LA MUJER DE TUS SUEÑOS INSTRUCCIONES PARA ENAMORARLA
fergasus23 de Octubre de 2011
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FABIO FUSARO
BOBBY VENTURA
LA MUJER DE
TUS SUEÑOS
INSTRUCCIONES
PARA ENAMORARLA
Los más reveladores secretos sobre
las mujeres.
Cuáles son las cosas que más les atraen de los
hombres.
Qué hacer y qué no hacer para impactar
a tu amor imposible.
Los más sencillos y efectivos
trucos de seducción. INDICE
01. ¿Quiénes somos? 05
02. El día D 07
03. El miedo 11
04. Nada puede empeorar 13
05. No sos el único 15
06. Mi amigo Eduardo 19
07. Huevos, Roberto, huevos 23
08. El envase 25
09. El ganador tecnológico 29
10. El boliche 33
11. Ser distinto 37
12. Y vos sin darte cuenta 41
13. El humor de Don Vito 45
14. ¿Casualidad? 49
15. Estrategia cero 53
16. Las que deciden son ellas 57
17. Ellas dicen que buscan una
cosa… 61
18. El dinero, …siempre el dinero
67
19. La mona, aunque se vista de
seda, mona queda 71
20. La espía que me amó 75
21. La técnica del bacrecito 81
22. Factor sorpresa 85
23. Magia 89
24. El príncipe azul 93
25. Timming 97
26. El hombre trapo 101
27. Nunca dar lástima
28. No te desesperes loco, todo
va a andar bien 105
29. La técnica del amor imposible
109
30. El misterioso 113
31. Ella es el jefe. 117
32. Dejala garpando. 121
33. Gastala 123
34. El teléfono 127
35. El fin de semana 131
36. La primera salida 133
37. La falsa novia 137
38. Los regalos 141
39. Todo es cuestión de actitud
145
40. La puntada final 149
41. ¡Adelante! 153
42. Diccionario 155 ¿Quiénes somos?
Los autores de este libro, sin duda deben ser unos ganadores
totales. Tipos que la tienen clarísima y que fueron por la vida
ganando minas a rolete por todas partes.
Las pelotas.
Esa es la clase de hombre que no necesita este libro y que aunque
te parezca mentira, tampoco podría escribirlo.
Nosotros somos tipos como vos. Tipos que en muchas
oportunidades ganaron, pero en otras se cagaron en las patas ante la
mujer de sus sueños.
Tipos que algunas veces no se animaron y vieron como otro, en
sus narices y sin hacer demasiados méritos, les soplaba la dama.
Tipos que teniendo a la mina evidentemente entregada, arrugaron
emitiendo una frase tipo: “¿Viste que Boca compró un delantero
japonés?”
¿Qué nos diferencia, entonces, del resto?
Que fuimos más allá. Que analizamos los resultados de nuestras
propias experiencias y las de otras personas, sacando conclusiones
válidas.
Que no nos resignamos a asumir que para levantarnos a esa mujer
que nos provocaba taquicardia teníamos que ser Brad Pitt o
Rockefeller (o una mezcla de ambos) y nos preocupamos en
transformar cada vivencia propia y ajena, positiva o negativa, en
material de aprendizaje.
Y lo que fuimos aprendiendo, lo fuimos poniendo en práctica.
Y realmente funciona.
Existen otros libros que te enseñan a levantar mujeres.
Los hay mejores y peores. Pero lo que esos libros te enseñan es a
levantar minas por doquier. En la facultad, el laburo, la parada del
bondi, el supermercado, el sanatorio, la tintorería, el gimnasio, el
tren, la discoteca, el restaurante, la iglesia, etc. Esos libros te instruyen para atacar a la flaca, la gorda, la rubia, la
morocha, la pelirroja, la linda, la fea, la seis puntos, la vecina, la
madre de tu amigo, la amiga de tu vieja.
Lo que te enseñan es a dejar el temor de lado y flirtear con cuanta
mujer se te cruce.
Siguiendo esas instrucciones, vas a encararte doscientas mujeres
por semana, de las cuales no te van a dar vuelta la cara cincuenta, te
van a dar bola realmente quince, vas a llegar a salir con cinco, vas a
besar a dos y te vas a llevar a la cama a una.
