Evaluación de los Procesos de Enseñanza y Aprendizaje

Tema: Evaluación de los Procesos de Enseñanza y Aprendizaje

En un mundo donde el conocimiento es la llave al progreso, el oro intangible de la humanidad, el resultado de toda una vida de estudios, el conocimiento se toma un carácter invaluable y se observa la necesidad de sistematizar la manera en como las generaciones van adaptando estos conocimientos a las generaciones venideras. Nace la educación forma, una ciencia que lo respalda (Pedagogía) e incontables modelos educativos, paradigmas, enfoques, estrategias, etc. Con el único fin de hacer más eficiente la transmisión de este tesoro tan valioso, el conocimiento.  

Aquí en donde nace la idea de comenzar a verificar, que las personas están adquiriendo un “conocimiento”, para asegurar la preservación de este tesoro invaluable a la siguiente generación. Aquí se desliga una rama de la pedagogía que empieza a estudiar los procesos de enseñanza y de aprendizaje, de la mano, con la necesidad de verificar que el conocimiento ha sido transmitido de manera exitosa.

Nace la evaluación como parte de los proceso de enseñanza y aprendizaje, donde Rodríguez Conde (2005) lo define como “Conjunto de procesos   sistemáticos de recogida, análisis e interpretación de información válida y   fiable, que en comparación con una referencia o criterio nos permita llegar a   una decisión que favorezca a la mejora del objeto evaluado.”. Donde se logra evidencia que la parte más importante de esto, es la adquisición del conocimiento, que la persona sea capaz de empoderare de un conocimiento y pueda ser una herramienta para aprendizajes posteriores. La evaluación debe girar en torno a la asimilación de los conocimientos, que estos sean significativos en las personas, y que demuestre a su vez, la aplicabilidad del conocimiento. Sabemos que para lograr determinar esto, se requieren de herramientas pedagógicas que nos permitan verificar el grado de aprendizaje de los conocimiento, que deben de mostrar dato cuantificables y observables, Cano (2008)  lo plantea como “Un proceso que utiliza diversidad de instrumentos  e implica a diferentes agentes, con el propósito de proporcionar información   sobre la progresión en el desarrollo de la competencia y sugerir caminos de   mejora.”. Aquí recordamos que cada persona tiene sus propios estilos de aprendizaje y de la misma manera debe existir instrumentos que logren evaluar de manera eficiente los estilos de adaptaciones de conocimiento en cada una de las persona. Las evaluaciones deben ir orientadas al tipo de conocimiento que se esté adquiriendo; recordar la analogía de que no podemos evaluar la capacidad de volar a un pez, ni la capacidad de correr a una planta. Las evaluaciones deben ser específicas, que estén diseñadas según las condiciones de los evaluando y según el tipo de conocimiento que sea. Esto va más allá de plasmar un número, en una casilla, las personas no podemos ser juzgados por un número, un número no debería de ser la forma de calificar la capacidad de aprendizaje de las personas, la evaluación debe de ser un herramienta de reforzamiento de los conocimientos que esperamos que las personas sean capaz de asimilar. La evaluación es un indicador de que los procesos de enseñanza y aprendizaje funcionan y que el conocimiento fluye de una persona a otra, pero este es un proceso en conjunto, donde si uno falla, todos fallan. De Miguel Díaz (2006) nos dice que la evaluación debe de ser “Un proceso  planificado, integral y pertinente a las competencias que se desean alcanzar. Se desarrolla a través del planteamiento de tareas o desafíos que el estudiante debe resolver, necesitando para ello un conjunto integrado de conocimientos, destrezas y actitudes.” Donde la evaluación responde no solo a saber, sino también, a saber hacer, saber ser y saber convivir, todo estos elementos debe ser aspectos importantes a la hora de evaluar un proceso de enseñanza y aprendizaje.

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