El Suelo Cañero
DILVMonografía4 de Febrero de 2013
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El Suelo Cañero
La Caña de Azúcar es un cultivo poco exigente en cuanto a suelos, tolera bien y se ha cultivado económicamente tanto en suelos muy pesados o arcillosos, como en muy ligeros o arenosos. Sus exigencias respecto a suelos se limitan a profundidad, la necesaria para desarrollar su sistema radicular, alrededor de un metro; aireación suficiente, por lo que deben evitarse los problemas de drenaje tanto interno como superficial; pH, valores que no se alejen demasiado de la neutralidad, aunque suele tolerar desde 4 hasta 10; salinidad y/o alcalinidad, no muy elevada, aún cuando hay diferencias bastantes marcadas entre variedades.
Lo más importante en relación al suelo cañero, el su manejo; el cual debe adecuarse a las condiciones requeridas por el cultivo ya las características físicas químicas y biológicas que cada suelo presenta, y que lo hacen un complejo activo, al cual hay que considerar más como material viviente que como materia inerte. Ese manejo, en consecuencia, debe orientarse básicamente hacia el logro de cambios favorables a desarrollo y productividad del cultivo ya la conservación y posible mejora de las propiedades del suelo mediante:
Conservación y posible mejora de su estructura.
Conservación y posible mejora de su fertilidad y contenido de materia orgánica.
Evitar los procesos de degradación del suelo erosión, salinidad y de alcalinidad.
Preparación del Suelo
La adaptación de cada suelo en particular, a los requerimientos de la caña de azúcar, se logra mediante una adecuada preparación, en la cual se deben satisfacer al menos, los siguientes objetivos:
Destruir e incorporar al suelo las malezas y/o los residuos de cosechas anteriores
Romper y descompactar el suelo para facilitar la penetración del agua y de las raíces.
Mejorar la estructura del suelo
Destruir los grandes terrones que pueden afectar posteriores labores al cultivo.
Mejorar y facilitar la distribución del agua de riego.
Drenar los excedentes de agua de lluvia o de riego.
Proveer un adecuado lecho donde los esquejes puedan ser tapados uniformemente y donde puedan disponer de adecuadas condiciones de humedad y aireación.
No hay la menor duda, acerca de las ventajas que se obtienen cuando se ejecutan las labores de labranza; que tanto el suelo como el cultivo requieren. Para alcanzar o al menos acercarse a ese objetivo, es muy importante que esa labranza se aproxime lo más posible a los requerimientos del cultivo, causando el menor daño posible al suelo; lo que se logra mediante la consideración de 3 aspectos muy importantes en la ejecución de la labor:
Profundidad de corte y de descompactación de suelo, según la posición de los estratos duros del perfil.
Movimiento de tierra, de acuerdo al relieve y las características del suelo.
Grado de desmenuzación del suelo, según el cultivo y las características de su material de siembra. No es posible describir una preparación de suelo que pudiera denominarse como clásica para caña de azúcar; por lo tanto, sólo se enumeran y describe una serie de labores, que de acuerdo a las características y al estado en que se encuentra el suelo al momento de realizar su preparación, se aplicarán según el criterio del interesado.
Big Romeo, para destruir residuos de cosecha, cepas viejas de caña, malezas, etc., facilitando las posteriores labores de labranza.
ARADURA
Operación de labranza, que persigue romper y descompactar el suelo, a la vez de destruir e incorporar las malezas y los residuos de cosechas, anteriores. Con ella se incrementa la porosidad y el movimiento del agua a través del perfil, lo que representa una importante labor de saneamiento, mediante el descenso del grado de saturación y el incremento de aireación. El saneamiento a su vez, determina un mayor desarrollo radicular y producción del cultivo, mediante un mejor aprovechamiento del agua y de los nutrientes del suelo por las plantas.
RASTREO
El objetivo de esta labor, es romper los grandes terrones que deja la aradura y que obstaculizan las posteriores labores de labranza, siembra y cultivo Lo más recomendable es labrar lo menos posible después de la aradura, sólo lo suficiente para asentar y tapar adecuadamente los esquejes a la siembra y para que no se interfiera el efecto de los herbicidas. El excesivo laboreo después de la aradura, sólo sirve para mejorar la apariencia de los terrenos y encarecer los costos de producción, pues el efecto de la excesiva desmenuzación o pulverización alcanzada, es detrimental para el suelo, causando el desmejoramiento de su estructura; la formación de estratos duros ("pisos de arado"), por el abusivo empleo de la maquinaria, y la formación de costras superficiales al mojarse y secarse el suelo, por efecto de los primeros riegos o de las lluvias; efectos contrarios a los objetivos perseguidos con las operaciones de labranza y que incidirán negativamente sobre la germinación de los esquejes y posterior desarrollo del cultivo.
