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Joan Dean

mila_bre9 de Septiembre de 2013

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Dean, Joan. (1993), “Los niños”, en La organización

del aprendizaje en la educación primaria, España,

Paidós, pp. 17-38.

clase dada hay niños en varios estados de madurez, así como dotados de diferentes habilidades, y de alguna forma el maestro se ha de asegurar de que todos aprenden.

El niño llega al mundo con un legado de habilidades, tendencias y características heredadas. En los años de escolarización se desarrolla como persona individual. El hogar y la escuela interaccionan con estas habilidades y tendencias heredadas y el niño descubre talentos y habilidades personales, intereses y limitaciones. Los adultos y los niños que le rodean aportan modelos, y el niño experimenta con su conducta y su actividad en el juego y la vida cotidiana, persistiendo en algunas formas de conducta o abandonando otras a la luz de las respuestas que obtiene.

Los niños, a la edad en que empiezan el colegio, también han desarrollado ideas propias sobre el mundo; ideas que se modificarán por su experiencia dentro y fuera de la escuela. En ciencias, concretamente, las ideas que han elaborado los niños pueden actuar como barrera frente a la observación y el razonamiento. Wynne Harlen (1985) describe cómo los niños se adhieren a sus propias ideas científicas incluso cuando la experiencia les demuestra que son incorrectas. De forma similar, Martin Hughes (1986) describe el conocimiento matemático que tienen la mayoría de niños al llegar a la escuela y sugiere que a veces se plantean problemas porque los niños no relacionan este conocimiento con el lenguaje de las matemáticas escolares. Por lo tanto, es importante, como profesor, ser consciente de las ideas de los niños para poder dirigir su observación y su pensamiento de forma que se les ayude a desarrollarse más.

Las características físicas del niño tendrán un efecto en su personalidad emergente. Un niño que se desarrolla pronto tendrá ventajas en cuanto a la posibilidad de hacer cosas que a otros les son difíciles y, como resultado, mostrará más confianza.

Esto es especialmente en relación con la época del año en que nace el niño y el momento en que empieza el colegio. Un niño nacido en septiembre estará entre los físicamente más desarrollados de la clase, porque será de los mayores, Uno nacido en junio, julio o agosto estará menos desarrollado porque será de los más pequeños.

Una investigación reciente llevada a cabo en escuelas del área urbana de Londres por un equipo dirigido por Peter Mortimore y que aparece en School matters (1988) se encargó de estudiar varios aspectos del trabajo en un aula, analizando qué hacía eficaz la enseñanza y la escuela. Un resultado importante de este estudio que los es maestros no suelen prestar suficiente atención a los efectos de las diferencias de edad de los niños. Tienden a considerar que los más pequeños de la clase son menos capaces, en lugar de pensar que están en una etapa anterior de su desarrollo. Esto puede tener implicaciones importantes para su evolución, dado a que se sabe que las expectativas del maestro son importantes para la motivación del niño. Si el niño empieza a pensar de sí mismo que es menos capaz, s probable que esto afecte a sus resultados. Los maestros, en cualquier caso, se preocupan por los niños que empiezan la escuela en el período de verano y sólo tienen dos años y un período en la escuela infantil. En verano las clases están abarrotadas, y los maestros hacen lo que pueden para intentar cumplir con su trabajo con los nuevos alumnos.

Neville Bennett y Joy Kell (1989) estudiaron a niños de cuatro años en clases infantiles. Encontraron que el abastecimiento para este grupo de edad no era el más idóneo y que una gran parte del tiempo se dedicaba a habilidades básicas y muy poco a jugar. El tiempo dedicado a jugar no se aprovechaba mucho y no se tenía muy en cuenta que el juego es más útil cuando el adulto toma parte en él y lo emplea para el aprendizaje del niño.

Un niño de apariencia inusual puede provocar comentarios de sus coetáneos que pueden dañar su confianza. Un niño gordo, por ejemplo, no solo tiene el problema de acarrear un peso extra, sino también el de las reacciones de los demás ante la obesidad.

Otra cuestión relacionada con el desarrollo físico es que mientras los niños pueden estar en varias etapas dentro de un mismo grupo, el progreso de una a otra etapa es similar para todos. Esto puede resultar reconfortante para un niño que es pequeño para su edad. Por supuesto, no hay garantía de que un niño sí llegue a una estatura determinada como adulto, pero siempre existe la esperanza de alcanzarla.

