Fraternidad: definición filosófica y sociológica; internalización y práctica de su simbolismo masónico intra y extra muros

Trabajo en conjunto

Fraternidad: definición filosófica y sociológica; internalización y práctica de su simbolismo masónico intra y extra muros.

La Fraternidad, en castellano, deriva de “Fraterno”, de origen latino “fraternus”, que significa perteneciente a los hermanos, y de fraternitas, que es definido como “unión y buena correspondencia entre hermanos o entre los que se tratan como tales”. Con otra mirada sobre la expresión Fraternidad nos encontramos que se recuerdan como sus sinónimos: hermandad, hermanazgo, unión, amistad y confraternidad.

El término Fraternidad encuentra en el latín correspondencia en la palabra Frater que significa Hermano. No así en Amigo. La amistad implica conocerse mutuamente, eso determinará cierta afinidad o intereses para finalmente llamarse amigos. Puede ser frágil la amistad, debido a que el cese de la afinidad o cambio de intereses, pueden significar la enemistad. Muy por el contrario la Fraternidad como Hermandad, es un lazo indestructible. Viene del alma dicen unos, manifestación de amor declaran otros. Para la Fraternidad Masónica, no importan las diferencias, creencias, ideologías, aficiones o posición social para mantenernos en ese estado de Hermandad.

La fraternidad en los grupos humanos como los nuestros comprenden algunas actitudes hacia el prójimo dignas de practicar para alcanzar un poco más la perfección moral y espiritual. Sentir la alegría y el sufrimiento ajeno, entender al otro, colocarse en su lugar, escucharlo y posteriormente aconsejarlo, disculparse con él mirándolo a los ojos si lo hemos mal entendido, apreciarlo con sus defectos y debilidades, guiarlo en momentos de oscuridad, brindarle luz cuando se siente perdido, darle certezas cuando no se siente seguro, levantar su imagen cuando otros hablan mal de él, creer lo que nos dice aunque tengamos dudas producto de nuestros prejuicios, mantenerlo a cubierto si para ello es necesario dar nuestra vida, proteger su secreto como si fuera nuestro, respetar su silencio como respetamos nuestra libertad, ayudarle en el camino del progreso espiritual sin esperar recompensa alguna, no menospreciar en ningún momento la ayuda que nos quiere brindar por básica o escasa que esta sea, creer que él puede ser mejor que uno siempre, confiar ciegamente en él aunque eso nos comprometa o involucre a hacer algo él, quererlo, amarlo y respetarlo como un hermano o hermana, digno de recibir lo mejor de nuestra vida aunque esta sea sólo una apariencia, una ilusión como tantas otras que transitan por este mundo, dejando huellas.

Nuestras conductas,  tienen un trasfondo, un hilo conductor. Resulta fácil reconocer por su comportamiento a la engreída, reconocer a la ambiciosa, reconocer a la soberbia, reconocer a la tímida, reconocer a la humilde, reconocer a la silenciosa , reconocer a la charlatana, pero ¿Cómo reconocemos a una masona?. Efectivamente, el sello que cada una de nosotras imprime en lo que dice y hace, nos hará reconocibles.

Vivimos en un mundo convulsionado, estamos en una sociedad globalizada, todo está interconectado, la información crece por segundos, y el ser humano cambia como todo en la faz de la tierra, hoy encontramos mayoritariamente a los ejemplares elitistas, arribistas, individualistas, consumistas, socialmente indiferentes; ese es el campo en que debemos trabajar las masonas, esa es la árida tierra en la que pretendemos sembrar Fraternidad.

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