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Feminicidio En Juarez

18 de Agosto de 2013

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Los feminicidios de Juárez-Chihuahua - Pecados de violencia y deshumanización

Rafael Luévano

Resumen: En este artículo pretendo tratar teológicamente la realidad dramática, y a menudo minimizada, de los feminicidios en el contexto específico del Norte de México. Un número considerable de los asesinatos está relacionado con la violencia doméstica, y el resto con el narcotráfico, como resultado de la violencia con un objetivo concreto.

Palabras-Clave: Género, Violencia, Religión

Resumo: Neste artigo me proponho a tratar teologicamente da realidade dramática, e em princípio minimizada, dos feminícidios no contexto específico do Norte do México. Os assassinatos estão relacionados com a violência doméstica, e os demais com o narcotráfico, como resultado de violência com objetivo concreto.

Palavras-chave: Gênero, Violência e Religião

Abstract: In this article I aim to theologically deal with the dramatic reality, at first minimized, of the womencides that happened in Northern Mexico. The homicides are related to domestic violence and with drug dealing, and result from the violence with concrete aims.

Key-Words: Gender, violence and Religion

Desde 1993, he seguido los reportes de la desaparición de más de 250 mujeres, y el asesinato de por lo menos 500 mujeres que fueron brutalmente asesinadas en la población fronteriza de Ciudad Juárez, México [1] y en el estado de Chihuahua [2] . Aproximadamente dos terceras partes de estos asesinatos están relacionadas con violencia doméstica [3] . El resto se relaciona con el narcotráfico. Las muertes más perturbadoras son resultado de violencia con objetivo concreto. Mujeres jóvenes de entre 10 y 30 años, que son secuestradas, torturadas, violadas y asesinadas. En muchos casos sus cuerpos son mutilados. Muy a menudo se tiran los restos en las barriadas desérticas de la periferia de Ciudad Juárez [4] . En ocasiones, se dispone de los cuerpos de las víctimas en el centro del distrito financiero de la ciudad, en un aparente despliegue prepotente de la inmunidad del criminal ante la justicia [5] . Estos asesinatos se conocen comúnmente como los “asesinatos de las maquiladoras”, sin embargo, tal y como lo arguyo en este artículo, “feminicidio” es un término más apropiado para referirse a estos asesinatos [6] .

Las mujeres desaparecidas y asesinadas son sólo las víctimas mas obvias de esta violencia. En nombre de sus seres queridos asesinados, las familias y sus comunidades luchan por la justicia en los complejos sistemas policíacos, políticos y judiciales. Ha habido pocas persecuciones y el número de mujeres muertas sigue en aumento. Amnistía Internacional señala que, “la situación en Ciudad Juárez sigue siendo grave con por lo menos 28 asesinatos de mujeres reportados el año pasado (2005) y continuos niveles altos de impunidad, en particular en los casos del pasado” [7] . Estos horrores también desgarran a México entero. La violencia rampante amenaza las regiones fronterizas de los Estados Unidos, donde, para fines intensivos, el cartel del narco controla violentamente las actividades de la frontera [8] . ¿Es éste el futuro de todo el territorio fronterizo EUA-México?

En sus raíces, la violencia contra las mujeres es un ejemplo flagrante de pecado en Chihuahua. El asesinato y desmembramiento de estas mujeres rompe todos los límites de la dignidad humana. Estos actos desafían la dignidad divina con la que Dios ha dotado a estas mujeres. Estos actos son una revuelta en contra de Dios, que ama y atesora a estas mujeres. Según la prominente analista de violencia sexual en contra de las mujeres, M. M. Fortune, “la violencia sexual es un pecado… viola la calidad de persona del otro porque lo objetiviza, haciendo de ella o de él, una no-persona” .

No menos violentas y, por lo tanto, no menos pecaminosas son las estructuras sociales, políticas y económicas que crearon y ahora sostienen el entorno en que ocurren estos actos. Por ejemplo, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN, o por sus siglas en inglés, NAFTA - North American Free Trade Agreement) es el motor que empuja este sistema y ha facilitado el aumento de las maquiladoras que emplean a miles de mujeres. Están también los policías que coartan las investigaciones y el indolente sistema judicial que una y otra vez ha demostrado ser ineficaz para poner un fin a estos asesinatos. Este complejo de violencia de distintas fuerzas alimenta una estructura devastadora de opresión, una “estructura pecaminosa” para decirlo en términos teológicos.

