Henrik Ibsen - Enemigo Del Puebli
sandaurm4 de Abril de 2013
30.279 Palabras (122 Páginas)654 Visitas
Henrik Ibsen y Un enemigo del pueblo
La Opinión Pública al escenario
Texto preparado a partir de apuntes de Esteban López-Escobar.
Guión original y biografía extraídos de Internet.
Henrik Ibsen (1828-1906) llevó la Opinión Pública al escenario. El dramaturgo noruego
escribió Un enemigo del pueblo en 1882 y resultó ser un interesante ensayo sobre la opinión
pública y otros asuntos relacionados con ella.
En esta obra, el doctor Tomás Stockman, que es presentado como un buen colaborador de
La Voz del Pueblo, es considerado en primer término, por su hermano el alcalde Pedro
Stockman, como un enemigo del pueblo; después los responsables del periódico lo califican
de "amigo del pueblo" y, finalmente, ellos mismos, al final de la tormentosa sesión que se
presenta en el cuarto acto, proponen declararlo "un enemigo del pueblo".
Enseguida viene a la mente la conocida frase atribuida a Aristóteles "Amicus Plato, sed
magis amica veritas”, es decir “Soy amigo de Platón; pero soy más amigo de la verdad”.
Aristóteles (384-322 aC.), discípulo de Platón (427-347 aC), admirador de su maestro del
que valoraba la profundidad de su pensamiento y de su argumentación filosófica, y la
moralidad de su conducta y de sus sentimientos, consideraba aun más importante la
búsqueda de la verdad. Como veremos más adelante, Stockman afirma con su
comportamiento y palabras que es “Amicus populus, sed magis amica veritas”; que es
amigo del pueblo, pero aún más de la verdad; que su amistad con el pueblo no puede darse
sin la amistad aún superior con la verdad.
La historia de Un enemigo del pueblo, cuya acción transcurre en una villa costera de
Noruega, es la siguiente: la ciudad ha conseguido cierta reputación por su balneario,
descubierto precisamente por el doctor Stockman, protagonista de la obra y médico del
balneario. El balneario se ha convertido en una fuente importante de recursos para la villa y el
presidente de la Sociedad que lo gestiona es el alcalde Pedro Stockman, hermano del
doctor.
La obra, de cinco actos (existe una versión en tres de Arthur Miller, que omite buena
parte de las cuestiones que interesan en este análisis), nos presenta al doctor Stockman
esperando una carta que contiene el informe de un laboratorio, que confirma que las aguas
del Balneario - analizadas en una muestra remitida por el médico, que ya ha llegado
personalmente a esa conclusión - están contaminadas. Este informe confirma las sospechas
del doctor de que la canalización de las aguas hecha en el Valle de Los Molinos [el padrastro
de su mujer, Catalina, es propietario de uno de ellos] es defectuosa.
El doctor Stockman es un colaborador habitual de La Voz del Pueblo, el periódico
local, dirigido por Hovstad, y en el que trabaja Billing. El periódico se imprime en la imprenta
de Aslaksen, propietario también del periódico y presidente de la Asociación de Propietarios.
Hovstad y Billing se consideran liberales y están dispuestos a combatir a quienes gobiernan
la ciudad; por eso se sienten inicialmente animados ante la perspectiva de publicar un nuevo
artículo, basado en la información conseguida por Stockman, o escrito por el propio doctor.
Stockman ha anunciado “noticias sensacionales en la ciudad”. Se trata, nada menos que de
la noticia - que no ha querido dar hasta tener lo total seguridad de que es así - de que el
Balneario es un foco de infección. Se piensa que todos, y por supuesto el alcalde, hermano
del médico, se alegrarán al ver que la verdad sale a la luz del día. Hovstad manifiesta su
deseo de que la noticia se publique cuanto antes, para que el público la conozca enseguida.
Al referirse a las inmundicias que, procedentes del Valle de Los Molinos, contaminan
las aguas, los periodistas utilizan la polución del Balneario como una metáfora de toda la
sociedad: es la sociedad misma la que está contaminada. Divulgar la información le serviría a
Hovstad para lograr su propósito de “acabar de una vez para siempre con esa camarilla de
viejos testarudos que monopolizan todo el poder”.
Hovstad quiere “acabar de una vez para siempre con la vieja fábula de la infalibilidad
de los dirigentes”, lo que considera una especie de superstición: “La verdad ha de estar por
encima de todas las conveniencias”, dice, aludiendo a que la información podría perjudicar a
Pedro Stockman, el alcalde, hermano del doctor. Aslaksen, dueño del periódico, un “hombre
moderado”, modera la vehemencia del director del periódico: nada de ataques a la
autoridad, dice, “bastan con las opiniones razonadas y sinceras de los ciudadanos”.
