Juego según Dinello

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Una ficción real

Las actividades lúdicas presentan un desfasaje en relación con la realidad habitual.

En la realidad social nosotros podemos simular o aparentar, pero en el juego no es así. Si un jugador no cree en su juego, no está en condición de jugar, ya que pretende hacer creer que juega porque en realidad tal juego lo está utilizando como una estrategia relacionada a otros fines y en otro plano.

En el juego no podemos simular, o sea practicar alguna actividad con otras intenciones que manifestamos, ya que en el juego el hecho de actuar por “otra razón” significa salirse del mismo. El hecho de que un adulto simule estar jugando simplemente para caerle bien a un niño, no es algo que podría considerarse bueno, ya que el niño es lo suficientemente intuitivo como para sentir que la otra persona no está participando en el juego con las mismas intenciones que él. Para caracterizar al juego es necesario una acción real y ficticia al mismo tiempo, ya que es necesario que todos los que estén participando en el juego, lo crean realmente.

Una tregua activa

Durante el juego se genera un relajamiento de las tensiones, conflictos y de otros asuntos de la existencia real.  

El juego es una alternativa para evadirse de las presiones que podrían surgir en la vida cotidiana. A nivel psicológico el juego es una muy buena actividad, ya que es un momento de recuperación y libertad en relación a las tensiones nombradas anteriormente.

Ya que el jugador se entrega con alegría a su actividad lúdica, se recupera y también se protege por el hecho de que puede olvidar aquello que lo preocupa a medida que es transportado a “otro mundo” (el del juego) dónde él puede ser otros personajes; posibilitando jugar todas las representaciones, idealizaciones y todas las formas que quiera ser y en la vida real no sea posible.

Una acción seria 

En cualquier juego hay un reconocimiento de sí mismo y una exploración del mundo próximo. En cambio, en una actividad real todo se mide por la espera del resultado, eficacia, la manera en la que el entorno recibe tal acción; siendo calificados según éste rendimiento. En el juego podemos situarnos fuera de cualquier expectativa y reencontrarnos con nosotros mismos.

El juego es un compromiso activo, todo jugador se prepara y ejercita para ser mejor. Cada uno juega en relación a una realidad dónde él define las reglas del juego.

Otro punto importante del juego es que todo el mundo está en igualdad ya que una vez conocidas las reglas nos encontramos todos bajos las mismas, siendo todos iguales. En cambio, no sucede lo mismo en la vida real ya que está organizada en sistemas donde el niño y la mayor parte de los ciudadanos ignoran las reglas decididas. En la realidad los jugadores no están situados en la misma forma con relación a las reglas del juego.

En la vida real, las reglas “de juego” son desiguales, el texto pone el ejemplo de que a veces algunos tienen las llaves de las reglas, mientras que otros no tienen otra opción que obedecerlas; en contraste y por el hecho de esa igualdad ante las reglas que tiene el juego, el mismo tiene un gran valor heurístico. La práctica es la elaboración y estructuración de las reglas del juego es muy importante como prefiguración de la realidad, siendo otra razón para afirmar que el juego es una acción seria.

Una vivencia ambivalente 

El juego nos ofrece entrar en relación real o imaginaria con el otro bajo varias formas, de manera simultánea o alternativa el juego significa enfrentamiento y colaboración, antagonismo y cooperación.

En el juego cada quién elige a quién quiere como compañero, al mismo tiempo eligiendo un adversario; siendo una elección que significa enfrentamiento y encuentro al mismo tiempo.

Una ambivalencia importante en el juego es que todo compañero es al mismo tiempo oponente, y todo oponente es un compañero. Esa es la diferencia que tiene con el deporte, ya que en el mismo cómplices y rivales se determinan de antemano; es por esto que en el juego no existe la noción de la derrota como en el deporte.

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