La teóloga feminista K. G. Cannon caracteriza el pecado como teniendo una dinámica doble. “El pecado es un alejamiento de Dios, no sólo una palabra o un hecho o un pensamiento que transgrede la ley religiosa, sino que el pecado puede ser también un hacer caso omiso de la voluntad de Dios para los demás e infringirles un mal” . El primer alejamiento denota una esfera personal de lo pecaminoso, que en este estudio le aplico a los actos inmediatos de violencia en contra de las mujeres. La segunda esfera de alejamiento es hacer caso omiso del bienestar de las demás personas; esto lo relaciono con las estructuras socioeconómicas y políticas de la opresión [11] .

Más aún, sin importar si la violencia ocurre como un acto individual o surge de la opresión estructural, la consecuencia de la violencia es siempre la misma. La violencia deshumaniza a sus víctimas. La violencia destruye las cualidades de ser persona relacionadas con el cuerpo, la personalidad, el espíritu, la cultura y el género del individuo y de la comunidad. Esta deshumanización, por lo tanto, es gravemente pecaminosa.

Por lo tanto, yo empleo la categoría teológica de pecado para explorar las transgresiones de violencia y deshumanización en esta reflexión teológica sobre las mujeres desaparecidas y asesinadas de Juárez-Chihuahua, México. Sostengo que, las asesinadas y desaparecidas surgen de y representan a mujeres que amenazan el papel tradicional del hombre dominante. La desaparición y los asesinatos de estas mujeres manifiestan machismos que se han vuelto maníacos. Asimismo, le doy especial atención e incluso rindo un homenaje a las personas que Elsa Tamez llama aquéllas “contra quienes se ha pecado” [12] . Son las mujeres desaparecidas y asesinadas, y sus familias, amistades y comunidades. Estas agresiones no se pueden ver como actos aislados, sino que se tienen que entender sólo como un elemento más dentro del vasto y trágico complejo de la violencia de las estructuras sociales, económicas y políticas. Examino los actos de los pecadores, la violencia estructural y las operaciones criminales del cartel de drogas.

Aunque se han callado sus voces, por su desaparición y su muerte, estas mujeres se han convertido en profetas. Su sufrimiento denuncia los reinos de la violencia en el norte de México. Su ausencia es un clamor que advierte el aumento de derramamiento de sangre y las consecuencias de la deshumanización. La violencia que se comete en contra de estas mujeres es una muestra de su liderazgo profético en un nuevo papel de las Latinas en México, un papel que sin lugar a dudas amenaza a los Latinos, concretamente a los hombres mexicanos. El creciente número de muertas pone en tela de juicio a ciertas estructuras sociales bien establecidas tanto en México como en los Estados Unidos.

Feminicidio: El asesinato de mujeres

Las violaciones en contra de las mujeres que conllevan secuestro, violación, mutilación y asesinato caben todas en la trágica historia de la agresión de los hombres en contra de las mujeres. “Feminicidio” es el término para esta muerte violenta de las mujeres. Las estudiosas feministas y de género, en la era moderna, han adoptado este término desde hace ya cerca de doscientos años para darle una definición potente y refinada [13] . Actualmente, como resultado de las muertes ocurridas en Ciudad Juárez-Chihuahua, y recientemente en Guatemala [14] , el término “feminicidio” ha entrado en la prensa nacional e internacional [15] . Diana E. H. Russell nos da esta definición: “el feminicidio es el asesinato de mujeres por hombres porque son mujeres” [16] . Ella y otras feministas se niegan a aceptar el concepto popular de que el asesinato de mujeres es un asunto privado y/o patológico, e insisten en que cuando los hombres asesinan a las mujeres o a las jóvenes, casi siempre están implicados en la dinámica de poder, de la misoginia y/o el sexismo [17] . Además, Russell escribe: “el feminicidio se encuentra en el extremo de una línea continua de terrorismo sexista contra las mujeres y jóvenes” [18] . En términos más sencillos “el feminicidio” es violencia de género [19] .

El número de feminicidios en América latina es espeluznante. Además de las 500 muertas en México, en Bolivia de 2003 a 2004 ha habido 373 asesinatos de mujeres; durante 2003, otros 143 en Perú; y más de 2000 en Guatemala. En Colombia, cada 6 días se reporta una mujer asesinada por su pareja o ex-pareja [20] . En los Estados Unidos, la conciencia pública de la violencia en contra de las mujeres ha aumentado en las tres últimas décadas [21] . Y hay muchas leyes y servicios sociales que ayudan a proteger a las mujeres maltratadas en los Estados Unidos. Estas estructuras apenas están surgiendo en México y luchan por mantenerse vivas.

Es fundamental distinguir esta forma de violencia del homicidio. El homicidio se define como “un ser humano que da muerte a otro”. Creo que el uso poco frecuente del término “feminicidio”

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