Hovstad insiste en la urgencia de dar a conocer cuanto antes la noticia: “Ese maldito
desatino de la traída de las aguas debe ser puesto en evidencia ante todo ciudadano con
derecho a votar”. El ciudadano tiene derecho a saber, más aún, debe saber, diríamos hoy.
Stockman, por su parte, vincula la publicación de la noticias al bien común: “Si cree que con
eso sirve al bien común, hágalo”, publíquela, le dice a Hovstad.
Por su parte, Pedro Stockman, el alcalde, manifiesta su oposición a que se publique
la información. Se cree en la obligación de defender su propia reputación “por el bien de la
ciudad”; su autoridad moral “redunda en el interés común”, afirma. Por eso pide que el
informe de su hermano se mantenga oculto y que se discuta “con la mayor reserva; el
público no debe saber una palabra del asunto”. El público, en este caso, no tiene derecho a
saber.
Pedro reprocha a su hermano su “propensión fatal a escribir públicamente” todo lo
que se le pasa por la cabeza, mientras que el doctor considera que “es la obligación de todo
ciudadano dar a conocer al pueblo las nuevas ideas”. Pedro le acusa de imprudencia por
haber comentado la situación con otras personas, y augura que –al ser imposible ocultarla
circularán toda clase de rumores; por ello, le pide a su hermano un desmentido público. El
alcalde, además, niega a su hermano, como empleado del Balneario, el derecho a tener una
opinión particular, más aún el derecho de manifestar una verdad: “no puedes tener más
opinión que la de tus superiores”, dice a su hermano. Stockman responde que mantendrá su
opinión, que demostrará que es la verdadera y que el alcalde y otros más están
equivocados. Frontalmente, Pedro dice a su hermano: “El hombre capaz de lanzar
semejantes blasfemias contra su propio país es un enemigo del pueblo”. Es decir se trata de
un “inimicus populus”, precisamente porque es “magis amica veritas”.
En un diálogo posterior, Catalina, su esposa, plantea otra cuestión a su marido
Stockman: “¿De qué te sirve la razón, si no tienes el poder?” Es la cuestión permanente de la
fuerza de la razón frente a la razón de la fuerza. Stockman piensa que tiene de su lado “a la
prensa independiente y liberal, y a la mayoría aplastante. ¿No son un poder?”, dice a su
esposa. Pronto verá que esos apoyos le abandonarán para plegarse a otros poderes e
intereses; y esa decepción le llevará a explicitar sus ideas sobre la prensa y la mayoría
aplastante.
En el tercer acto se trata, ya más derechamente, de la opinión pública. Para
comenzar, en la redacción de La Voz del Pueblo, donde transcurre la acción, Hovstad
asegura al doctor Stockman que tendrá a su lado a “todos los intelectuales”; y Aslaksen, el
propietario de periódico e imprenta, está seguro de que le apoyarán “los ciudadanos
moderados y razonables”. Billing, en contrapunto con el final del primer acto, y en
contradicción con lo que había dicho Pedro Stockman, declara que el médico “es un
verdadero amigo del pueblo”.
Enseguida el diálogo se adentra en las cuestiones de la opinión. Para empezar
Hovstad dice que “el redactor de un periódico no puede hacer siempre lo que se le antoje”.
En cosas no importantes, sugiere, “hay que inclinarse ante la opinión del público”. Pero en
política, prosigue, “no”; en política hay que halagar al público “para que acepte las ideas
liberales y progresistas”.
La cuestión de la opinión pública se va haciendo más presente, mientras que poco a
poco los apoyos del doctor Stockman lo van abandonando. ¿Cuál es la opinión pública de la
clase media?, pregunta Pedro Stockman al impresor Aslaksen. Con esta alusión Henrik Ibsen
alude a una concepción extendida en la época de que la opinión pública era precisamente la
opinión de la clase media.
Cuando el alcalde advierte a su hermano sobre las consecuencias de publicar la
noticia de la contaminación de las aguas del balneario, Stockman insiste en su preocupación
por el interés público y su determinación de servir al bien común. El doctor, que sigue
confiando en tener de su lado a la “mayoría aplastante”, proclama su voluntad de contar la
verdad, su convicción de que tiene el derecho de decirla, y su seguridad de que la verdad
saldrá adelante
...