El desarrollo físico tiene muchas implicaciones para los maestros. Cuando un niño empieza la escuela, la vista y el oído no están plenamente coordinados, y esto puede plantear problemas que se resuelven después por sí minios. También es importante que los maestros de niños pequeños estén pendientes de defectos que se han pasado por alto. Por ejemplo, un niño puede tener defectos en la vista que no se advierten a menos que se compare lo que él ve con lo que ven los demás. Lo mismo se puede aplicar al oído. El daltonismo es relativamente frecuente en la población y la mayoría de maestros se encontrarán con niños daltónicos. Los niños con dificultades para reconocer los colores tendrán que enfrentarse a una serie de dificultades y cuanto antes se reconozca esta condición, mejor.

Hay una serie de estudios que sugieren que la influencia más poderosa en la vida de un niño es el hogar, y que los padres son las personas más influyentes. Al mismo tiempo, la escuela tiene una gran importancia en la formación del individuo en cada etapa de la educación, y el estudio de Londres antes citado aporta más detalles que apoyan esta perspectiva. La influencia de la escuela se ha reconocido desde el principio de la educación formal y es un aspecto de nuestros servicios educativos que Constituye una fuente justificada de orgullo profesional entre los maestros.

La conducta y respuestas que el niño recibe de los otros contribuyen a desarrollar su auto imagen. En un primer momento son los padres los que inician este proceso. Un niño alabado y animado por sus padres llega a confiar en su capacidad para hacer cosas y es mas probable que se convierta en un adulto confiado y competente que aquel cuyos padres se comportan de forma más negativa.

Cuando el niño empieza en la escuela, los maestros continúan este proceso y en la etapa primaria suceden muchas cosas importantes para el desarrollo de la auto imagen. Las alabanzas o críticas que reciba el niño y el reconocimiento de sus éxitos o fracasos influye en sus actitudes y en su conducta. Todos reaccionan positivamente a la alabanza cuando sabemos que es auténtica y merecida, y es muy probable que repitamos las actividades en las que los demás nos han dicho que tenemos éxito. A la inversa, el fracaso tiende a hacer que deseemos evitar la actividad de la que se trate. En este sentido, el maestro refuerza algunos tipos de aprendizaje y también actúa negativamente identificando conductas a eliminar.

Hay pruebas de que algunos maestros refuerzan a los niños con más eficacia que otros. Kelly (1989), por ejemplo, en un estudio que revisa las investigaciones sobre diferencias de género advierte que hay pruebas de que las niñas reciben meno, atención en clase que los niños. Parece que esto se cumple para todas las edades, UOS étnicos y clases sociales en todos los temas y tanto con maestros como con maestras. Crane y Mellon (1978) encontraron que los maestros tienden a pensar que los niños con buena conducta tienen un potencial académico mayor que los que no la tienen. Galton y Delafield (1981) observaron una tendencia a que los niños hacia los que el maestro tenía mayores expectativas recibieran más alabanzas y más contacto con éste que los niños con bajos resultados, que recibían menos alabanzas y menos comentarios sobre su trabajo. Tizard et 4. (1988) encontraron que los niños recibían más críticas que las niñas y también más alabanzas, y que los niños recibían más críticas y desaprobación y ni las hubo blancas menos críticas y menos alabanzas.

Los niños también se alaban y critican unos a los otros, y ésta es una contribución importante al aprendizaje. Los niños construyen imágenes de sí mismos como buenos en esto y malos en aquello, capaces o incapaces de llevarse bien con la pote, etc. Cuando dejan la escuela primaria ya se muestran confiados en su capacidad de hacer algunas cosas y preocupados por sus resultados en otras.

La auto imagen de los niños también se refleja en la forma en que se relaciona con una auto imagen pobre esperara que os demás respondan negativamente y, con frecuencia, creará esta reacción comportándose provocativamente.

Parsons et al. (1976) vieron que las niñas tendían a evaluar sus habilidades como si éstas fueran inferiores a lo que son en realidad las niñas también se mostraban más preocupadas por el fracaso y más sensibles a la información negativa, cosa evidente a partir de los cuatro años.

El desarrollo de la auto imagen está íntimamente ligado al efecto de las expectativas de los otros en cuanto al progreso del niño. Si los padres o maestros del niño demuestran que tienen altas expectativas para él, hay más probabilidades de que el niño triunfe, y viceversa. Esto puede funcionar para el niño si los adultos mantienen altas expectativas que satisfacer. Se le refuerza entonces por medio del éxito e inicia la próxima tarea con más confianza. También se da el problema complementario de que los padres y maestros puedan presionar tanto al niño con sus expectativas que

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