IMPORTANCIA DE LA RESPONSABILIDAD

Importancia de la responsabilidad

La responsabilidad es importante porque es la capacidad de decidir razonadamente y asumir las consecuencias de los actos, se trata de buscar el bien de los demás por encima de los propios gustos, permite organizar y seguir un plan de vida y de trabajo, hace consciente a la persona de la necesidad de cuidarse y de cuidar del entorno, facilita la convivencia social cuando se cumplen las normas y horarios, facilita la atención y el interés para ejecutar las órdenes y tareas, consigue personas ordenadas y cumplidoras de sus obligaciones, facilita la vida en familia, colegio y relaciones personales.

“La educación social y la educación moral constituyen un elemento fundamental del proceso educativo, que ha de permitir a los alumnos actuar con comportamientos responsables dentro de la sociedad actual y del futuro […]”.

La responsabilidad como valor puede ser un intento de aunar los distintos valores en uno solo haciendo tanto a los alumnos como a docentes, protagonistas de lo que pasa día a día en las aulas.

Factores que intervienen en el proceso de desarrollo de la responsabilidad.

No existe una receta ni una fórmula mágica para educar niños responsables, pero la psicología orienta unos principios básicos que favorecen el desarrollo de la responsabilidad. “La responsabilidad es un fruto de una enseñanza y de una práctica. No se nace responsable, se va desarrollando un proceso constante en el que intervienen una serie de factores”.

Estos son los factores que intervienen en la enseñanza de la responsabilidad:

1.- Los modelos que favorecen la imitación son personas que representan una influencia en la vida de los niños y que producen conductas responsables, verbalizando, en muchas ocasiones que lo que hace supone un esfuerzo, pero es una necesidad y una obligación obrar así. “Los padres y los profesores son los principales modelos que se presentan cercanos a la infancia. Las conductas de estos ejemplos personales se irán incorporando sutilmente al repertorio de comportamientos de los niños”.

2.- La práctica es también fundamental, porque sin ejercicio es muy difícil que se adquiera un hábito o una competencia y desde edades tempranas, los niños deben asumir las consecuencias de lo que hacen, dicen o deciden, lo mismo que deben apreciar la satisfacción de los logros propios de su edad y posibilidades.

3.- Los padres y profesores deben de estar atentos a toda conducta responsable que el niño presente de un modo autónomo y valorarle inmediatamente para que él se sienta motivado a repetirla.

Tres pilares del aprendizaje de la responsabilidad

La responsabilidad necesita de tres requisitos que son necesarios.

1.- Los límites en la conducta.

Desde la edad más temprana, los niños necesitan una guía que les indique hasta dónde puede llegar su comportamiento, porque no se nace con una normativa aprendida. “En la infancia temprana, los niños se ajustan a las normas porque éstas son establecidas por la autoridad de los adultos, aunque en ocasiones no comprendan el sentido de las mismas”.

2.- Aprender a hacer bien las tareas.

Las tareas se deben aprender y este aprendizaje puede ser por imitación, por ensayo y error, dando consignas, participando conjuntamente. Si se quiere que el niño vaya adquiriendo alguna independencia debe colaborar en pequeñas tareas que se le asignen. “la responsabilidad puede empezar a cultivarse en los niños a través del cumplimiento de pequeños deberes […] ellos tendrán que hacerse cargo de las tareas encomendadas por los adultos”.

3.- Aprender a tomar decisiones.

Para que una persona sea responsable ha de saber qué hace, cómo y realizarlo con su propia iniciativa. También la voluntad necesita de una ejercitación y debe actuar desde la perspectiva de la libertad.

Es obvio que para desarrollar la responsabilidad hay que dar responsabilidades. Cuando los adultos sobreprotegen, miman al niño y hacen las tareas que él solo podría hacer, no le dejan crecer como persona.

¿Cómo se manifiesta la conducta responsable?

Un niño es responsable cuando sus actos coordinan, de forma creativa, sus propios objetivos con las necesidades de los demás. Para ello, los adultos tienen que ayudar al niño a obtener este equilibrio, a definir sus propios valores y a resolver las dificultades en función de sus propios sentimientos.

“El niño que posea sentido de la responsabilidad

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