Japn Una Cultur Occidenal
clauch28 de Junio de 2013
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LA EXPERIENCIA PREESCOLAR: JUEGO, COMUNIDAD Y REFLEXIÓN
En muchos aspectos la educación que se da en Japón se puede parecer a la de Estados Unidos como por ejemplo algunas de las coincidencias que se dan entre ambos países es que la educación es obligatoria, el cursar por lo menos 2 años en el preescolar, diferentes contextos, con grupos numerosos, apoyo del gobierno, trabajan con libros de texto, emplean el juego libre aunque aquí varia el tiempo que se le da al juego libre así como en las metas del preescolar y el prestigio de los profesores.
Cuando inicié mi investigación en los centros de preescolar japonés, esperaba encontrar salones disciplinados y ordenados con actividades dirigidas por las maestras. Lo que encontré, por el contrario, estos pasaban largos ratos jugando libremente en un ambiente ruidoso. El juego libre era contado por unas cuantas actividades que todo el grupo compartía: cantos, asambleas diarias, hora del almuerzo.
La primera sección de este capítulo nos lleva a una escuela preescolar en Tokio para vivir el juego libre. Las siguientes secciones exploran la vinculación entre juego libre y dos metas básicas de la educación preescolar japonesa, y por último se explora la vinculación entre juego libre y el desarrollo intelectual del niño.
El programa de preescolar: el juego como factor fundamental
En las 15 escuelas japonesas de preescolar que estudié, los pequeños pasaban el tiempo de la siguiente manera: 50% en juego libre, 14% en actividades artísticas o artesanales, 8% cantando, 7% ceremonias o reuniones, 5% en limpieza y 1% en actividades académicas
La mitad del día escolar invertido en juego libre no tenía reglamentación y a menudo tampoco supervisión, en el que los niños corrían libremente de un salón a otro y afuera en el patio de juegos. Notas de campo que tomé en una escuela preescolar pública de Tokio ilustran un típico periodo de juego libre.
Después de un breve saludo por la mañana y una canción, la Sra. Ishida dice a sus 36 alumnos de cinco años que además del material de juego diario hoy van a poder disponer de papel celofán y cajas vacías para hacer “creaciones con cajas”. Cinco minutos más tarde, sólo nueve chicos siguen dentro del salón, el resto se ha dispersado por el patio de juegos, los corredores, el cubo de la escalera y el gimnasio. Algunos chicos van de una actividad a otra; otros llevan a cabo una sola actividad durante la mayor parte de la mañana.
Los niños realizan tres actividades durante toda la mañana; construyen casitas con enormes bloques de madera, juegan con celofán de colores y construyen objetos con cajas vacías. Durante las dos horas de juego libre, la Sra.Ishida se pasaba atendiendo a las solicitudes de los niños. En seis ocasiones ayuda a integrar a varios niños que están aislados.
A las 11:15 la Sra.Ishida indica a unos cuantos niños que están cerca que ya es hora de limpiar y prepararse para el cuento y el almuerzo, los niños gritan en señal de protesta “no queremos guardar las casas” y accede a los deseos de los niños: “está bien, cada grupo puede encontrar un sitio para almorzar dentro de una casa, castillo o donde quieran”.
A menudo, cuando me sentaba en los centros de preescolar para observar a los niños, me preguntaba para qué había cruzado yo la mitad del mundo para ver actividades que podía presenciar en mi propio patio. Pero recordaba que el juego libre no era sólo una manera agradable de pasar el tiempo, sino que ofrecía lo que llegue a ver como las dos grandes metas de la educación preescolar japonesa: fomentar los vínculos entre los niños y formar su disposición y capacidad para vivir en grupo.
Utilizando el juego libre para formar una comunidad
Cuando los niños juegan, se conocen de manera natural; las educadoras de preescolar utilizan estos contactos naturales como andamiaje para la formación de una comunidad. Así presencié espectáculos de títeres, obras de teatro y días de mercado que comenzaban con el juego espontáneo de unos cuantos pequeños y crecían para involucrar a todo el salón o incluso a toda la escuela en objetivos dramáticos compartidos. Las maestras apoyaban la transformación de juegos: pidiendo a los niños compartir su actividad con el resto del salón, hablando de los tipos de juegos libres y haciendo preguntas para estimular la elaboración e involucramiento de los niños.
Lauren Kotloff describe la relación entre en juego libre y las asambleas en la preprimaria progresiva de Japón que estudió: aunque en juego libre los niños estaban involucrados en objetivos totalmente individualistas, siempre llevan sus logros al grupo en la siguiente reunión del salón. Las maestras pedían al resto del grupo dar consejo y sugerencias a los niños que se encontraban en dificultades, señalaban las características especiales de cada trabajo, no sólo para halagar al pequeño fortalecer la confianza en sí mismo, sino esperando que sus logros activaran la imaginación de los demás.
