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LA FUNCION DEL EDUCADOR


Enviado por   •  20 de Noviembre de 2014  •  6.652 Palabras (27 Páginas)  •  328 Visitas

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LECTURA: LA HISTORIA, LOS HOMBRES Y EL TIEMPO

*LA HISTORIA Y LOS HOMBRES

La Historia es la ciencia del pasado. Michelet y Fustel de Coulanges nos plantean lo siguiente: el objeto de la Historia es esencialmente el hombre. Más que el singular, favorable a la abstracción, conviene a una ciencia de lo diverso el plural, que es el modo gramatical de la relatividad.

Del carácter de la Historia, en cuanto conocimiento de los hombres, depende su posición particular frente al problema de la expresión.

*EL TIEMPO HISTÓRICO

El tiempo de la Historia, realidad concreta y viva abandonada a su impulso irrevertible, es el plasma mismo en que se cubren los fenómenos y el lugar de su inteligibilidad. Este tiempo verdadero es, por su propia naturaleza, un continuo. Es también cambio perpetuo.

Cabe mencionar dos atributos de los que provienen los grandes problemas de la investigación histórica, dos periodos sucesivos demarcados en el suceder interrumpido de los tiempos. ¿En qué medida el lazo que establece entre ellos el flujo de la duración es mayor o menor que las diferencias nacidas de la propia duración? ¿Habrá que considerar el conocimiento del período más antiguo como necesario o superfluo para el conocimiento del más reciente?

LECTURA: CAPÍTULO I

En las lenguas romance (y en las otras) “historia” expresa los siguientes conceptos diferentes: significa: 1) la indagación sobre “las acciones realizadas por los hombres” (Herodoto) que se ha esforzado por constituirse en ciencia, la ciencia histórica; 2) el objeto de la indagación, lo que hanrealizado los hombres; 3) una historia es un “relato”. Como dice Paul Veyne, “la historia es ora la sucesión de acontecimientos, ora el relato de esa sucesión de acontecimientos”. Una historia es un relato que puede ser verdadero o falso, con una base de “realidad histórica”, o meramente imaginario, y este puede ser un relato “histórico” o bien una fabula.

Charles Morazé la define así: “ hay que buscar más allá de la geopolítica , del comercio ,las artes y la ciencia misma lo que justifica la oscura certeza de los hombres en que son solo uno, transportados como se ven por el enorme flujo de progreso que los especifica oponiéndolos. Esta solidaridad está vinculada con la existencia implícita, que cada cual experimenta en sí, de cierta función común a todos. Vamos a llamar a esa función historicidad. La historicidad permite, por ejemplo, rechazar en el plano teórico la noción de “sociedad sin historia”, rechazada por otra parte por el estudio empírico de las sociedades que observa la etnología. Sin embargo ella obliga a insertar la historia misma en una perspectiva histórica: “hay una historicidad de la historia. Implica el movimiento que vincula una práctica interpretativa con una praxis social”.

Paul Ricoeur ve en la supresión de la historicidad a través de la historia de la filosofía la paradoja del fundamento epistemológico de la historia. Según Ricoeur, el discurso filosófico hace estallar la historia en dos modelos de inteligibilidad, un modelo evenementiel y un modelo estructural, lo cual hace desaparecer la historicidad: “el sistema es el fin de la historia en la medida en que ella se anula en la lógica; también la singularidad es el fin de la historia, en tanto toda la historia se niega en ella. Se llega a este resultado, absolutamente paradójico, que está siempre en la frontera de la historia, del fin de la historia, y se comprenden los rasgos generales de la historicidad”.

Paul Veyne (1971) extrae del fundamento del concepto de historicidad una doble moral .La historicidad permite la inclusión en el campo de la ciencia histórica de nuevos objetos de la historia: lo non evenementiel; se trata de acontecimientos todavía no aceptados como tales: historia rural, de las mentalidades, de la locura o de la búsqueda de la seguridad a través del tiempo. De modo que ha de denominarse non evenementiel la historicidad de la que no hemos de tener conciencia como tal.

Por otra parte, la historicidad excluye la idealización de la historia, la existencia de la Historia con H mayúscula: “todo es histórico, así que la historia no existe”.

(Lefebvre, 1945), nos dice, que en sus diversas formas tiende a reconducir la explicación histórica al descubrimiento, o a la aplicación de una causa única y primera, a reemplazar precisamente el estudio mediante técnicas científicas de la evolución de las sociedades, mediante esta misma evaluación concebida en abstracciones fundadas en el apriorismo o en un conocimiento sumario de los trabajos científicos.

Paul Veyne considera que se trata de un género muerto “y que sobrevive sólo en epígonos de tono un tanto popularizante”, “ungenero falso”. En efecto, “salvo que se trate de una filosofía revelada, una filosofía de la historia será un duplicado de la explicación concreta de los efectos y remitirá a las leyes y mecanismos que rigen esta explicación. Solo dos casos limites son vitales: por una parte el providencialismo de Civitas Dei, y por otra la epistemología histórica.

Raymond Aron, señala que “la ausencia y la necesidad de una filosofía de la historia son elementos igualmente característicos de nuestro tiempo”.

Consideramos la idea básica de un filosofo para abordar la historia: “la historia no es historia sino en la medida en que ella no accede ni al discurso absoluto ni a la singularidad absoluta, en la medida en que su sentido se mantiene confuso, mezclado. La historia es esencialmente equívoca, en el sentido de que es virtualmente evenementielle y virtualmente estructural. La historia es verdaderamente el reino de lo inexacto. El método no puede ser sino un método inexacto. La historia quiere ser objetiva y no puede serlo. Quiere hacer revivir y sólo puede reconstruir. Quiere convertir a las cosas en contemporáneas, pero al mismo tiempo tiene que restituir la distancia y la profundidad de la lejanía histórica.

*¿LA HISTORIA ES CIENCIA DEL PASADO O SÓLO HAY HISTORIA CONTEMPORÁNEA?

Marc Bloch (1941-1942) “proponía definir a la historia como la ciencia de los hombres en el tiempo”. Con eso entendía subrayar tres rasgos de la historia. El primero es su carácter humano. Si bien la investigación histórica engloba algunos campos de la historia de lanaturaleza (Le Roy Ladurie, 1967), en general se admite que la historia es historia humana, y Paul Veyne subrayo que “una diferencia enorme” separa la historia humana de la historia natural: “el hombre delibera, la naturaleza no; la historia humana se convertiría en un no sentido si nos olvidamos

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