ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Grupos Vulnerables

numamn4 de Noviembre de 2012

4.640 Palabras (19 Páginas)451 Visitas

Página 1 de 19

Grupos vulnerables: Drogadicción y Alcoholismo.

El medio urbano dejó desnuda a la familia en su precariedad y dependencia para satisfacer las necesidades de trabajo, alimentación, salud, educación, recreación... y la experiencia subjetiva de vulnerabilidad se acentuó. Evidentemente, este fenómeno entraña cierto debilitamiento de la institución familiar tradicional.

En general, el venezolano desconfía de las relaciones interpersonales que no tienen que ver con sus espacios primarios -familiares y amigos-, por lo tanto, fuera de ese ámbito solo admite compromisos egoístas donde la inmediatez y la tendencia a sobreproteger su inversión en participación colectiva le imposibilita la construcción de comunidad, el fijar objetivos comunes y crear la confianza para el esfuerzo social. En este sentido, haciendo referencia a los cambios culturales que Venezuela ha venido sufriendo a través de cincuenta años

Para nosotros el fenómeno del consumo masivo de alcohol y otras drogas se debe explicar desde una lógica multicausal, es decir, desde un análisis complejo en el que se integran variables de distinto nivel e impacto, no sólo de orden individual, sino también social colectivo, en este análisis se debe proponer la vinculación de todos los niveles de la integralidad del ser humano Bio-Psico-Social-Espiritual, por lo que es propicio en toda Venezuela intervenciones en una lógica multidisciplinaria y multisectorial.

Drogadicción.

La relación entre exclusión social y consumo de drogas

Disponemos de datos sobre la situación social de la población en tratamiento. Entre los factores socioeconómicos relacionados con el consumo de drogas encontramos un bajo nivel de educación, el abandono escolar precoz, el desempleo, los bajos salarios y los trabajos difíciles, una renta baja y deudas, la inseguridad de la vivienda y la falta de domicilio, la mortalidad y las enfermedades relacionadas con las drogas, las dificultades para acceder a la atención médica y los estigmas sociales

Se observan diferencias importantes en las condiciones sociales del consumo de drogas dependiendo de la sustancia consumida y las pautas de consumo; las peores condiciones tienen lugar entre los consumidores de heroína y opiáceos y entre los drogodependientes crónicos.

El ser percibido como consumidor de drogas marca muy negativamente la vida tanto social laboral del individuo. Produciéndose una construcción social referencial bajo el estigma de drogadicto o toxicómano, que es siempre arbitraria, cultural y totalizadora.

La Sociedad busca clasificar y dividir a los seres humanos en función del grado de pertenencia o no a ésta, por lo que excluye a unos colectivos (generalmente los más débiles) de toda participación social y lo hace en el ámbito de las ideologías excluyentes, bajo miles de atributos negativos que justificar ésta su exclusión/marginación, entendiendo por esto último la decisión social -de forma implícita-, de prescindir de ciertos individuos, aquellos que se encuentran en los límites o fuera de ellos (como es el caso de los toxicómanos).

El consumo es una pérdida de calidad de vida, pero también se convierte en un hecho diferencial con relación a quienes no son consumidores (la mayoría). El adicto vive la vida a través de la sustancia y adquiere sin saberlo el rol de drogodependiente, perdiendo su lugar/espacio en la Sociedad, siendo exiliado, apartado, separado, son minusvalorados socialmente.

La ruptura con el consumo es el primer paso para lograr la reinserción social, es crearse nuevos estilos de vida libres de drogas, adquiriendo nuevos valores psicosociales, logrando una cierta calidad de vida.

El siguiente paso sería su integración laboral. Esta pasaría necesariamente por un periodo de formación, en el que no sólo deberá adquirir los conocimientos necesarios para desempeñar una actividad laboral, sino las habilidades sociales perdidas. Porque tener un empleo no es sólo desempeñar unas tareas, realizar un trabajo y recibir un sueldo por ello, es mucho más. Es ocupar o volver a ocupar un puesto/lugar en la sociedad. Sólo participando activamente en la sociedad (a través del trabajo) es cuando se nos reconoce como individuos de plenos derechos y deberes, es cuanto “somos” para los demás, es aceptación y responsabilidad social. Estas ideas son las que se desarrollaran en las siguientes páginas.

