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Geohistoria


Enviado por   •  7 de Abril de 2013  •  1.072 Palabras (5 Páginas)  •  215 Visitas

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En Francia

En la historiografía francesa ya desde finales del siglo XIX va calando la necesidad de interrelacionar las ciencias de la geografía y de la historia. Para Michelet (1798-1874) el suelo no es una escena inerte de la historia, sino un componente activo del pasado. Pero la concepción de la geografía no dejaba de ser como la de servidora de la historia. Así Vidal de la Blache ha escrito maravillosas páginas de introducción geográfica a la historia francesa.

Para Vidal de la Blache, discípulo de Ernest lavisse y fundador de la geografía francesa moderna la descripción y explicación de un paisaje no son fines en sí mismos, no tienen sentido y utilidad sino en relación a la vida de los hombres.

Para Vidal de la Blache escribiendo en 1913: la historia y la geografía son antiguas compañeras que han caminado juntas y como viejas conocidas han perdido la costumbre de discernir las diferencias que las separan. Y en otro lugar la geografía es la ciencia de los lugares y no de los hombres; se interesa de los sucesos de la historia, en cuanto ponen en obra y en luz, en los lugares donde se producen, sus propiedades, sus virtualidades que sin ellos serían y permanecerían latentes. Pero ni historiadores ilustres como Marc Bloch ni geógrafos prestigiosos como M. Aoger Dion han sabido darnos la fórmula de combinación y colaboración entre ambas disciplinas. En realidad sólo A. Dion se definió como especialista en geografía histórica.

Sin embargo F. Braudel ya hizo en su tiempo un llamamiento a la geohistoria sin marcar claramente las reglas de la interacción mutua entre la Geografía y la Historia. Para este autor la geografía es el estudio de la sociedad en el espacio, por lo que la geohistoria plantea los problemas humanos como los ve desplegados en el espacio ya ser posible cartografiados. Es el intento de liberar a la geografía de ese persecución de las realidades actuales a las que únicamente o casi, se aplica y obligarla a repensar con sus métodos y su espíritu las realidades pasadas; obligar así a los geógrafos a prestar más atención al tiempo ya los historiadores a interesarse más por el espacio y lo que éste soporta, por lo que engendra, por lo que facilita y por lo que dificulta, en una palabra, inducirles a tener suficientemente en cuenta su formidable permanencia. Para F. Braudel la observación geográfica de la larga duración nos lleva hacia las más lentas oscilaciones que pueda conocer la historia. Pero el tiempo largo no es la eternidad, pasar del primero a la segunda es correr el riesgo del determinismo físico. También la geografía tiene su evolución y sus cambios de ritmo.

Uno de los historiadores franceses que asume con mayor vigor metodológico la geografía histórica o la geohistoria es E. le Roy Ladurie en sus trabajos sobre el clima, en donde combina las técnicas históricas y las geográficas. Se trata propiamente de un trabajo histórico sobre un tema propiamente geográfico como es el clima.

Un continuador de las ideas de l. Febvre en geografía histórica es P. Gourou. Para este autor las relaciones del hombre con el espacio y con el medio están condicionadas por las civilizaciones o formas de valorar las potencialidades del espacio. La civilización aparece como un marco dado, siendo así que ella también es susceptible de ser estudiada históricamente ya que es capaz de evolucionar.

Los ruralistas franceses como A. Livet, X. de Planhol, G. Sautter, A. Brunet y el mismo E. Juillard parten del supuesto de que los pueblos han dejado señales en la estructuración del espacio. Se trata de un proceso retrospectivo al que se llega del estudio de las estructuras agrarias actuales y de la consideración de los paisajes rurales de hoy día. A. Livet lo dice textualmente Un relieve es hoy estudiado tanto o quizá más en función de los variados sistemas de erosión que contribuyeron a moldearlo, que de las fuerzas actuales que lo modifican. Pues con mucha más razón es indispensable, en un sector de las investigaciones tan movedizo como la geografía humana, tener en cuenta el estudio de las formas heredadas. En los ruralistas el proceso se señala en la dirección de llegar al pasado desde el presente. Cada uno de los elementos geográficos en que se descompone un paisaje viene estudiado en un proceso retrospectivo para luego en una labor de síntesis hermanar todos esos elementos en un paisaje rural del pasado.

Los ruralistas también pueden aceptar la ayuda de las fuentes históricas. Si las fuentes nos hablan de fenómenos geográficos que acaecieron en un momento histórico concreto, la evaluación de esos fenómenos continuada a lo largo de la historia nos puede servir para valorar desde el pretérito el presente. Este proceso geohistórico de pasar del presente al pasado y del pasado al presente no es necesariamente integral, global y completo con respecto a todos los elementos geográficos. Basta con el seguimiento selectivo ya sea retrospectivo, desde el presente al pasado o dinámico desde el pasado al presente. En este doble proceso el paisaje es un elemento más de esa geohistoria, si bien el objetivo fundamental es el estudio de la sociedad.

E. Juillard es un ruralista en su famosa monografía La vie rurale dans la plaine de Basse-Aisace, Estrasburgo, 1953. En esta monografía el autor aplica las técnicas geográficas al estudio de ciertos problemas sociales. No cree que su trabajo sea diferente en muchos aspectos al realizado por un historiador o un economista. La geohistoria se acerca mejor a la historia total que la simple historia.

Según E. Juillard el geógrafo al intentar explicar las etapas de la apropiación del espacio por el hombre, entre todos los elementos a la mano, escoge los objetivos de su estudio en función de su punto de vista propio que es la localización, la extensión, el estudio de las variaciones locales y regionales de frecuencia y de intensidad. El geógrafo no busca en el pasado reconstruir la curva de sucesos, sino que busca constantes, permanentes y que no tienen variación sino a larga escala. La curva de los hechos que sigue de guía al geógrafo, se la ha marcado previamente el historiador. Por otra parte el historiador no puede ignorar la mutabilidad del medio geográfico al que a veces lo considera como un cuadro inmutable. El geógrafo le debe recordar junto a la estabilidad aparente de los elementos topográficos y climatobotánicos, las modificaciones que impactan en el

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