ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

LA VIOLENCIA APRENDIDA


Enviado por   •  2 de Noviembre de 2012  •  1.052 Palabras (5 Páginas)  •  612 Visitas

Página 1 de 5

Muchos niños, independientemente de su edad, vinculan imágenes de violencia a la palabra "conflicto": bombas, asesinos, escopetas, guerra, enemigos, combatientes, agresores, gritos, ira, odio... Muchos adultos hacen las mismas asociaciones, y los profesores, cuando desean tratar problemas de conflictos con sus alumnos hablan primero de guerra y de conflictos armados.

Para los niños y los jóvenes es urgente entender que la violencia no es necesariamente el resultado de un conflicto. La violencia no forma parte de la naturaleza humana sino que es una respuesta aprendida, y si la violencia se puede aprender, existen otras respuestas posibles que también se pueden aprender.

Un hecho violento acontece en una situación de interacción, en una relación vincular donde puede haber impotencia y por otro lado abuso de fuerza y poder, supone la desorganización de ese espacio vincular apoyado en la irracionalidad y la reorganización de un nuevo orden, prevalece el deseo de uno que ostenta el poder no admitiendo el deseo y la existencia de los otros.

Romper con el acostumbramiento a toda forma de maltrato, incluyendo el abuso sexual infantil, es uno de los principales objetivos de la toma de conciencia y prevención. Informarse y adquirir recursos de alternativa en la comunicación para cortar con la cadena de la conducta violenta y / o abusadora.

La violencia se nutre del silencio, del aislamiento al que las víctimas son sometidas. Hacía el afuera parece una familia “normal”, el infierno se desata adentro. Durante mucho tiempo se creía que eran asuntos privados, hoy sabemos que son delitos y trasgresiones que deben ser denunciados. Nadie tiene derecho de ejercer violencia, es un atentado contra los derechos humanos.

Los niños y las niñas, por su vulnerabilidad son el blanco de las violencias. Para definir la violencia hacia los niños y niñas, diremos que se considera el maltrato infantil como toda acción, omisión o trato negligente, no accidental, que priva al niño de sus derechos y su bienestar, que amenaza o interfiere en su desarrollo físico, psíquico o social y cuyos autores son personas del ámbito familiar.

Los niños de hogares violentos están de tres a nueve veces más expuestos a ser lesionados y/o abusados; lo cual les afecta en otros aspectos de sus vidas, por ejemplo, están más expuestos a involucrarse en situaciones de violencia callejera y escolar. Presentan más trastornos de aprendizaje, más posibilidades de ser expulsados de la institución educativa y mayor incidencia de padecer trastorno por déficit de atención e hiperactividad.

También, se ven más involucrados en delitos. El diagnóstico precoz, ya desde edades muy tempranas, del trastorno de conducta y trastorno antisocial aumenta la posibilidad de manifestar, en la adolescencia y/o en la edad adulta, conductas violentas con la futura pareja. Entre los tipos de maltratos hacia los niños y niñas podemos enumerar:

En la cronicidad de la violencia se manifiesta siempre lo que se ha dado en llamar síndrome de indefensión aprendida que es un estado de desvalimiento y desamparo con una sensación de continuo fracaso e impotencia, provocando un estado de pasividad que impide reaccionar ante lo que sucede culminando en un estado de depresión.

Cuando una persona es enfrentada con un acontecimiento nocivo que no puede controlar, su motivación para responder queda disminuida. La indefensión aprendida en un impedimento psíquico concreto producto de reiterados intentos de modificar la situación de violencia y sus reiterados fracasos. Este síndrome se presenta tanto en niños como en adultos y les permite, por un lado continuar viviendo ante tanto sufrimiento y por el otro la perpetuación de los abusos.

El otro recurso de las víctimas para poder soportar el maltrato es el mecanismo defensivo de disociación, mediante el cual “separan” una parte de sus vidas, los momentos de los abusos, para poder llevar adelante lo cotidiano.

La exposición a la violencia provoca en los niños y niñas muy graves y diversos problemas que pueden condicionar el resto de sus vidas. Entre los problemas físicos que genera, tenemos retraso en el crecimiento, alteraciones en el sueño y disminución de las habilidades motoras, entre otros.

En el aspecto emocional, esta violencia produce ansiedad crónica, depresión, ira y estrés. En el aspecto cognitivo, tenemos retraso en el lenguaje, bajo rendimiento escolar y dificultades para la concentración y el estudio. En el aspecto de la conducta o el comportamiento, esta violencia genera agresividad, inmadurez, toxico dependencias y conductas antisociales.

Estas alteraciones se desarrollan a partir de las sensaciones y los sentimientos que en los niños genera la violencia hacia su propia madre. Los niños y niñas que presencian las agresiones ven los golpes, incluso perciben también esta violencia sin haber visto ni oído situaciones violentas. Estos niños viven con el miedo y el terror, se sienten desamparados, creen que pueden morir o ser heridos durante las agresiones a las que están expuestos.

La ansiedad que experimentan por el profundo temor a sufrir daños durante los ataques o a que sus madres sean heridas, la tristeza al ver a sus madres como víctimas de las agresiones por parte de quien debería dar seguridad y afecto, el estado depresivo por la creencia de que su situación es irremediable y de que nadie les puede salvar o ayudar, el aislamiento en su entorno escolar y social para mantener en secreto su problema.

Se ha demostrado que los hijos varones de hombres maltratadores con una altísima frecuencia maltratarán a sus parejas en una etapa adulta, y que las hijas tendrán también una mayor probabilidad de ser víctimas de la violencia por parte de sus parejas. El aprendizaje de las conductas agresivas se produce por la exposición continúa de la violencia que ejercen sus padres contra sus madres, y todo ello en el mismo contexto donde se establecen los lazos afectivos y emocionales que se desarrollan en el grupo familiar, mezclándose y confundiéndose entre sí.

Estos niños y niñas es difícil que tengan oportunidades de aprender estrategias adecuadas, no violentas, para la resolución de cualquier conflicto, pues no pueden normalmente desarrollarse en otras dinámicas familiares diferentes entre las que se han establecido entre sus familiares. La educación e intervención desde la infancia son fundamentales para la prevención de la violencia contra las mujeres.

Como dice el doctor Rojas Marcos, las semillas de la violencia se siembran en los primeros años de la vida, se cultivan y se desarrollan durante la infancia y comienzan a dar sus frutos malignos en la adolescencia.

...

Descargar como  txt (6.6 Kb)  
Leer 4 páginas más »
txt