Enfoque Tecnologico Del Desarrollo Sustentable
Izaack1014 de Abril de 2015
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Enfoque tecnológico del desarrollo sustentable
La ciencia y la tecnología están intrínsecamente entrelazadas con los cambios ambientales, ya sea como causas, como soluciones potenciales, como calibradores o como bases de valoración. Las fuerzas esenciales que determinan el rumbo de la evolución de la ciencia y la tecnología, y la naturaleza de las empresas científicas y tecnológicas son las piezas fundamentales de todo el rompecabezas ambiental. La ciencia y la tecnología son, ambas, variables dependiente e independiente respectivamente. Son producto de un sistema y, a su vez, son fuerzas del sistema. Alrededor del mundo este sistema es financiado con fondos privados y públicos.
En otras palabras, la mayoría de tecnologías nuevas que están emergiendo son resultado directo de los procesos políticos e industriales que definen qué tecnologías son necesarias; estiman los costos, los beneficios y la viabilidad. Después se asignan los recursos y luego se desarrollan las políticas específicas para la producción industrial de esas nuevas tecnologías (Skolnikoff, 1993). Éstos son los primeros requisitos para diseñar el enfoque tecnológico del desarrollo sustentable. Se observa, entonces, que desde el punto de vista ambiental el enfoque se halla acotado por límites políticos, tecnológicos y económicos.
Todo hace ver que en una sociedad de ingenieros la naturaleza está al servicio de ésta y se le concibe como un mecanismo que existe únicamente para servir a la especie humana. Para superar estas limitaciones y en un claro afán de preservar los recursos naturales, el enfoque tecnológico del desarrollo sustentable significa implantar y promover una cuidadosa simbiosis entre ecosistemas y economía. Al mismo tiempo, redefinir los objetivos del desarrollo siguiendo los lineamientos del ecodesarrollo que consisten en la reestructuración del sistema técnico-social de la producción e introducir eco-tecnologías para lograr ventajas comparativas y conseguir que la economía sea más competitiva y próspera dentro de un horizonte temporal razonable (Sagasti y Colby, 1993).
Los mecanismos del mercado no coexisten fácilmente con los imperativos ambientales. Tampoco la alta tecnología es el único camino para lograr las “exportaciones verdes”. El enfoque tecnológico para el desarrollo sustentable no significa transitar por el optimismo tecnológico que se basa en la creencia de que si el crecimiento exponencial transciende los límites, la tecnología simultáneamente expandirá también esos límites (Ophuls, 1998). Reorientar la tecnología y administrar el riesgo se considera como el elemento clave que llevará a la solución de una buena parte de los problemas expuestos, además de ser el eslabón que liga al hombre con la naturaleza. La reorientación debe ser en función de las exigencias del desarrollo sustentable, que requiere mayor atención a los factores ambientales.
En el caso de los países en desarrollo, es preciso intensificar la capacidad de innovación, adecuación e invención tecnológicas, a fi n de atender a los nuevos desafíos. A su vez, la tecnología generada en los países industrializados, las más recientes relacionadas con la conservación de la energía, el uso de materiales, la informática, la biotecnología, no siempre son adecuadas o de fácil adaptación a las condiciones ambientales y socioeconómicas de los países en desarrollo. Esta dualidad permite plantear la siguiente pregunta: ¿cuáles son los principios, reglas y normas que marcan e influyen los procesos de innovación, distribución y uso de sistemas de tecnologías sustentables para ambos tipos de países?
La respuesta de esta pregunta dependerá del régimen tecnológico que predomine en el país que se trate. Se entiende como régimen tecnológico el conjunto de “reglas del juego” que define la dirección de la innovación tecnológica y el uso de la tecnología para solventar necesidades sociales y aprovechar las oportunidades económicas (Nelson y Winter, 1983). Algunos ejemplos incluyen el régimen de hidrocarburos que domina la producción de luz y energía, el régimen de transportes dependiente de autos, o la agricultura dependiente del uso intensivo de niveles altos de químicos y mecanización. Un régimen tecnológico se desarrolla por la acumulación de conocimientos, valores e inversiones pasadas, y se articula por redes de actores e instituciones (Smith, 2003). Las transformaciones de los regímenes tecnológicos que conlleven a las transformaciones sustentables es mediante el descubrimiento de “nichos novedosos” y el movimiento de tecnologías apropiadas (TA).
