Forma Arquitectonica
marceemoralees29 de Octubre de 2013
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Forma y función arquitectónica, los conceptos más importantes y relevantes en la arquitectura; la forma caracteriza a una edificación, pero sin embargo es la función lo que señala su utilidad y si cumple con su cometido.
A continuación veremos los diferentes puntos de vista de algunos arquitectos, que describen su inclinación a uno que otro concepto, pero sin dejar de un lado ninguno de los dos, ya que ambos son importantes a la hora del diseño arquitectónico.
Lo cierto es que en la Arquitectura es inseparable de la función y, según los funcionalista, la forma sigue a las función, las experiencias estéticas de una arquitectura se identifica con la experiencia de la función. La experiencia estética de una arquitectura se identifica con la experiencia de la función.
La utilidad es una de las propiedades fundamentales de un edificio, y éste no puede ser comprendido si no se toman en consideración sus aspectos funcionales.
Sin embargo es inevitablemente siempre se inclina la balanza a uno u otro lado, según Vitruvio, en De Architectura (siglo I a.C.), señalaba como características de la arquitectura la firmitas, o seguridad a nivel técnico y constructivo, la utilitas, o función a que se destina, y la venustas o belleza que pose. Por lo cual mayormente existe una preponderancia de una sobre la otra.
No hay mejor ejemplo de apreciar la forma sobre la función que en el desconstructivismo. El cual se libera de la teoría modernista de la forma sigue a la función. Primero se trata la forma en relación a la función, y luego los espacios en dicha
forma.
Aunque parece redundar con algunos de nuestros textos anteriores, es un hecho de que sea central para nosotros la preocupación acerca de la forma en la arquitectura. Si consideramos el maximalismo o deconstructivismo de finales del siglo XX, vemos claramente que la función de los edificios, que parecen origami o papeles arrugados tirados en las calles, no tiene nada que ver con la forma que aparentan. De ahí que se disuelve la idea sullivaniana de que la forma sigue a la función.
Por otro lado, si intentaramos aceptar el presupuesto de que la arquitectura es ante todo funcional, ¿dónde entonces cabría poner, no sólo el maximalismo, sino el barroco, el rococó, pero también el churrigueresco, o el uso de elementos y motivos arquitectónicos en la mayoría de las épocas y estilos?
Esta preocupación tiene que ver con lo simbólico en la arquitectura, ya no en cuanto a qué es lo que ésta quiere representar, sino en cuanto a la arquitectura en sí como símbolo, entendido este concepto en este caso de manera amplia, es decir como problema y posibilidad.
Podríamos negar la permanencia de lo estético en la arquitectura y limitarnos, como Loos, a considerarlo como una huella de salvajismo (lo que nos hiciera preguntar por qué vuelve en nuestra época, pero siempre cabe la posibilidad de verlo como un retroceso, además de como una respuesta generacional al movimiento anterior, constructivista), pero entonces nos encontraríamos ya no ante un problema de valor, es decir, axiológico, sino ante un problema lógico: justificar no tanto la razón o falsedad de la propuesta racionalista sobre las demás (Hundertwasser en su discurso: "Manifiesto del enmohecimiento contra el racionalismo en la arquitectura", pronunciado en la Abadía de Seckau en el mediodía del 4 de Julio de 1958, pone de manifiesto, como en su posterior "Manifiesto en pro de la alteración individual de los edificios", los estragos del racionalismo, tales como la implementación de la tasa de suicidio y del malestar generalizado en la sociedad) que la esencia de lo arquitectónico por lo
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