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Facultad de Derecho: La abogacía


Enviado por   •  10 de Noviembre de 2015  •  Ensayos  •  3.393 Palabras (14 Páginas)  •  280 Visitas

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Facultad de Derecho.

Licenciado Mauricio Macotela Byron.

Integrantes:

Ismael Hernández Valencia.

Paulina Mendoza Del Castillo.

“Abogacía”.

Índice:

-Introducción……………………………………………….... 4

-Antecedentes históricos ……………………….………….. 6

-Grecia….…………………………………………….... 6

-Roma……….…………………………………….……. 9

-La Orden de los abogados………………………….. 11

-Disciplinas…………………………………………………….14

-Los deberes de honor………………………………..15

-Honorarios……………………………………………..

-Pro y Contra………………………………………….

-Organización………………………………………………

-Depacho………………………………………………

-Postulante independiente…………………………..

-Importancia de la abogacía………………………………

-Derecho comparado………………………………………

-México…………………………………………………

-Argentina………………………………………………

-España…………………………………………………

-Estados Unidos……………………………………….

-Conclusiones…………………………………………………

-Bibliografía……………………………………………………

Intoducción.

Según la Real Academia Española, la abogacía es la “profesión y ejercicio del abogado”. Una definición sin duda escualida que no describe todo el sistema que involucra al abogado con el mundo ni su manera de obrar ante la sociedad. No es secreto que los abogados se han visto en situaciones comprometedoras ante la sociedad, satirisados en caricaturas y quedando en un papel nada grato, quedando plasmados en la cultura popular como un símbolo de corrupción y cuidado. Si bien muchos abogados se han ganado esos estigmas a pulso, esto no significa que el resto se rija por sus mismos perfectos morales, los cuales van en contra totalemente de los plasmados en los códigos de ética y el Decálogo. Han manchado la toga de los juristas romanos, quienes veneraban dicha profesión a tal extremo de hacerla gratuita, sin percepción de suelo por parte del pueblo.

La abogacía es una de las mas nobles profesiones porque defiende al individuo contra un sistema completo en contra suya. Citando a Rousseau, el individuo sacrifica parte de su libertad para poder vivir en sociedad, libertad de la cual se alimenta el Estado gobernado por un Príncipe, quien vela por la Ciudad y sus intereses, manteniendo al sistema social engrasado y en movimiento para un funcionamiento correcto. Pero, ¿qué sucede cuando el sitema social está roto y significa una carga para el ciudano –definiendo ciudadano como undividuo y como el más elemental componente del sistema- cuyos intereses se soslayan a causa de sus representantes, el Estado o partículares? ¿Quién es el defensor de las minorías? ¿Quién es, como diría Burgoa, el Quijote que lucha contra las quimeras que antentan contra los ciudanos? Nadie menos que el abogado, quien debe hacerse de todos los instrumentos a su alcance, de todos los conocimientos enseñados en la Facultad, de todas las pruebas y testimonios y de todos los perceptos de Justicia para, al pisar los Tribunales, se sienta seguro y no dude en su camino hacia la busqueda de la verdad. Seguridad que se transmite a su cliente, quien, por obvias razones, estará mucho más nervioso que él, pues es su patrminonio, su honor, o más importante aún, su libertad, la que queda en las manos del jurista.

Pero también es trabajo del abogado llevar el verbo de la Justicia contra aquellos quienes se han atrevido a violarla. El mismo impetu que utiliza para defender debe usarlo para atacar, pues tan malo es que el sistema avasalle a uno, como que uno avasalle al sistema, rompiendo la esfera jurídica donde descansan los bienes de toda una Ciudad.

En este breve ensayo, trataremos de mostrar el contexto histórico de una de las profesiones más antiguas y más nobles. De describir el trabajo del abogado tras bambalinas, la estructura misma de su profesión, el esqueleto donde descansa y su funcionamiento ante la sociedad. Intetaremos, también, destacar los problemas a los que se enfrenta un abogado en su profesión y resaltar sus cualidades como defensor. Compararemos las diferentes percepciones que tienen los países ante la profesión y como la llevan a cabo, pues al pertenecer a una ciencia compleamente social, la abogacía cambia de país en país.

Antecedentes Históricos.

La abogacía se forjó desde hace mucho tiempo, desde antes de que existieran prestigiados colegios y corporaciones. Si bien al inicio se ejercía de una manera vaga y ambigua, fue tomando forma y afianzándose a lo largo de los años, siendo alimentada por diferentes sociedades y sus pensadores. Y aunque los abogados de antaño no contaban con despachos, si eran parte de una especie de fraternidad –de la cual hablaremos más adelante-, donde heredaban los conocimientos de generación en generación, inculcando en los pupilos los valores en los cuales descansaría su manera de conducirse y de de pensar no sólo en la vida diaría, sino también frente a los Magistrados y jueces.

Entre esos conocimientos heredados destacaban también la claridad de las ideas y la precisión en el discurso, la mesura en la juventud y el control sobre las pasiones.

La abogacía en la antigua Grecia.

Antes de que la figura del abogado existiera en la antigua Grecia, los ciudadanos eran quienes se representaban a sí mismos ante los jueces; eran así sus propios defensores.

Ambas partes, tanto el actor como el demandado, eran citadas y debían comparecer personalmente ante un Tribunal y exponer sus motivos. Para esto podían contar con la asistencia de un pariente o un amigo, quien fungía como oyente, pues su única función era contemplar las explicaciones de las partes. Hay que tener en cuenta que hacía poco en Grecia había sucedido una revolución social –en la cual no entraremos pues no es el motivo de estudio de este trabajo-, en la cual se creó la Ley de Solón, la cual era la vigente en ese entonces. En palabras del mismo Solón, “Esta ley no es la mejor, pero sí la que más conviene al pueblo de Grecia.”[1] Es por lo primitivo de esta ley que la figura del abogado no está ni tipificada ni contemplada.

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