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LA CLASE OCIOSA EN THORSTEIN VEBLEN


Enviado por   •  7 de Noviembre de 2012  •  2.531 Palabras (11 Páginas)  •  561 Visitas

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El objeto de la siguiente reseña es interpretar minuciosamente el sentido que Veblen quiso darle a su teoría sobre “la clase ociosa” como así también su relación con el mundo académico universitario. En la actualidad, la bibliografía especializada en turismo apunta a la construcción de la clase ociosa, sólo como una forma de consumo de bienes y servicios de naturaleza ostentosa. En este punto, se considera a los “turistas” como verdaderos exponentes de la misma. Sin embargo, ¿estamos seguros de que esto sea así?, ¿no son los propios intelectuales parte de la mismo grupo del cual desdeñan?. Por tal motivo, consideramos oportuno realizar una nueva lectura de los hallazgos, y reflexiones del autor.

Thorstein Bunde Veblen, economista estadounidense de origen noruego nacido en 1857, fue uno de los primeros en estudiar ciertos aspectos relacionados al consumo conspicuo y la emulación pecuniaria. Sus hallazgos y reflexiones, fueron un amplio material para sociólogos, psicólogos y antropólogos de todas las épocas. Entre sus obras, se destaca (como ya hemos mencionado) La Clase ociosa obra que por sí misma resalta entre otras cosas el papel de los intelectuales como clase destinada a la no productividad. En el turismo, Veblen fue adaptado y en cierta manera mal interpretado. Más específicamente se nos habla de los turistas como “una clase ociosa” cuyas dinámicas y demandas se basan en el consumo ostentoso; si es posible que esto sea así, Veblen nunca estuvo preocupado o pensó en los turistas como exponentes de la clase ociosa. A líneas generales, ello nos lleva a una re-interpretación de este “brillante” economista en forma detallada y reflexiva. La obra de referencia, comienza con un prólogo del ya fallecido Kenneth Galbraith que dice así “sólo hay que tomar en cuenta que, si se desea apreciar a Veblen, se le debe leer muy cuidadosa y lentamente. Veblen ilustra, divierte y deleita, pero sólo si se le dedica bastante tiempo” (Galbraith, XX, en Veblen, 1974).

Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Korstanje, M.: "La clase ociosa en Thorstein Veblen" en Contribuciones a la Economía, mayo 2008 en http://www.eumed.net/ce/2008b/

Para Veblen, las sociedades se dividen irreparablemente en clases. Si bien existen varias de ellas dentro de un grupo extenso, por lo general adquieren una tendencia bipolar a constituirse en dos principales: la productiva-técnica y la ociosa. Además, existe una vinculación directa de la producción económica con el paso de la historia; en los orígenes de la vida social nómada y sedentaria podemos observar una carencia de la emulación pecuniaria. Veblen lo explica de la siguiente forma, “durante aquella fase primitiva de desarrollo social en que la comunidad es aún habitualmente pacífica, acaso sedentaria, y no tiene un sistema desarrollado de propiedad individual, la eficiencia del individuo se demuestra de modo especial y más consistente en alguna tarea que impulse la vida de grupo. La emulación de tipo económico que se produzca en tal grupo será, sobre todo, emulación en el terreno de la utilidad industrial” (Veblen, 1974:24).

A la vez, que una sociedad pasa del “Estadio de Salvajismo” cambian las condiciones de vida aumentando los incentivos de emulación. La actividad de los hombres adquiere un “carácter de hazaña” y se reemplaza la productividad por el premio, los botines, el honor y los trofeos. Llevado esto mismo al trabajo, Veblen distingue el “trabajo productivo” de los “servicios”. Pero ¿cuál es la influencia del ocio más específicamente?. Una clase ociosa surge (resumidamente) de la concatenación de diversas variables. En primera instancia, existe una sustitución e incorporación del principio de propiedad; esto significa asignarle al acto consumista (ostentación de riqueza) un aspecto de transferencia simbólica. Veblen, lo escribe muy claramente “la posesión de la riqueza confiere honor; es una distinción valorativa (individuos dictintion)” (ibid: 32).

Por otro lado, la propiedad comienza como forma de botín en un sentido de “trofeo”. La organización comunal “primitiva” poco a poco fue dando lugar a organizaciones más complejas. Los individuos comenzaron a enfrentarse con otros grupos que les eran hostiles. La propiedad reposaba sobre el principio de guerra y en consecuencia se daba una comparación entre los poseedores y los despojados. A esta etapa, Veblen la denomina “propiedad comunal”; es decir, la propiedad como institución descansaba sobre una simbología distintiva del grupo. Pero, cuando los hombres adquieren la riqueza o la posesión individual gana mayor peso como forma de reconocimiento y estima. La riqueza en cierta manera, confiere honor a quien la posee y éste último, se legitima en ella. Sin embargo, ¿cuál es más específicamente el papel del ocio?.

Veblen, comienza su capítulo III diciendo “el efecto inmediato de una lucha pecuniaria como la que se ha escrito esquemáticamente sería – de no estar modificada su influencia por otras fuerzas económicas u otras características del proceso emulativo- hacer a los hombres industriosos y frugales” (ibid: 43). La eficiencia es en las clases productivas (inferiores) una forma también de distinción social. Pero en los estratos superiores se da una especie de “suciedad ceremonial” en la que “todas las personas de gusto refinado sienten que ciertos oficios –que convencionalmente se consideran serviles- llevan unida con inseparabilidad una cierta contaminación espiritual. Se condena y evita sin titubear un instante las apariencias vulgares, las habitaciones mezquinas (es decir, baratas) y las ocupaciones vulgarmente productivas” (ibid: 45).

Esta necesidad de ostentar bienes los cuales toman un sentido simbólico, llevan indefectiblemente al “consumo conspicuo”. Precisamente, éste es uno de los valores más presentes y distintivos de la “clase ociosa”. Los individuos que forman parte de la clase ociosa se interesan por las cuestiones teóricas y abstractas, en cierta forman establecen ciertos códigos y normas de modales para adoctrinar a las clases productivas. Por otro lado, en su afán de ostentación prefieren practicar ocupaciones relacionadas a la educación, la guerra, los deportes, el gobierno y los quehaceres religiosos. Por tanto para Veblen, conforman en general a este grupo: gobernantes, deportistas, clérigos, militares e intelectuales. En este sentido, el ocio para el autor no significa otra cosa que “pasar el tiempo sin hacer nada productivo: 1) por un sentido de la indignidad del trabajo productivo, y 2) como demostración de una capacidad pecuniaria que permite una vida de ociosidad” (ibid: 51).

Este párrafo ilustra magníficamente el sentido que Veblen

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