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Fiestas De Santo Domiongo De Guzma


Enviado por   •  12 de Agosto de 2012  •  4.459 Palabras (18 Páginas)  •  632 Visitas

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Fiestas Patronales de Managua

A finales del siglo 19, en la mediana ciudad de Managua de ese entonces, el descubrimiento envuelto en misticismo de una pequeñita estatua católica de Santo Domingo de Guzmán, provocó el inicio y evolución de una festividad tradicional masiva de mucho colorido, fervor y alegría, que vino a trasformarse en las Fiestas Patronales de la ciudad capital.

Actualmente, cada Agosto, en específico los días primero y 10 de mes (feriados en la ciudad), varios segmentos de avenidas principales de Managua se inundan de gente que celebra las fiestas de “Minguito”, a como la gente ha llamado con un profundo cariño irreverente a Santo Domingo (en Nicaragua “mingo” es un apodo familiar del nombre Domingo, y minguito es un diminutivo del último).

Los capitalinos tienen diferentes percepciones de estas festividades: para unos cuantos es un evento sin importancia y simples días feriados, para otros muchos es un momento de hacer fiesta o salir a curiosear a las calles, pero para una gran parte de la población tienen un significado ligado a la devoción religiosa expresiva y bullanguera.

En Managua, las actividades de las fiestas agostinas actuales tienen dos diferentes escenarios, que se repiten cada uno de los dos días principales. Por un lado se realiza la procesión del santo, en la cual participan miles de personas y están llenas de mucha tradición cultural, expresión religiosa y entusiasmo; y en otro punto se lleva a cabo el desfile hípico y de carrozas, al que asisten también una enorme cantidad de personas con ánimos de entretenerse y participar del ambiente de fiesta de las calles.

Conozca en este Especial una descripción de las actuales Fiestas Patronales de la ciudad capital, y una referencia a la interesante historia de su surgimiento y desarrollo.

La Procesión de Minguito

El alma cultural y centro tradicional de las Fiestas Patronales de Managua es la alegre procesión de Santo Domingo, la cual surge y es mantenida por la devoción religiosa y el apego sentimental de miles de personas hacia el santo, al cual “personifica” esa antigua y diminuta estatua del mismo que ha sido tildada de milagrosa por tantas familias y generaciones sucesivas de la capital, e incluso de otras regiones del país.

Minguito, la estatua, permanece todo el año en la Parroquia de Las Sierritas, zona residencial ubicada al sur de la ciudad, hacia el Oeste del kilómetro nueve de la Carretera a Masaya. Ahí se mantiene inmóvil hasta la llegada de Agosto, cuando es sacado en procesión a visitar el centro de Managua (es llevado a la Iglesia Santo Domingo ubicada cerca del antiguo centro de la ciudad), en donde permanece por varios días hasta que es regresado a su “casa” en una procesión inversa a la primera.

El primero de Agosto se realiza la primera procesión, conocida como “la bajada del santo”, y el 10 de ese mes acontece la segunda procesión, a la que se conoce como “la subida del santo”. Esto se debe a que la parroquia en Las Sierritas está ubicada a mayor altura que el centro viejo de la ciudad. También la gente nombra a las procesiones como “la traída” y “la llevada” del santo, respectivamente.

Son miles las personas que asisten, ya sea realizando todo el recorrido junto a Minguito, o esperándolo en los puntos del trayecto que mejor les parezca o convenga. En el tumulto de gente se puede ver de todo: jóvenes, adultos, niños, bebés, ancianos, pobres, ricos (muy pocos), bonitos, feos, hombres, mujeres, hombres vestidos de mujer... incluso es posible ver a figuras de la vida política del país, que llegan a la procesión para participar con rostro sonriente de la tradición (¿o para hacerse notar por la multitud?)

Muchos son los que llegan como simples espectadores curiosos. Otros llegan porque son grandes amantes de la tradición. Pero los asistentes más llamativos e importantes son los llamados “promesantes”, nombrados así porque el motivo de su asistencia es el pago de una promesa hecha al santo, luego de que recibieran algún milagro pedido con anterioridad al mismo.

Los promesantes son la columna vertebral de las fiestas. Según su forma de pago por el milagro (la cual repiten cada año generalmente), muchos de ellos usan atuendos llamativos tradicionales que dan un colorido atractivo a la procesión. Algunos se visten con trajes folclóricos, otros de indios, muchos se embadurnan el cuerpo de aceite y polvos hasta quedar negros (son llamados los negritos), o con otras sustancias hasta quedar rojos y parecer diablos (les llaman los diablitos), otros se visten de la tradicional “vaquita”. Algunos promesantes entran a la iglesia de rodillas, otros simplemente bailan con su ropa habitual. Los hay también quienes reparten a la multitud bebidas tradicionales o comerciales, o bocadillos (esa es su promesa).

Las promesas las diseña cada devoto antes de obtener el milagro, luego de lo cual están en la obligación espiritual de cumplirlo. A veces, las promesas son inclusos transmitidas de una generación a otra. Con el pasar de los años, algunos llamativos promesantes han llegado a ser íconos infaltables de las fiestas y han creado personajes clásicos, que se transmiten también de una generación a otra.

El Cacique Mayor: Oscar Ruíz, nacido en 1945, interpreta al Cacique Mayor desde los 20 años, cuando heredó el rol de un antecesor tradicionalista conocido como el Cacique Salvaje (Santos Ocampo). Todos los años se viste pomposamente de indio y baila junto a Minguito en las procesiones principales y la del 4 de Agosto.

Chica La Vaca: Juana Francisca Villalta, nacida en los primeritos años de 1900, se viste de vaquita y baila con Santo Domingo todos los años desde 1934, cuando tomó el rol heredado por su madre, quién falleció ese año. Se hizo tan popular que todos la conocen como “Chica la Vaca” o “La Chica Vaca”. Con ya un siglo de vida, aún asiste a las fiestas de Minguito aunque sea en silla de ruedas, pues desde el 2005 no puede caminar, y menos bailar con su habitual vaquita.

Las fiestas son muy alegres. El santo es transportado en una peana plana de madera, con una base cuadrada de un metro de largo por uno de ancho, y con una altura en el centro de medio metro. Minguito, protegido por una cápsula de vidrio, es colocado en el centro, y el contorno es frondosamente adornado con arreglos de flores artificiales y plumas vistosas (estas flores, al terminar la procesión, son obsequiadas a los promesantes que las solicitan como reliquias). La peana es cargada en hombros por una multitud de “cargadores” tradicionales que se van turnando unos a otros en todo el recorrido. Para casi todos éstos, esa es la forma que han encontrado para pagar su promesa. Ellos están organizados, y hasta

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