Historia Y Evolución De La Supervision
catyvalladares6 de Junio de 2014
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HISTORIA Y EVOLUCION DE LA SUPERVISON EDUCATIVA EN HONDURAS
Para entender el pasado, presente y futuro de la supervisión educativa en nuestro país, se requiere un ejercicio de revisión y análisis. Requiere reconocer que tanto el supervisor, campo y función supervisora, se han configurado en un proceso complejo de construcción social. Esta construcción social de la supervisión educativa, ha estado ligada a ciertas coordenadas que a través del tiempo han considerado el rumbo y ritmo del sistema educativo nacional.
Nuestro sistema educativo conformó un cuerpo de actitudes y saberes que se fueron transmitiendo de generación en generación, tanto al interior del sistema educativo como en los centros de formación de profesionales de la supervisión; y la supervisión ha estado ligada a la función social de la educación, esta función supervisora permitía garantizar que lo que en el nivel central se decía, en los centros educativos se ejecutaba. El ejercicio de revisar esta historia, permitirá otorgar significado y sentido al conjunto de prácticas que en la actualidad se desarrollan así como a aquellas que se espera transformar. Se trata de comprender el pasado para explicar tanto el Campo como la Función supervisora. La supervisión educativa en Honduras ha evolucionado a la par de nuestro sistema educativo. Los cambios han sido lentos y la esencia de la función supervisora poco o nada ha variado durante mucho tiempo.
Por las características del territorio hondureño, la poca infraestructura y los escasos medios de comunicación, la tarea de controlar y vigilar se hizo generalmente en solitario y de forma aislada, esta función supervisora carecía de una estrategia de equipo, se supervisaba una cantidad de centros educativos que previamente le habían sida asignado, los problemas generalmente eran resueltos de manera espontánea y poco colegiada.
Según Membreño (2003), en sus orígenes la supervisión educativa poseía un carácter de inspección, que se consideraba que los docentes debían ser tratados como instrumentos que debían estar bajo supervisión constante como una forma de verificación de la utilización de métodos y procedimientos que determinaban los administrativos escolares y las autoridades que regulaban la acción educativa. Sostiene Membreño que, en un principio, el administrador de la institución era quien supervisaba lo que ocurría al interior del salón de clases (Martínez, 2006: 55-56). Posteriormente y como consecuencia del proceso evolutivo de la educación y de la incorporación de nuevos actores, se determinó que el acto de supervisión lo realizaran personas externas a la institución, por lo que se pasó a designar comités especiales y oficiales religiosos que tenían el poder de visitar e inspeccionar las escuelas.
A estos inspectores no les interesaba desarrollar las capacidades de los profesores con deficiencias, sólo se limitaban a juzgar el trabajo de los maestros (Martínez, 2006: 56). Membreño (2003) expresa que entre 1930 y 1940 la supervisión comenzó a considerase como una práctica de relaciones humanas; evolucionó así de una idea de sanción a otra donde los docentes son al fin considerados como seres humanos con sentimientos, motivaciones y personalidad propia. A partir de la década de los 50 se inició en Honduras un proceso de modernización estatal, el Estado redefinió su papel como garante de los derechos sociales, se crearon una variedad de instituciones públicas (Martínez, 2006). En el plano político, en la década de los 50, el Estado hondureño adaptó algunas características del modelo de Estado Benefactor, es decir, se proponía al menos teóricamente suplir los servicios sociales elementales de los hondureños (servicios de educación, salud, vivienda). En el contexto anterior se implementaron un conjunto de medidas que afectaron al sistema educativo en sus diferentes niveles, entró en juego la centralización educativa, visualizada como un instrumento fundamental para el desarrollo económico de Honduras (Martínez, 2006: 52). En esta estructura burocrática, la dirección, organización y supervisión de la
Educación Media le correspondió a la Dirección General de Educación Media, que tenía las siguientes secciones:
a. Dirección,
b. Secretaría,
c. Ciclo Común de Cultura General y Educación Media
d. Educación Magisterial,
e. Orientación Educativa y Vocacional,
f. Supervisión,
g. Estadística y Revisión de Expedientes, y
h. Administración (Art. 12, Ley de Educación, 1989).
