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Faltas éticas De Las Relaciones públicas

Melvinsutra11 de Abril de 2015

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Principales faltas a la ética en la relaciones públicas.

Según las fuentes consultadas, en nuestro país, las faltas a la ética más recurrentes (lo cual no significa que sean las únicas) son las siguientes:

a) Declaraciones falsas. El Relacionador Público amparado en que muchas veces es difícil que la opinión pública llegue realmente a conocer la verdad de los hechos, cede a la tentación de hacer declaraciones que no corresponden a la realidad con el fin de proteger los intereses de su empresa o institución. La experiencia demuestra que esta actitud resulta ser, a corto o mediano plazo, un pésimo negocio. No hay que olvidar que "más fácil se pilla a un mentiroso que a un ladrón" o que "la mentira tiene piernas cortas".

b) Manipulación de la información. De dos maneras se puede manipular la información: por una parte, nos encontramos frente a las pequeñas mentiras o argumentos falaces que se manejan para desmentir una determinada situación que perjudica a la empresa o cliente, o para bajarle el perfil a la información. Por otra parte, menos grave que la anterior, se puede hacer de una simple noticia un gran evento o campaña. Esta situación, que a juicio de algunas fuentes ocurre normalmente en nuestro país, termina convirtiendo a los Relacionadores Públicos en eficientes creadores de sucesos o seudoeventos. Inauguraciones, premiaciones, seminarios, paneles, conferencias de prensa, publicity, etc. adquieren relevancia inusitada gracias a los buenos oficios del profesional.

c) Sobornos. El soborno tampoco es una realidad ajena a las Relaciones Públicas en nuestro país. En múltiples ocasiones esta mala práctica debe realizarla el Relacionador Público, dado que no sería prudente que la hiciera alguna autoridad de la empresa. Al planificar la agenda de intereses se incluye a una serie de personas consideradas importantes para los fines institucionales y, una forma de mantenerlas cautivas es a través de los sobornos. Estos van desde los pequeños sobornos como regalos, invitaciones a comer, premios, hasta cancelar algunas sumas de dinero. ¿De qué manera opera el soborno?

d) Complacencia. La complacencia, es decir, la obediencia obsecuente a cada uno de las órdenes del jefe o de alguna autoridad de la empresa, aunque ella atente contra los propios principios, es un mal bastante extendido en el país. En el medio local, no siempre es fácil negarse al jefe o a ciertas autoridades internas. Tal conducta compromete a veces el despido, pues todavía subsiste en el empresariado una visión muy reducida del Relacionador Público a quien se le ve como un empleado que debe obedecer en todo. Típicos ejemplos son los siguientes:

1) AL Relacionador Público se le encomienda cancelar honorarios de trabajos no realizados o asesorías falsas.

2) En situaciones de crisis, generalmente es él quien debe enfrentar a la opinión pública, función que no necesariamente le corresponde.

e) Tráfico de influencias. No se debe confundir el lobby con el tráfico de influencias. El primero es lícito éticamente hablando, pues es un instrumento de comunicación utilizado por un grupo, entidad o empresa principalmente a través de sus Relacionadores Públicos, para poner sus argumentos en conocimiento del legislador o autoridad con poder de decisión. Es decir, responde al derecho que tiene cualquier grupo o colectividad de defender sus intereses. Esto se hace a través de canales públicos y en forma transparente. El tráfico de influencias se distingue del lobby pues la empresa no defiende sus intereses, sino que demanda un favor a alguien cercano, lo que va en desmedro de otros. Además, se realiza con sigilo, en forma oculta. El Relacionador Público nunca debe confundir el fin de la empresa con el fin de la profesión, la que debe realizarse con un estricto apego a la ética y el respeto por las personas. El tráfico

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