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Escencia De La Columna Periodistica


Enviado por   •  8 de Junio de 2013  •  2.646 Palabras (11 Páginas)  •  321 Visitas

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EL COLUMNISMO: LA LITERATURA DE AYER

"Y no se nos diga que el sublime ingenio no hubiera nunca descendido a semejantes pequeñeces, porque esas pequeñeces forman parte de nuestra existencia de ahora, como constituían la de entonces las comedias de capa y espada; y porque Cervantes, que escribía, para vivir, cuando no se escribían sino comedias de capa y espada, escribiría, para vivir también, artículos de periódico"

Mariano José de Larra: "Literatura",

artículo publicado en El Español el 18 de enero de 1836

Una de las características de la columna es que importa tanto la expresión como su contenido. La forma y el fondo. Y que es un producto literario para el consumo de masas, es decir, de un público muy amplio y que lee con prisas. De ahí su casi obligada brevedad: en poco espacio ha de presentarse el tema o asunto del que se va a hablar, desarrollar los argumentos con gran creatividad retórica y formular un párrafo final que, más que sentenciar, cierra el círculo abierto desde el principio; un párrafo que quiere dejar huella. Por eso, la columna puede combinar como ningún otro género periodístico de opinión la calidad literaria con la rotundidad de las opiniones, la imaginación artística engarzada con esa realidad ideológica o sentimental que quiere el escritor compartir. La columna no vive sujeta a la más inmediata actualidad. Muchas veces se preocupa por aquellos hechos o asuntos que no han podido ser noticia porque quedaron fuera de los filtros de selección; otras veces extrae datos que han pasado inadvertidos en las informaciones apresuradas y los valora en su individualizada medida; también puede ser un análisis personal –ideológico, emocional- sobre hechos acaecidos. O una simple reflexión íntima. O un entretenimiento literario. O un ejercicio doctrinario y sectario. O nada. En realidad, al columnista no se le contrata para escribir sobre algo concreto... sino para escribir, sin más. Importa su firma y la manera en que ésta represente al periódico.

Los periódicos pagan bien a sus columnistas. Escribir en España ya no es llorar como se quejaba Larra: ahora los diarios pujan por plumas sobresalientes. Hay quien afirma que los columnistas están de moda pero, en todo caso, es una moda recuperada después del franquismo. La democracia ha permitido que las diferentes opiniones puedan ser representadas por múltiples opinantes que más que orientarnos, como debe hacer el genuino artículo editorial, piensen y sientan un poco por nosotros y nos reconforten por la expresión de la idea que tenemos pero que nunca hemos podido formular con esa precisión, o con ese sentimiento. De tal modo esto es así, que los editores de los periódicos saben lo que vende un buen columnista, una inversión que logra no clientes, sino adeptos. A veces importa poco a algunos lectores la línea editorial; no así la lectura de esos columnistas cuyo éxito reside en el poder de convocatoria. Ante este constatado hecho, ocurre que ya no es tan evidente que los columnistas comulguen con la ideología del periódico que los contrata. Existen diarios muy ideologizados en los que sería impensable que una determinada firma de ideología no ya contraria, sino simplemente no concordante, escribiera en él. Una anécdota curiosa y real puede servir de ilustración: el escritor, académico y periodista Luis Mª Ansón, director por entonces del diario ABC, intentó que Francisco Umbral fuese columnista de su periódico. No pudo ser. Desde el primer día de la columna umbraliana cientos de cartas de lectores indignados disuadieron a ambos de semejante empresa. Umbral volvió al periódico de Pedro J. Ramírez, El Mundo, y relató él mismo la experiencia en una entrevista publicada por la revista Tribuna (7.3.1994):

"Aguanté un mes. Al cabo de ese tiempo recogí todas las cartas y le dije a Ansón que no podía seguir porque estaba perdiendo a mi público joven de El Mundo, gente más abierta, moderna y democrática. Aquél no era mi público y amistosamente volví a El Mundo. Pedro J. me llamaba todos los días para preguntarme que cuándo volvía"

Desde luego, el periódico El Mundo también es un periódico ideologizado pero de un modo menos claro y transparente que lo es ABC. Los artículos editoriales de este último diario, ahora y muy especialmente en la era ansónica, y su tratamiento de la información, no deja espacio a las dudas para poder situarlo ideológicamente. Sin embargo, en esa otra esfera de la opinión que representan los columnistas, El Mundo ofrece un amplio catálogo de estos escritores con muy diversos tintes ideológicos. Tintes que no concuerdan en todos los casos con la línea editorial del periódico. Es una medida que da réditos por una sencilla razón: amplía el mercado. Y supone, además, una estrategia de aparente pluralismo ideológicamente eficaz.

El diario El País proporciona un buen abanico de posibilidades ideológicas con sus columnistas, pero con el cuidado no disimulado de alejarse de las posturas más radicales. Así, nos encontramos en este periódico con firmas como la de Pedro Shwartz, representante de un liberalismo duro, de religión "el mercado". O la de Eduardo Haro Tecglen, un desengañado de las ideologías dominantes que permanece en la atalaya de la utopía libertaria del anarquismo, agudo, crítico, rastreador de fondos, denunciante sin desmayo de las imposturas y engaños del poder, de todos los poderes y de todas las guerras: "Montescos contra otros Capuletos, mientras Julieta se acuesta con su novio. Hasta que cante la alondra" (El País, "Enemigos públicos", 8.5.00). O Manuel Vázquez Montalbán, quien no ha aceptado, como tantos otros, que el haber sido y ser marxista obligue a pedir perdón; y Félix de Azúa, agudo desmitificador de las mentiras y mitos mediáticos, sociales y políticos. De este modo El País también cumple con su obligación pluralista y se asegura un mercado no tan homogéneo ideológicamente como el de ABC; aunque, a decir verdad, ABC está ahora realizando un sano esfuerzo por renovar y ampliar –no en número, sino en estilos ideológicos- su nómina de columnistas. Lo mismo puede decirse de periódicos como Diario-16 -con sus limitaciones presupuestarias- y La Vanguardia y algunos diarios más que tratan de enriquecer sus páginas con reconocidas firmas de diversos colores ideológicos. Esos son los vientos que corren respecto a los columnistas en nuestra prensa.

Pero ante el argumento de la moda, es necesario recordar que la columna es, como dice Paul Johnson, mucho más vieja de lo que se cree. Este periodista e historiador inglés la sitúa en el siglo XVI, con Michel Eyquem de Montaigne (Francia,

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