden a aparecer como necesarias, naturales inclu-so, debido a que están en el origen de los principios [schèmes] de percepción y apreciación a través de los que son aprehendidas.

Las mismas condiciones de la producción del habitus, necesidad hecha virtud, hacen que las anticipaciones que producen tiendan a ignorar la restricción a la que está subordinada la validez de todo cálculo de proba-bilidades, a saber, que lascondiciones de la experiencia no hayan sido modificadas: a diferencia de las estimaciones científicas [savantes], que se corrigen después de cada experiencia según rigurosas reglas de cálculo, las anticipaciones del habitus, especie de hipótesis prácticas fundadas sobre la experiencia pasada, conceden un peso desmesurado a las primeras experiencias; son, en efecto, las estructuras

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (29 Kb)
Leer 18 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com