A fin de mes, luego de haber salido con veinte minas, haber
besado a ocho y haber tenido sexo con cuatro, vas a sentir que sos
un verdadero “tigre”. Claro que cada vez que te terminaste de cojer a
cada una de esas mujeres, deseaste que se transformaran en una
grande de muzzarella.
¿Por qué? Porque realmente no te gustaban.
Y lo que esos libros suelen no tener en cuenta, es que más de
seiscientos rechazos por mes, no hay autoestima que los resista.
El libro que tenés en tus manos no apunta a enseñarte a ser una
máquina de encarar mujeres y llevarte a la cama a cuanto ser sin
pene camine sobre la tierra. Lo que queremos es ayudarte a que
tengas éxito con esa mujer que realmente te importa. Esa que
cuando la conocés, te impacta y no podés dejar de mirarla. Esa a la
que tal vez antes de leer este libro, ni siquiera te hubieras atrevido a
sonreírle.
O a esa otra que abrazás y besás en tu imaginación cada noche
antes de quedarte dormido y al otro día sólo la mirás de lejos. El día D
-vas a ir a un colegio nuevo –me dijo mi mamá cuando yo tenía
once años de edad.
Al mes siguiente nos mudaríamos del departamento de tres
ambientes del barrio de Villa del Parque a una casa en Flores.
Hasta ese momento, yo había concurrido al “Santa Rita”, un
colegio de curas sólo para varones.
Y estaba bien que fuera solo para varones. Por qué andar
mezclando, si puede haber colegios para varones por un lado y
colegios para mujeres por otro, pensaba en aquel momento.
El cambio fue radical. No sólo pasé del pantalón de franela, camisa
celeste, corbata azul y saco gris, a un simple guardapolvo, sino que
además, la escuela 22 “Provincia del Chaco” era mixta.
-¿Mujeres en mi misma escuela? –pensé- Mmmmm… qué raro.
Comencé sexto grado en el nuevo colegio con bastante
tranquilidad a pesar del cambio. Nunca había tenido problemas con el
estudio. Hasta podría decir que el día más esperado era aquel en el
que me entregaban el boletín de calificaciones. Ese día mi mamá se
ponía muy contenta y esperábamos ansiosos la llegada de mi padre
para que también él se alegrara con mis notas. En esta nueva etapa
escolar, no había motivo para que esto cambiara. Yo era un buen
alumno y lo sabía. También era una persona bastante sociable, por lo
que no tuve problemas en relacionarme desde el primer día con los
varones de mi grado.
El segundo día de clase, ya pasada la expectativa del primer día,
mientras formaba fila en el patio para entrar a clases, presté atención
a la fila de al lado. Era la de séptimo grado. Nada menos que los más
grandes del colegio. Los que estaban a un paso de la escuela
secundaria. Los miré con cierto respeto, como si existiera un abismo
entre las edades de ellos y la mía. El séptimo grado estaba formado por tres varones y como veinte
mujeres.
Mi mirada se detuvo en el final de esa fila. Una chica alta, de
cabello castaño claro, ojos verdes y una carita preciosa, que luego
supe que se llamaba Karina, me distrajo la atención. La de al lado
también era hermosa: igualmente alta, pero morocha y de ojos
negros.
Me sentí raro. Eran las primeras veces en mi vida que compartía
tanto tiempo y un espacio en común con esos seres tan distintos
llamados “mujeres”.
Las dos chicas de séptimo grado, como era lógico, estaban
totalmente en otra. Para mí, esas no eran nenas. Eran mujeres que
estaban a punto de terminar la escuela y al lado de ellas me sentía
más insignificante que un mosquito.
Con disimulo, las observé caminar hasta su aula sin que,
obviamente, se percataran de mi existencia.
Ese episodio se repitió durante tres días.
Al otro lunes, mientras formábamos la fila, dirigí nuevamente mi
mirada hacia la rubiecita de ojos claros y me pegué uno de los
primeros grandes sustos de mi vida: me estaba mirando. Desvié
inmediatamente mi vista hacia el frente y me quedé inmóvil durante
unos segundos. Luego, lentamente comencé a torcer el cuello como
para comprobar si lo que había visto era verdad.
Y sí… Era verdad. La rubiecita seguía mirándome, a la vez que
comentaba algo con la morocha, que más tarde me enteré que se
llamaba Roxana, y que también me
...