En el modelo centralizado, la sección de Supervisión de Educación Media estaba integrada por un jefe, un asistente técnico, un cuerpo de 18 supervisores nacionales para los diferentes ciclos y ramas de estudio (cuyo número se aumentaba de acuerdo a las necesidades educativas), una o más oficinistas (Martínez, 2006: 54).Concepción Milla sostiene que la supervisión de Educación Media en Honduras se inició en el año de 1953 bajo la dependencia de la Dirección General de Educación Media, y aunque no existía un cuerpo especializado en supervisión educativa, ésta la realizaban maestros de Educación Primaria con experiencia en el nivel de Educación Media. En el nivel medio del sistema educativo hondureño, los primeros supervisores se nombraron en el año de 1953 bajo la coordinación de la Dirección General de Educación Media. No está de más decir que estas funciones fueron asignadas en primer término “amaestros de educación primaria” (Milla, 1970).
El rol que se les delegó a los supervisores como vigilantes y controladores del fiel cumplimiento de los objetivos de la educación nacional e intermediarios en la solución de la problemática en los centros educativos, los condujo a cumplir funciones no establecidas en la ley y a obtener un alto grado de poder de decisión en la solución de conflictos y en el otorgamiento de plazas, permutas, jubilaciones y asensos de los docentes. La misma autora sostiene en su tesis que del 19 de abril al 8 de mayo de 1954 se celebró el I Seminario Nacional de Supervisión de Educación Media, con el objetivo de favorecer la formación técnica del personal que ejercía funciones de supervisión educativa: a este seminario también asistieron directores de Educación Media de institutos públicos, semioficiales y privados. Entre los aspectos que coadyuvaron al desarrollo de la Educación Media en Honduras están la creación, en 1957, de la Escuela Superior del Profesorado Francisco Morazán cuya función principal era la formación de docentes para el nivel medio de educación, y la creación de la Ley de Escalafón del Magisterio en 1968, su Reglamento en 1969 y el Reglamento de Educación Media. Lo anterior constituyó la base jurídica que sustenta el actual sistema educativo hondureño.
Sin embargo, fue hasta el año de 1958 que se organizó la sección de Supervisión, la que en su estructura interna tenía un jefe de supervisión y cuatro supervisores. Este cuerpo de supervisores supervisaba directamente cuando se presentaba algún problema de gravedad en los centros educativos, su comunicación la realizaban a través de cartas y circulares, su mayor influencia en esta época la realizaron en los institutos de Tegucigalpa y San Pedro Sula dado que no se contaba con un sistema de viáticos que les permitiese visitar todos los institutos del interior del país (Martínez, 2006: 57). El hecho fundamental que transformó la concepción de la supervisión educativa fue precisamente la sanción de la Ley Orgánica de Educación mediante Decreto No. 79 de 14 de noviembre de 1966; en el Capítulo VII de dicho Decreto se expresa que “la supervisión tendrá por objeto estimular el mejoramiento cualitativo y cuantitativo de la educación en función de los objetivos asignados al sistema escolar del país”. El Capítulo IV expresa que”la supervisión se organizará de manera que pueda extender su acción a todos los centros de enseñanza y servicios del ramo de la República y deberá integrarse en todos sus niveles con el fin de contribuir a la unidad del sistema escolar de la nación”. Con ello, “el programa de supervisión comprenderá la orientación, la coordinación y evaluación del trabajo escolar, de los proyectos para el desarrollo de la comunidad y de los servicios de extensión cultural”. Este nuevo modelo de supervisión fue concebido como una acción técnica y administrativa y totalmente centralizado. Respondía al modelo educativo y de Estado de esa época, en la que se pensaba que la forma más eficaz de control era la toma de decisiones en una estructura centralizada (Martínez, 2006: 57-58).
La centralización educativa generó un proceso de burocratización alimentado por la necesidad de construir un aparato que ordenará la situación y controlará el cumplimiento de los objetivos educativos del Estado; este rol fue asignado a los supervisores educativos (Martínez, 2006: 3). La Ley Orgánica de Educación organizó
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