Justicia En El Antiguo Testamento.

La justicia es la concepción que cada época y civilización tiene acerca del sentido de sus normas jurídicas, es el conjunto de reglas y normas que establecen un marco adecuado para las relaciones, prohibiendo y permitiendo acciones para mantener la armonía entre los integrantes de la sociedad. El propósito de este ensayo es exponer brevemente algunas de las estructuras de justicia que se destacan a través del antiguo testamento.

El primer acto de transgresión después de la expulsión del paraíso fue el fratricidio de Caín y Abel. En génesis 4: 15 después de castigar a Caín, Dios le dice: “Pues si alguien te mata, será castigado siete veces” imponiendo una sanción siete veces mayor al acto cometido, más adelante encontramos el poema que Lamec elaboró para sus esposas, (Gén 4: 23, 24) “Oigan mi voz, esposas de Lamec; presten oído a mi dicho: A un hombre he matado por haberme herido, sí, a un joven por haberme dado un golpe. Si siete veces ha de ser vengado Caín, entonces Lamec setenta veces y siete”. En el que se ve nuevamente una sentencia referida al siete (Cabe mencionar que el siete es relacionado con lo perfecto, lo completo; y cuando dice setenta veces y siete, está enfatización podría hacer referencia a algo permanente e interrumpible), los hombres hacían cumplir la justicia por sus propias manos en un ciclo de venganza infinito sin proporción de daño; esta es la primera, -y un poco rudimentaria- configuración de justicia.

Más adelante aparece la Ley del Talión, que decreta que el castigo debe ser exactamente el mismo a la falta cometida, su expresión más conocida es ‘ojo por ojo, diente por diente’. Está ley establece una búsqueda de proporcionalidad entre el crimen y el castigo, limitando así la infinita serie de condenas. En el código babilónico de Hammurabi, compuesto 17 siglos antes de la era cristiana, que es la más remota compilación de leyes conocida, se encuentra ya la ley del talión. El principio de reciprocidad exacta se utiliza con gran claridad. Por ejemplo: la Ley 196 sostenía que si un hombre libre vaciaba el ojo de un hijo de otro hombre libre, se vaciaría su ojo en retorno; la Ley 197 ratificaba que si quebraba un hueso de un hombre, se quebraría el hueso del agresor. Las penas menores consistían en la reparación del daño devolviendo materias primas tales como plata, trigo, vino, etc. En los casos en que no existía daño físico, se buscaba una forma de compensación física, de modo tal, por ejemplo, que al autor de un robo se le cortaba la mano.

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