Otras estrategias para formar la comunidad
De muchas maneras, el centro preescolar japonés tiene inexorablemente que ver con la comunidad. La palabra para designar a los compañeros es “amigos” (tomodachi), de hecho tenía dificultades al investigar sobre los amigos de los niños hasta que un investigador japonés me dijo que preguntara por las amistades personales de los niños (kojintekinatomodachi).
Parte de ser una comunidad consistente en tener rituales compartidos y todos los salones tenían rituales de cantos, bailes, saludos, o discusiones sobre lo sucedido durante el día. Estos rituales variaban enormemente; algunos eran muy breves como canciones y saludos, en la Preprimaria Oeste de Tokio otros eran más largos y elaborados como calistenia para toda la escuela y sesiones de canto. Estas ceremonias diarias señalaban la relación entre el alumno y el grupo o los alumnos y la escuela, en ocasiones los niños pedían, al unísono, la ayuda del Dios para ser genki (activos y entusiastas). Además de los rituales diarios y semanales, las ceremonias y festivales escolares son el rasgo distintivo del año preescolar japonés. Todos los alumnos y maestras, y amenudo también los padres, se reúnen en estas ceremonias y festivales, que incluyen las ceremonias de ingreso y graduación, el día del deporte, para abrir y cerrar cada trimestre, fiestas de cumpleaños, carnavales y días feriados.
Los eventos de preescolar ponen énfasis la diversión, la participación de todos los miembros de la comunidad escolar y en reconocer el crecimiento o logros del grupo. Por ejemplo, las fiestas de cumpleaños que tuve oportunidad de presenciar, festejaban a todos los niños que cumplían años durante el mes: en una escuela los alumnos y el personal se reunían en un gran salón para comer pastel, canta, ver a la directora coronar y felicitar a cada niño que cumplía años. En otra escuela, las madres de los niños que cumplían años ofrecían breves discursos frente al auditorio, hablando de cómo eran sus hijos cuando bebés y agradeciendo a todos los miembros de la comunidad escolar por ayudarlos a crecer sanos y felices.
Los cantos bailes, ceremonias y proyectos de arte eran una oportunidad para fortalecer el sentimiento de pertenencia a una comunidad de amigos (tomodachi) o a una familia (kazokumitai ni). Todos los preescolares de la Preprimaria Trinity comenzaban el día cantando y representando una canción simbólicamente. En varias otra preprimarias, la reunión de la mañana era el momento cuando la clase en conjunto refería lo que habían hecho desde la salida de la escuela del día anterior. También era el momento para que los alumnos advirtieran qué “amigos no estaban presentes y planear tarjetas de regalos, visitas o tarjetas a los ausentes durante varios días.
Al igual los proyectos artísticos también enfatizaban la vinculación entre los niños. Con frecuencia los pequeños trabajaban en grupitos o como grupo completo para elaborar un proyecto de arte compartido: un mural de la vida marina, un tres de cumpleaños, un álbum con dibujos de cada integrante del grupo, conmemorando las experiencias compartidas.
Aprendiendo a ser un miembro responsable del grupo: el papel del juego libre
El juego libre proporcionaba las bases, para una segunda meta primordial de la vida preescolar de Japón: aprender a ser un miembro educado y responsable del grupo. Todos los centros de preescolar que estudié tenían por lo menos una reunión diaria de grupo que incluía tiempo para reflexionar sobre las actividades del día. En las que resurgían en los comentarios de las maestras los pleitos, llantos o comportamientos peligrosos. Las maestras hacían del dominio público los incidentes que yo habría considerado privados; por ejemplo el egoísta intento de Toshiko de llevarse a casa el material de la clase de artesanía o el caso de dos niños peleando a golpes sobre los restos de un castillo de arena. El objetivo de la discusión no era humillar, de hecho las maestras se esforzaban por describir con simpatía las razones de cada niño y dejaban en claro que los problemas y la responsabilidad de resolverlos, eran incumbencia de todo el grupo. Asimismo, servían para subrayar los valores de las maestras y sus aspiraciones respecto a los integrantes del grupo.
Las maestras no eran autoritarias en estas discusiones, más bien trataban de provocar que los niños ofrecieran soluciones a los problemas. Por el tiempo y atención que se prestaba para estas discusiones, acabe por considerarlas el principal programa de las escuelas de preescolar en Japón.
El estudio de una muestra representativa a escala nacional de preprimarias de Japón subraya la importancia de la
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