ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

LA POBREZA COMO PRODUCTO DE LA DESIGUALDAD SOCIAL


Enviado por   •  26 de Octubre de 2014  •  Tesis  •  2.798 Palabras (12 Páginas)  •  268 Visitas

Página 1 de 12

publicidad

CURSOS DESTACADOS

Curso completo de piano - Nivel básico

Curso completo de piano - Nivel básico

Este curso de piano está pensado para todos aquellos principiantes que deseen comenzar a tocar el piano o el...

Ver más información

Curso de reparación de teléfonos móviles / celulares

Curso de reparación de teléfonos móviles / celulares

El curso de Reparación de Telefonía Celular o Móvil está orientado a todas aquellas...

Ver más información

publicidad

LA POBREZA COMO PRODUCTO DE LA DESIGUALDAD SOCIAL

El mediocre crecimiento económico de América Latina durante el siglo XX, en acentuado contraste con las economías exportadoras de productos primarios de los países desarrollados, se debió a la inestabilidad política, las barreras comerciales, la poca solidez de los derechos de propiedad, las deficientes infraestructuras y la volatilidad en las finanzas públicas.

Asimismo, la mala formación general y técnica y otras barreras a la innovación relacionadas explícitamente con la generación y gestión de conocimientos contribuyeron a este lento crecimiento. Todo esto se vio exacerbado por estrategias proteccionistas con industrias de sustitución de las importaciones, que descuidaron el desarrollo de las fortalezas naturales de los países, desalentaron la innovación y sobrecargaron de impuestos a sus sectores de recursos naturales.

La apertura comercial, y no el proteccionismo, ha sido decisiva para ayudar a los países a diversificar sus exportaciones. Por eso, la región no debe dar la espalda a sus recursos naturales, a su proximidad geográfica general con los Estados Unidos o a su fuerza laboral competitiva. La mejor forma de tener éxito es mantenerse abierto a la competencia internacional. La consolidación de los esfuerzos de integración regional, como el Nafta y el Mercosur, será fundamental para ayudar a los países a diversificar sus fuentes de ingreso por exportaciones y así aumentar los ingresos y hacerlos más estables.

Los países de América Latina y el Caribe no deben volver al pasado, sino aprovechar sus recursos naturales y la apertura comercial para encaminarse a una economía del conocimiento que genere empleos de alta calidad y bienestar para los latinoamericanos.

Es realmente asombroso cómo algo puede existir al mismo tiempo de no existir en absoluto. Tal fue el caso del proceso que condujo a la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible. Después de muchas reuniones del comité preparatorio teníamos un proyecto para la implementación, un plan falto de imaginación, débil, carente de visión, que valía menos que el papel en el cual estaba escrito. Era un plan lleno de frases vacías, con gobiernos peleándose como niños caprichosos por asuntos que no justificaban siquiera el menor desacuerdo.

Empero, en las negociaciones se trataba más de hacer gestos para la galería que de asumir posiciones de principios. Así, por un lado, algunos desean renegar sobre el acuerdo básico entre ricos y pobres, sobre cómo la responsabilidad de proteger el medio ambiente es común pero diferenciada, basada en la capacidad de una nación y su responsabilidad para el problema. Por el otro lado, algunos gobiernos no quieren aceptar que el buen gobierno, nacional y mundialmente, es un determinante crítico del desarrollo sostenible.

Lo que Johannesburgo necesita más que nada es un sueño. Y necesita creadores del cambio, que tienen fe en el sueño. En la Cumbre para la Tierra de Río de Janeiro en 1992, el programa medioambiental ocupó el centro del escenario gracias a que la sociedad civil había llevado a los gobiernos a emprender medidas. Mas desde entonces, los grupos ecológicos en su mayoría han seguido la inacción de los gobiernos en determinar el destino de comas y puntos en los textos de negociación.

Esta “gubernamentalización” de la agenda del medio ambiente ha sido desastrosa, puesto que se ha convertido en una causa sin interés... ¡precisamente cuando el mundo desesperadamente necesita un acuerdo global!

Los retos ambientales son ahora retos de desarrollo, tanto mundial como nacionalmente. El proceso de globalización ecológica es impulsado por el hecho de que los niveles de producción y consumo han alcanzado un estado en que lo que se hace en un país dado puede tener importantes impactos sobre sus vecinos, y hasta sobre el resto del mundo.

Hasta cosas sencillas como el uso de un refrigerador o un acondicionador de aire puede contribuir a la destrucción de la capa de ozono del mundo; usar un automóvil, o talar un árbol sin plantar otro en su lugar, puede ayudar a desestabilizar el clima del mundo. El uso de un compuesto orgánico persistente como DDT en la India puede causar contaminación capaz de poner en peligro la vida de la gente y otras formas de vida en las remotas regiones polares, a medida que es transportado lenta pero constantemente a esas zonas por las corrientes oceánicas y las corrientes de aire . Nunca antes ha sido tan grande la necesidad de los seres humanos de aprender a vivir en “un mundo”.

Debemos reconocer, en primer lugar, que la “globalización ecológica” es el inevitable resultado del continuo proceso de crecimiento económico y mundialización - o globalización - que no sólo une las economías del mundo sino lleva los niveles de producción y consumo nacionales a un punto que pone en peligro los sistemas ecológicos de la Tierra.

Los convenios multilaterales, desde el clima hasta la biodiversidad hasta el comercio en desechos peligrosos, son todos partes del rompecabezas de cómo compartir el espacio ecológico (y económico) del mundo. Sus negociaciones establecen las normas y los reglamentos - en efecto, la constitución de un nuevo acuerdo.

En segundo lugar, debemos reconocer que el Sur, más que nunca, está aprendiendo penosamente el costo que un medio ambiente sucio significa para la salud. El modelo económico y tecnológico de Occidente es altamente material, de alto consumo energético, y metaboliza enormes cantidades de recursos naturales, dejando tras sí una huella de toxinas y ecosistemas altamente degradados y transformados. Y no obstante, nosotros, en el mundo en desarrollo, estamos siguiendo este modelo de crecimiento económico y social, creando un

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (18.4 Kb)  
Leer 11 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com