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Fortalezas Y Debilidades De La Administración pública


Enviado por   •  14 de Noviembre de 2012  •  2.948 Palabras (12 Páginas)  •  5.216 Visitas

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El proceso político y social desarrollado en nuestro país a partir de 1999, ha estado signado por el rompimiento de paradigmas inimaginables años atrás, el más importante por las repercusiones, ha sido la implementación e instrumentación de una política económica alejada de los tutelajes externos influenciados históricamente por el imperio norteamericano, que ha desenmascarado la forma tradicional impuesta del hacer política económica, tutelaje subliminalmente derivado de las grandes trasnacionales a través de los organismos internacionales creados fundamentalmente luego de la segunda guerra mundial.

|En Venezuela así como en la mayoría de países latinoamericanos y caribeños, ha quedado firmemente demostrado que el paternalismo externo lo que ha originado es una enorme deuda externa y los mayores índices de pobreza que ha conocido la humanidad. En el caso de la economía, el asunto está, en que si esta no hubiera alcanzado los niveles que reflejan las cifras macroeconómicas que pueden ser signos de desarrollo pero no de crecimiento (ocurre en la dinámica capitalista), y que a su vez, ha producido bienestar en la gente sobremanera los más pobres que han sentido en el bolsillo un nuevo valor del salario real (poder adquisitivo), podemos decir entonces que los niveles de producción de bienes y servicios medidos a través del indicador (Producto Interno Bruto), están reflejando crecimiento económico, verbigracia, en las actividades no petroleras, lo que nos lleva a concluir que una nueva forma inédita si se quiere de hacer economía está cumpliendo con el axioma “barriga llena corazón contento”, dicho de otra manera, y a pesar de las misiones, si la economía no estuviera como en buen italiano avanti, avanti, la situación político electoral fuera distinta a estas alturas del juego en la intención del voto hacia el presidente.

Las reflexiones anteriores nos obligan a definir que en cuanto a la política económica sí ha llegado la plataforma de la revolución bolivariana, de igual manera podríamos decirlo en la educación y la salud, en la cultura y en la conciencia de un pueblo que no se deja engañar por la acción mediática, no obstante, los organismos no están a la altura de los acontecimientos. Sabemos que un proceso revolucionario no está a la vuelta de la esquina aunque se ostente el poder político y que hay etapas por consumir, una de ellas, de importancia vital es la creación de conciencia revolucionaria y compromiso vanguardista sobre la cual hablaremos en otra oportunidad pero que no deja de preocupar, no obstante si decimos que es una falla estructural y obscecuente ante el enemigo histórico.

Uno de los paradigmas sobre el que se ha hablado y mucho menos reflexionado, es el de la administración pública venezolana, incluida aunque a algunos no les gusta, desde Pedevesa y el Banco Central de Venezuela hasta la más pequeña Alcaldía, pasando por la CVG y todas las empresas filiales, ministerios, institutos autónomos y universidades públicas, la propia Contraloría General y el Ministerio Público, no podemos dejar por fuera la institución militar y las policías. Se ha avanzado en alguna proporción en el manejo de las decisiones e implementación de políticas bajo la premisa de un Estado soberano e independiente, lo que no ocurría en el pasado reciente.

En nuestro concepto un nuevo paradigma ha surgido en la administración de la cosa pública y es el referido a las misiones, que han impuesto en una economía sana y dirigida a otros fines distintos a los de la cuarta república, una acción paralela y/o complementaria, dispuesta a ser absorbidos por los entes existentes en cuanto a la especificidad de cada uno de ellos, complejidad necesaria de abordar y suscribir como una necesidad en el contexto de las políticas públicas.

La Ley de Presupuesto Público exige la elaboración por proyectos para la asignación de recursos en cada ejercicio fiscal, digamos que el propósito fundamental es el cumplimiento de metas y objetivos previamente definidos y que tienen como orientación filosófica la elaboración de política bajo el cumplimiento de la Misión y la Visión de cada entidad, esto, de esta manera es un gran avance y ofrece la posibilidad de transitar bajo la égida de la Planificación Estratégica hacia fines superiores en el rendimiento de la gestión.

Surge la pregunta necesaria y útil para los efectos de medición de los avances logrados en materia política y consolidación del proceso de transformaciones que vive el país, ha llegado la revolución a la administración pública?. En este sentido, no podemos hablar de uniformidad o que haya ocurrido de manera sistemática y gradual en su seno, por supuesto que las aristas y lecturas pueden ser infinitas dependiendo de la óptica e interés por marcar el paso. En primer lugar, tenemos que abordar lo conceptual del asunto, de qué se trata cuándo decimos sí ha llegado la revolución a la administración pública, tratemos de manejar esta definición para el desarrollo posterior y de esta manera didácticamente poder explicar que no ha llegado y cuáles son las razones del vacío.

La revolución en la administración pública, no es otra cosa, que colocar el servicio del Estado en la orientación político ideológica para producir resultados hacia los sectores más vulnerables de la sociedad y para aquellos que representan el porcentaje de habitantes en los niveles de pobreza y pobreza extrema; es la asunción de un estado de compromiso dirigido a eliminar los vicios y corruptelas del pasado oprobioso y catapultar a la administración conjuntamente con el pueblo hacia nuevas formas de concebir el ejercicio público, es decir asignarle al Estado como entidad un nuevo estado de conciencia y revolucionaria.

Son extraordinariamente complejos los procesos que se generan hacia el interior de los organismos e instituciones públicas; hay una buena parte de empleados públicos de carrera; el mecanismo de ingresos ha estado sujeto por lo regular al elemento discrecional; el ministro, el presidente de un instituto, de una corporación; el gobernador, el alcalde, solo atienden el ingreso del personal de confianza pero, existe una gran falla que ocurre a menudo, obvian el sentido político administrativo de las designaciones inclusive de directores que no ofrecen el sentido de la oportunidad y no manejan la variable entorno para la toma de decisiones, es decir, no ostentan el cargo como un compromiso serio de cara al proceso que estamos viviendo y sintiendo, esto es palpable en los proyectos y realización de las políticas. Como ejemplo, en días pasados un compatriota muy acucioso con los medios y fruto de sus investigaciones me daba un dato que me pareció importante y merece que se los comunique, es lo siguiente: en un período de casi dos años, desde que el presidente asomó por primera vez

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