El estigma de la exclusión social de la drogadicción

El estigma de consumidor de drogas actúa marcando negativamente la vida social del individuo. El proceso de la construcción de este estigma es siempre arbitrario, cultural y surge de la necesidad de censurar a aquellas personas que se desvían de lo que es o no asumido como aceptable desde el punto de vista social y cultural. Opera como una definición totalizadora con capacidad para desacreditar a la persona/consumidora de sustancias tóxicas en el intercambio social. El proceso de estigmatización convierte al drogodependiente en un ser desposeído, su definición social se establece por comparación con los no consumidores y esta comparación sirve para fijar su posición social como alguien que es diferente e inferior. El toxicómano (consumidor activo) es representadocomo un objeto por su imposibilidad social a la hora de definirle Socialmenteno es sujeto de habla ni de acción (no participa, no interviene), son los demás quienes desde posiciones superiores toman la palabra por ellos/ellas.

Su vida como individuo se ve señalada y cargada de atributos negativos. El trato con el/ella puede implicar riesgo, desconfianza al ser percibido como un individuo que puede llegar a ser peligroso (imagen negativa que cambiará gracias a los programas de metadona), que cuando ingiere sustancias no es “capaz” de distinguir entre lo que debe y no debe hacerse, creyéndose que perjudica a los demás y así mismo con sus actos.

Hacia la drogadicción existe una visión social negativa que legitima su exclusión. Lo que busca la Sociedad es una taxonomía para clasificar a los seres humanos en función del grado de pertenencia o no social, su grado de implicación en relación con la vida Pública de modo que sus aspectos (génesis social) está más en función de lo que es, que de lo que le pase. A todos nos sorprende la facilidad con la que los sistemas sociales inventan cada día nuevas formas de exclusión social, incluso más lo hacen los pliegues justificativos de esa minusvaloración social de los excluidos, ocultando bajo las argumentaciones “científicas”, políticas e ideológicos constructos sociales trasnochados y vinculados a las desigualdades humanas.

En el ámbito de las ideologías excluyentes, nos encontramos con ciertos paralelismos entre los diversos grupos de personas excluidas (salvando las características particulares de cada grupo: prostitución, drogadicción, alcoholismo, etc.). Sobre todo cuando hablamos de minusvalía, discapacidad y deficiencia (según la Clasificación Internacional de la O.M.S. en este tema), es decir, es la inferioridad de un individuo, ocasionada por algún tipo de incapacidad social que afecta a las personas que han consumido drogas durante un largo periodo de tiempo.

Un exdrogadicto en el mundo social ha sido calificado como toxicómano, yonki o drogadicto, etc. Atributos negativos que permanecen en el imaginario social, jurídico y político (aquellos que están al borde de perder su ciudadanía sino la han perdido ya).

El drogodependiente por el consumo reiterado de sustancias tóxicas será víctima de una deficiencia social –pérdida de habilidades, de una estructura o función, dependiendo de las sustancias consumidas-, por tanto, adquiere una discapacidad –restricción o ausencia de la capacidad de realizar una actividad en la forma o dentro del margen considerado “normal” para un ser humano-. Y una minusvalía social –situación desventajosa tanto social como laboral, consecuencia de esa deficiencia adquirida y por la discapacidad social que limita o impide el desarrollo y desempeño de un rol sociolaboral que es “normal” en otras personas semejantes a el/ella-. Que en el caso de los consumidores de sustancias tóxicas, se produce su apartamiento social.

Los discursos sociales excluyentes tratan de legitimar la marginación social condenando a sus receptores. Por tanto, marginación es no-integración, no-asimilación, no-inclusión. Implica no ser reconocido como ciudadano y sí como

“drogadicto”, “marginado”, siendo expulsado y no considerado como persona, ni como ser humano de plenos derechos y deberes. Tan sólo en los últimos años, se le ha asignado el rol de enfermo.

El drogadicto no es sólo un discriminado, su problema no es que tenga un peor trato sociolaboral que le impide acceder a ciertas actividades en condiciones desventajosas o que incluso existan espacios sociales a los que él/ella no pueden acceder. Sencillamente, es que el drogadictono está, no existe, ha sido borrado, suprimido, eliminado de los canales sociales, ignorado. Actualmente se le está incluyendo en programas: de metadona, de rehabilitación e inserciónsociolaboral, etc. Es decir, se le está volviendo a incluir una vez que fue excluido (nunca se le brindo la oportunidad) se le marginó.

Desde el punto de vista social, la marginación supone implícitamente la decisión de prescindir de ciertos individuos, aquellos que se encuentran al límite o fuera de los límites del sistema social y el toxicómano se encuentra en estos umbrales (robos, asaltos, prostitución, etc.) abandonándoles poco menos que a su suerte, o a lo que les brindan algunas ONG’s que trabajan con ellos/ellas. Socialmente se les olvida, no se los tiene en cuenta a no ser para compadecerse

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (30 Kb)
Leer 18 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com