Good Bye Lennin

Habiendo teniendo una niñez durante los años ochenta y principios de los noventa es difícil pronunciar las palabras “eso no sucederá jamás”, de jugar a las escondidas, a “la trai”, voto, bebeleche y un sinnúmero de juegos que ocurrían durante la tarde con tus amigos de la cuadra, pasamos a una juventud de controles con formas “ergonómicas” hasta el famoso Candy Crush, así que si me dicen que mañana en verdad tendremos coches voladores lo creo, he visto pasar la tecnología ante mis ojos, soy de esa tan despreciada Generación X, que a tan sólo 10 años de edad me entere de la caída del muro de Berlín, pero ¿qué significaba eso para una niña de 10 años?, sólo una cosa: Pink Floyd es profético, el muro cayó y ahora los pobres alemanes del Este podrán ser libres, mi razonamiento no iba mas allá de un videoclip de Mtv. Y es aquí cuando al ver la película “Good Bye Lenin” reflexioné sobre eso mismo: “yo veía Mtv a mis escasos, pero bien vividos 10 años”.

El capitalismo forma parte de mi vida entera, desde las compras de dulces “americanos”, hasta el ya rutinario y agendado viaje a McAllen “de shopping”, modismos al hablar, al vestir, han sido cotidianos en mi vida, y pensar que en un futuro me levanten un muro que me impida hacer todo lo que he venido haciendo seria un “shock”, lo cual me lleva a analizar el comportamiento de Alex nuestro protagonista, donde hace todo lo posible para que su Madre (socialista de hueso colorado) no se entere de la caída del muro.

Analizando la búsqueda casi implacable de Alex por los frascos o recipientes de mermeladas, pepinillos y refrescos de marcas locales no pude evitar pensar como mercadóloga, el capitalismo en verdad acaba con los pequeños negocios, las marcas con poco flujo de capital están casi destinadas a morir en el intento de competir con las marcas transnacionales, y si le sumamos el sistema tributario de México, es casi como si nos dieran el instructivo para no pensar, no generar empleos, la mitad de tus ganancias las recibe el gobierno, lo cual te hace optar por un trabajo “seguro” donde la paga llegue quincenalmente.

El capitalismo te vuelve obsoleto mas rápido, ya no se aprecia el trabajo artesanal, todo es en serie, funcional y desechable, los chicos de ahora no se sorprenden de nada, y es entendible, ver videos en YouTube de Dora la exploradora para que no lloren es mas fácil que salir a jugar con ellos a “la trai”, voto, las escondidas, así que si me preguntan: ¿que prefiero un muro o el capitalismo? Yo prefiero que regresen los ochentas, sin globalización y celulares que no son más que el grillete moderno del esclavo laboral, sin internet, con trabajos hechos por ti mismo, donde tomar agua de la llave era la forma más normal de hidratación y no tener que llegar a una tienda y no saber qué marca de líquido escoger, donde hasta la música era hecha desde el corazón y no desde la billetera, pero (eso sí) con la libertad de escoger lo que tu quieres.

Los Ochenta no regresarán y al hacer el recuento de los daños entiendo que soy parte del pasado, del presente y tengo la esperanza de ser leyenda en al menos uno o dos estudiantes, por esa razón tomé la decisión no ocultarles absolutamente nada de información; además, mi capacidad de asombro crece cada día y tengo nuevas formas de comunicarme. De tal suerte que yo no actuaría como lo hizo Alex con su madre, sino todo lo contrario, yo pretendo enseñarles a mis alumnos lo mucho o poco que he aprendido en este trágico-cómico-musical periodo de mi vida, intento despertarles el gusanito de lograr más, no sólo de tener, sino de ser un ejemplo de trabajar por lo que amas y así evitarles la fatiga de renegar cada mañana para empezar su día laboral.

...