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Formación de ciudad y con-formación de ciudadanía

olpipequinExamen9 de Septiembre de 2013

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Formación de ciudad y con-formación de ciudadanía

Gloria Elena Naranjo Giraldo

Resumen: El artículo se refiere a la conformación de la ciudadanía en Medellín. En la línea de reflexión histórico cultural, presenta, inicialmente, una delimitación teórica, que permite abordar problemas como el de la política y la cultura en las ciudades modernas. Este marco sirve de punto de referencia para identificar procesos en Medellín, en los que contrastan los postulados de las políticas urbanas, las luchas urbanas por la inclusión -es decir, por la ciudad y por la ciudadanía-, y la integración social. Finalmente, la autora hace una reflexión sobre la relación entre la lógica y acción de la política urbana en la ciudad.

Palabras clave: Medellín; Ciudadanía; Reconocimiento; Luchas urbanas

Gloria Elena Naranjo Giraldo. “Formación de ciudad y con-formación de ciudadanía”. Estudios Políticos No. 12. Medellín, Instituto de Estudios Políticos, Universidad de Antioquia, enero-junio 1998, p. 49-65.

Formación de ciudad y con-formación de ciudadanía*

Gloria Elena Naranjo Giraldo

Del ciudadano podríamos decir lo que Tertuliano decía del cristiano: no nace, se hace. Seer y sentries ciudadano no es algo “natural” sino el resultado de un proceso cultural: en la historia personal de cada uno y en la colectiva de la sociedad

Francois-Xavier Guerra

En este artículo se presenta una hipótesis de trabajo a partir de la cual se indaga la relación entre los procesos de urbanización y las dinámicas de construcción de ciudadanía en las ciudades colombianas. Esta búsqueda se conecta, necesariamente, con el entorno latinoamericano, pero las reflexiones sobre las luchas ciudadanas y las políticas urbanas que se intercambian, se orientan a experiencias sobre la ciudad de Medellín.

Una hipótesis general para la explicación del conflicto urbano en Medellín puede ser la “dialectica del reconocimiento”, tal como la propone el filósofo Angelo Papachini. Apoyados en este autor, la propuesta consiste en pensar el derecho a la ciudad como configuraciones y momentos de un proceso constante de lucha por el reconocimiento, para precisar la dinámica de la interacción social y la lógica interna de los conflictos: “la dinámica del reconocimiento permite una explicación razonable de la obligación de respetar la humanidad del otro: la progresiva toma de conciencia de los caminos sin salida y de las contradicciones en que se pierde una voluntad unilateral de dominación, constituye una estrategia más apropiada para sustentar el imperativo de la no-violencia y el respeto por la vida y la libertad”.1

Una línea concreta de investigación en este sentido buscaría: a) comprender la conformación de la ciudadanía en las formas, tiempos y ritmos de las luchas urbanas y ciudadanas por el reconocimiento del derecho a la ciudad, b) explicar los condicionamientos e interacciones conflictivas con los modelos de urbanización que agencian las políticas urbanas, sociales y culturales. Uno y otro proceso, insistimos, son la construcción mutua, aunque desigual, de las relaciones entre el Estado y la sociedad civil, y alguna oportunidad para la democracia.

En este artículo se avanza en el sentido propuesto, presentando, en primer lugar, una delimitación teórica para lograr una aproximación a los procesos de construcción de ciudadanía en una perspectiva histórica y cultural. En segundo lugar, también desde un punto de vista teórico, se señalan los términos de la relación política y cultura en el ámbito de la ciudad moderna y contemporánea. El tercer tópico, se refiere a unos postulados sobre las políticas urbanas y la integración social. Por último, se presentan unas consideraciones, descriptivas, en torno a las luchas urbanas y ciudadanas y, críticas, sobre la lógica y acción de la política urbana, ambas en la ciudad de Medellín. Estos puntos, entre otros, son la base para justificar una agenda de investigación urbana, en una perspectiva histórica, política y cultural.

Una perspectiva histórica y cultural para la ciudadanía

La comprensión de la modernidad política y cultural en los países periféricos2, de los procesos de construcción de democracia y ciudadanía, exige pensar de otra manera la innovación y la resistencia, las continuidades y las rupturas, el desfase en el ritmo de las diferentes dimensiones de cambio y las contradicciones no sólo entre distintos ámbitos sino entre diversos planos de un mismo ámbito. Hablar en estos países de pseudomodernidad y, como correlato, de pseudodemocracia y pseudociudadanía, u oponer modernidad a modernización (o tradición y modernidad) “como segmentos separados de lo social y lo cultural, acaba legitimando la visión de los pueblos de América Latina como meros reproductores y deformadores de la ‘verdadera modernidad’ que los países del centro elaboraron, impidiéndonos comprender la especificidad de los procesos, la peculiaridad de los ritmos, la diversidad de las formas, la simultaneidad de los tiempos y la diversidad de los mestizajes en que se produce nuestra modernidad política y cultural”.3 Y, por supuesto, también nuestras democracias y nuestras ciudadanías.