El desarrollo tecnológico —que es un progreso cualitativo y por lo tanto es fundamentalmente diferente de la sustitución cuantitativa del capital hecho por el hombre y por los recursos naturales— podría tener lugar dentro de dos líneas relevantes. La primera línea es el mejoramiento de la habilidad para usar los recursos disponibles en cualquier momento para producir más y más artículos. La otra línea reduce los efectos de la entropía en aumento (Haavelmo y Hansen, 1994). En ésta se deposita la confianza, donde la habilidad tecnológica descansa en los métodos de producción de determinados bienes y servicios que pudiera desarrollarse más rápido que los efectos negativos de la entropía.
De la noción de crecimiento a la noción de desarrollo
El crecimiento se define como un cambio en el Producto Nacional Bruto real (PNBreal) per cápita, a lo largo del tiempo (comúnmente se mide en periodos). Este cambio es la tasa de crecimiento y se expresa mediante la tasa porcentual a la que aumentó o disminuyó la variable macroeconómica en cada periodo. Esta variación porcentual por periodo se obtiene mediante la siguiente ecuación:
Este cambio se traduce, algunas veces, como un aumento del nivel de consumo real per cápita. Las condiciones previas asumidas, garantizan el inicio y la continuidad de los procesos económicos agregados durante el horizonte temporal; estas condiciones son la mejoría de la eficiencia del aparato productivo, la disponibilidad de recursos naturales, las condiciones geográficas, la acumulación de capital, la incorporación de contingentes crecientes de mano de obra, las políticas gubernamentales y la mejoría de los patrones tecnológicos.
La tasa de crecimiento económico es un instrumento que sirve para estimar el nivel de producto futuro o también para calcular el tiempo durante el cual el PIB sería el doble. También se utiliza para realizar comparaciones entre distintas economías, o entre una economía y el grupo de países a la que pertenece el país. Este tipo de comparaciones ha inspirado a algunos economistas para crear el concepto de convergencia, mediante el cual se argumenta que si los países de niveles más bajos crecieran más rápido que los de nivel alto, al final los alcanzarían.
Por otra parte, aunque la tasa de crecimiento tuviera signo positivo es muy importante considerar que ese crecimiento no necesariamente está ligado al desarrollo. Esta categoría tiene la virtud de incluir aspectos no materiales, como son la libertad de pensamiento, de religión, intelectual, cultural, acceso a la información y opinión pública. Asimismo, incluye atributos materiales de acceso a niveles mínimos de bienes y servicios de calidad. El desarrollo requiere que el progreso económico no alcance solo a una minoría. La pobreza, desnutrición, salud, esperanza de vida, analfabetismo, corrupción deben ser eliminadas para un adecuado desarrollo.
Específicamente, ya no se puede sostener que el crecimiento económico sea el objetivo incuestionable de las políticas de desarrollo económico. El antiguo concepto de crecimiento que se designó como crecimiento de consumo de recursos (throughput growth), con un consumo siempre creciente de energía y otros recursos naturales, no se puede mantener, y debe dar paso a una búsqueda imaginativa de fines económicos que sean menos dependientes de los recursos. La manera como se subvaloran los servicios del capital natural y se deja de registrar la degradación de los recursos naturales casi siempre significa que nos estamos empobreciendo, mientras imaginamos que nuestras economías crecen (Goodland et al., 1994).
La diferencia que establece el diccionario entre crecimiento y desarrollo es la siguiente: “crecer” significa aumentar en tamaño como resultado de la asimilación o acumulación de materiales; “desarrollar” significa expandir o realizar los potenciales o llevar a un estado mejor, mayor o más completo. Cuando algo crece, se agranda cuantitativamente; cuando algo se desarrolla, mejora cualitativamente, o por lo menos cambia. El crecimiento cuantitativo y el mejoramiento cualitativo siguen leyes diferentes. Nuestro planeta evoluciona a través del tiempo, sin crecer. Nuestra economía, un subsistema de la Tierra finita y no-creciente, debe adaptarse eventualmente a un patrón similar de desarrollo sin que aumente el consumo de recursos. Éste es el momento para esa adaptación (Goodland et al., 1994).
Sin embargo, el sistema establecido promueve un tipo de crecimiento que no favorece el desarrollo, no distribuye igualmente sus frutos, acumula daños a la biósfera y su capacidad de reproducción impone limitaciones a su propia continuidad. Algunas sociedades y sus economías se diferencian de otras por el mayor nivel de progreso, expansión y crecimiento que logran en plazos relativamente breves. A pesar de sus índices positivos de crecimiento, industrialización, modernización y construcción de infraestructura, no pueden ocultar su dependencia externa y sus desigualdades económica, social y cultural.
Otras asimetrías también son parte de un panorama deficitario
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