NIVELACIÓN
Operación cuyo objetivo es acondicionar el relieve o topografía del terreno, para mejorar la eficiencia del riego al cultivo, el drenaje de los excesos de lluvias o de riego y el diseño de las unidades operativas o tablones de la finca, a fin de adaptarlos a las labores de mecanización del cultivo. Hay que distinguir entre: Primero, nivelación liviana o micro nivelación, en la que sólo se requiere eliminar pequeñas irregularidades del terreno o las dejadas por los implementos agrícolas en las labores de labranza del suelo; operación que puede efectuar el cañicultor sin mayores complicaciones. Segundo, nivelación mayor o macro nivelación, en la que hay que efectuar cortes y rellenos de consideración en el terreno, por lo que es recomendable el asesoramiento con un especialista en la materia, pues para ella se requieren conocimientos edáficos y topográficos.
Para la ejecución de esta labor, el contenido de humedad del suelo debe ser el adecuado, si se ara con el suelo muy seco, se requiere más fuerza para la roturación y los terrones cortados serán más grandes, duros y difíciles de romper en las posteriores labores de labranza. Con el suelo muy húmedo, se requiere menos fuerza, pero el corte no desmenuza y si no se desterrona a tiempo, los terrones se endurecen y también se dificulta ésta operación. Por otra parte, en los terrenos preparados muy húmedos, debajo del corte, el suelo se apelmasa formando una capa o estrato compacto, denominada "piso de arado", que inhibe la percolación y la penetración de las raíces.
En ocasiones, cuando las malezas y/o los residuos de cosecha son tan abundantes, que obstaculizan la labor de los arados, es conveniente despejar un poco el campo con un pase de Big-Rome antes de arar. arado. Es una operación costosa, por requerir gran fuerza de tracción, pero que está plenamente justificada, si realmente existen esos estratos duros, que restringen la penetración profunda del agua y de las raíces del cultivo. En suelos donde la experiencia indica que se infiltran láminas superiores a los 80 mm. por riego, o donde se moja el suelo a unos 80 cms. o más, ésta labor es innecesaria.
Cuando el subsolado se hace en suelos húmedos, requiere menos fuerza, pero su efecto es de corta duración. En suelos secos, requiere más fuerza, pero si es seguido de un laboreo superficial mínimo, su efecto puede ser bastante prolongado.
SUBSOLADO
Es una labor de labranza, cuyo objetivo es romper estratos o capas compactas del suelo, situadas por el arado . Es una operación costosa, por requerir gran fuerza de tracción, pero que está plenamente justificada, si realmente existen esos estratos duros, que restringen la penetración profunda del agua y de las raíces del cultivo. En suelos donde la experiencia indica que se infiltran láminas superiores a los 80 mm. por riego, o donde se moja el suelo a unos 80 cms. o más, ésta labor es innecesaria.
Cuando el subsolado se hace en suelos húmedos, requiere más fuerza, pero si es seguido de un laboreo superficial mínimo, su efecto puede ser bastante prolongado.
Desterronado con rastra pesada de discos, Big-Rome, para romper los grandes bloques de suelo sacados por el arado.
SURCADO
Es la última labor de la preparación del suelo para la siembra. El trazado de la surquería y el diseño de las unidades operativas o tablones de la finca, se hace en función del riego, del drenaje y de la mecanización del cultivo, especialmente la de la cosecha. En donde la topografía del terreno, no permite una buena labor de nivelación, se sigue utilizando el diseño tradicional, en el que la unidad operativa se confunde con la de riego. Pero donde si se puede lograr una buena nivelación del terreno, que permita el trazado de surcos rectos y largos y una más eficiente labor de los equipos de cosecha mecanizada, se pueden rediseñar las unidades operativas, las cuales constarán de varios canteros o unidades de riego sucesivos, deslindados por separaciones de unos tres a cuatro metros de ancho; y bordeados por una acequia recolectora de los excedentes de agua de riego o de lluvia del cantero superior y otra que funcionará como regadera del cantero inferior. La longitud de cada cantero, la misma de los surcos, dependerá de las características físicas del suelo. El número de canteros por unidad operativa, serán los requeridos para conformarla de unos 250 a 350 metros de largo, suficientes para operar eficientemente los equipos de cosecha mecanizada.
Para las separaciones entre canteros, se trazan rasantes con pendientes
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