Para pensar de otra manera, según la exigencia de las ciencias sociales contemporáneas, la antropología política debe prestarle atención al lenguaje de los acontecimientos y a las tendencias de la época: su tarea interpretativa debe partir de lo que es, según nuestro punto de interés, de las ciudadanías realmente constituidas a lo largo de siglos de experiencias, reivindicaciones y luchas. Para ello se recurre a una mirada compleja de la historia y la cultura. Como elemento central de intelegibilidad, para dejar de ser un telón de fondo que da colorido a las escenas, la primera. Como parte constitutiva de lo social, para dejar de ser un objeto separado para especialistas, la segunda. Este doble registro histórico y cultural, es el mismo que propone Francois-Xavier Guerra, un historiador que convive con la antropología en su propósito de reflexión sobre la génesis del ciudadano en América Latina.4

En Colombia, el estudio sobre la conformación de ciudadanía en una perspectiva histórica y cultural, se recoge en la propuesta en que viene comprometida la socióloga Maria Teresa Uribe. En su investigación sobre la reconstrucción de las ciudadanías mestizas, como verdaderas componentes elementales de la trama de la política, en el marco de la historia del constitucionalismo colombiano, nos dice: “prefiero hablar de mestizaje político cultural con el ánimo de reconstruir las huellas y las improntas que comunidades, organizaciones societales, corporaciones y etnias han dejado en esta figura central del mundo político moderno: el ciudadano individual y sus derechos” .5

Estas ciudadanías mestizas y sus derechos no hablan únicamente de la estructura formal de una sociedad, indican, además, el estado de la lucha por el reconocimiento de los otros como sujetos con intereses válidos, valores pertinentes y demandas legítimas. De manera que, reconduciendo el planteamiento del antropólogo Néstor García Canclini6, los derechos deben ser reconceptualizados como “principios reguladores de las prácticas sociales”, de un lado, haciéndolos abarcar las prácticas emergentes no consagradas en el orden jurídico y el papel de las subjetividades en la renovación de la sociedad y, del otro, incitándolos a comprender el lugar relativo de estas prácticas dentro del orden democrático.

Atentos a este razonamiento, se va hasta el núcleo de lo que en la política es la relación social: el ejercicio de la ciudadanía, sin desvincular esta experiencia de las formas de identidad, ni de las redes sociales de que hace parte. Ahora, las pertenencias culturales componen, también, la identificación ciudadana. En su dimensión política, la ciudadanía puede ser entendida como la titularidad de los derechos fundamentales y por tanto inscrita en el paradigma del Estado social y democrático de derecho. Caben aquí, en especial, los derechos económicos, sociales, culturales y los derechos civiles y políticos. Se trata de los referentes de universalidad necesarios para cualquier construcción común de sociedad, basados en la lucha por el pluralismo político. En su dimensión cultural, la ciudadanía remite a los procesos socioculturales inscritos en tradiciones históricas y dinámicas locales, comunitarias y ciudadanas. Aquí, se ubican los referentes de la particularidad que se basan en el reconocimiento de las diversidades históricas y culturales, lo cual se relaciona con la lucha contemporánea por el pluralismo cultural. Así, la ciudadanía, junto con principios, valores y derechos universales se hace realidad colectiva y experiencia social compartida.

2. Política y cultura en la ciudad

Una perspectiva cultural para el estudio de las ciudades da cuenta, a la manera del historiador José Luis Romero7, de la modernización de las ciudades en su especificidad antropológica: los cambios en los modos de estar y sentries juntos, la desarticulación de las formas tradicionales de cohesión y la modificación estructural de las formas de sociabilidad.

Para Jesús Martín Barbero, el análisis de la vida social se ha resentido a la hora de dar cuenta de los cambios que atraviesa la cultura cotidiana de las mayorías. Se refiere a la pluridimensionalidad del tiempo histórico y a la persistencia de estratos profundos de la memoria y de la mentalidad colectiva que son sacados a la superficie por las bruscas alteraciones del tejido tradicional producidas por la aceleración modernizadora. Es en este sentido que se destaca la reflexión de Fabio Giraldo

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