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Jaime Sabines Gutiérrez


Enviado por   •  9 de Marzo de 2016  •  Ensayos  •  1.890 Palabras (8 Páginas)  •  350 Visitas

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Jaime Sabines Gutiérrez

La poesía de Jaime Sabines se inscribe en una época de fertilidad literaria en México: poetas como Paz,  Pellicer, Owen, Cardoza y Aragón, entre otros,  se encuentran en un recinto privilegiado de las letras  del siglo XX. Todos ellos provenientes de una tradición literaria cercana a los modernistas y las vanguardias. Y Sabines hace lo propio, aunque rompiendo de alguna manera con la tradición, asume lo que mejor le sirve de ella, para finalmente constituirse como una voz original.

Un  semblante biográfico del poeta chiapaneco nos permitirá vislumbrar algunas luces isotópicas que después veremos reflejadas en su poesía. De esta manera también es posible observar lo que mucho se ha dicho de la poesía de Jaime Sabines (poesía social y descarnada, sincera, desnuda, etc.), sin reducirla a una explicación puramente sicoanalítica.

Jaime Sabines  Gutiérrez,  nace en  Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el 25 de marzo de 1926. Su madre fue Luz Gutiérrez, descendiente del general Joaquín Miguel Gutiérrez, gobernador del Estado chiapaneco en la tercera década del siglo XIX.  Su padre, de origen libanés, fue  un militar que había llegado a Tuxtla en alguno de los escuadrones arribados a la Provincia chiapaneca. Aunque militar, Julio Sabines alimentaba la imaginación de sus hijos con la lectura de Las mil  y una noches, y otros cuentos o historias relatadas por él.  Fue el menor de tres hermanos: Juan, Jorge y Jaime.

Su infancia transcurrió en un ambiente campirano, ya que vivían en un rancho apartado de la ciudad, viviendo de las tareas propias del campo, como el riego de los cultivos y la atención de ganado doméstico. Desde  sus primeros años, ya demostraba una gran capacidad para memorizar y declamar poemas, con  una gran entonación y emotividad. Como es natural en la infancia, Sabines fue inquieto y alegre.

Cuando llega el momento de partir a la ciudad de México para continuar con sus estudios universitarios, Sabines se enfrenta a la soledad y la nostalgia de separarse de su entorno provinciano y familiar. Primeramente inició sus estudios en la Facultad de Medicina, carrera que no correspondía a su verdadera vocación, y así transcurrieron tres años frustrantes para el chiapaneco hasta que decidió comunicarle a su padre que estaba  inconforme con dicha carrera.  Distinto a lo que esperaba, Jaime recibió como respuesta la libertad de estudiar lo que quisiera, sin ninguna obligación con sus padres de terminar los estudios médicos que había iniciado. En 1949 regresa a la ciudad de México para ingresar, al fin, a la carrera de Lengua y Literatura española, en la Facultad de Filosofía de la UNAM.

Ya como estudiante de letras, Sabines se forma intelectualmente con sus maestros que le enseñan no sólo literatura, sino también filosofía. Maestros tan reconocidos e ilustres como José Gaos, el filósofo español que, marcaría una etapa importante en la filosofía mexicana, Agustín Yánez, escritor insigne de la novela de la revolución, Eduardo Nicol, filósofo también,  y  el ensayista Julio Torri, por mencionar los más destacados. De esta manera, aunque nunca pretendió colocarse como un intelectual, Jaime Sabines recibe una gran formación filosófica y literaria en la universidad, además de ser un gran lector de poetas como Milton, Blake, Huxley, García Lorca, Neruda, Huidobro; todos ellos influirán en su poesía, más como presencias espirituales que formales, afirma el propio Sabines.

La manera en que el poeta chiapaneco concibió a la poesía, determinó en gran medida su vida como hombre; asimismo, la vida cotidiana del peatón lo llevó a ser un poeta auténtico. A pesar de que pudo haberse posicionado, desde temprano, en los círculos de literatos e intelectuales dedicados a las mesas de lectura, recitales, conferencias, y toda actividad que a la proyección pública de los poetas, Sabines prefirió dedicarse a su poesía desde la intimidad,  su soledad, sin aspiraciones en otra cosa que no fuera la de cubrir, por medio de la poesía, esa necesidad fisiológica y ontológica del poeta, como él dice. Es por eso que vemos en su poesía siempre una huella de vivacidad, de sentimiento real plasmado en verso, de espiritualidad.

En 1950 fue publicado su primer libro de poemas, Horal, y al año siguiente La señal; para 1952, Sabines regresa a Tuxtla y se establecerá allí por siete años, durante los cuales trabajó en una tienda de telas, de su hermano Jorge. En ese tiempo, el poeta experimentó el tedio y la angustia  de los días monótonos y rutinarios del trabajo de comerciante. Sin embargo, su actividad literaria no cesó, y las páginas de Tarumba nacieron en ese periodo de retorno a la provincia, exactamente en el año de 1953, y publicadas en 1956.

Después de ese lapso de siete años, en 1959, Jaime regresó a la ciudad de México, para laborar ahora en una fábrica de alimentos. Posteriormente publicó Diario Semanario, un canto a la ciudad, según el poeta chiapaneco. Luego, de 1976 a 1979 fue diputado federal por parte del Distrito de Chiapas, y en 1988 por el del Distrito Federal.

A pesar de no estar muy de acuerdo con la fama y popularidad que suele rodear a los  escritores, y no obstante que  eludió  mucho  la publicidad y el constituirse como figura pública, al final de su vida recibió el reconocimiento popular  y académico, en forma de Premios y homenajes en vida: Premio Xavier Villaurrutia, Premio Nacional de Ciencias y Artes en el Área de Lingüística y Literatura, Premio Elías Sourasky, Presea de la Ciudad de México, Premio Juchimán de Plata, Premio Mazatlaán de Literatura y Medalla Belisario Domínguez. En 1991 se realizó un Homenaje en vida al poeta, en el Palacio de Bellas Artes,  Ciudad de México.

Para observar la trascendencia de la poesía de Jaime Sabines, se requiere contextualizarla, ubicarla en el panorama literario de las primeras décadas del siglo pasado. Los vanguardismos despuntan inmediatamente antes o durante la Primera Guerra, llegan a su apogeo durante la década de los años 20, entran en crisis a partir de 1929 y desaparecerán en la década de los 30. En esos años, los artistas vanguardistas se han enfrentado al mundo de ideas proveniente del pensamiento burgués: unos derivarán hacia el antiburguesismo de tipo fascista, como es el caso del futurismo italiano de Marinetti; otros volcarán su rebeldía en el movimiento proletario izquierdista. De esta forma, los dos grandes movimientos que marcarán el siglo XX, el fascismo-nazismo y el comunismo, serán expuestos y cantados en sus iniciales años de poder a través de una estética y unas formas vanguardistas. El caso más ilustrativo es el del surrealismo francés y su apuesta por la revolución comunista.

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