La Casa De Los Ancianos Curanderos

Bajo el cielo de una noche tranquila con una luna resplandeciente junto a mi abuela materna Paula gonzalez o como la llaman sus amigos Doña Paula, nos sentamos en el patio principal de su casa, ella con una mirada tranquila me contaría la leyenda de “la casa de los ancianos curanderos” una de los tantos relatos de su vida.

Cuenta Doña Paula que hace muchos años cuando ella llegó desplazada de Santander, lo que hoy es el barrio palmita el lugar donde vivimos, comenzaba a ser poblado, las casas estaban construidas de bloques de barro con bareque y los techos de zinc.

Como eran pocos los habitantes todos conocían a sus vecinos, para ella venir desplazada fue muy difícil porque tenía seis hijos, dos varones y cuatro mujeres y es que ser madre soltera es complicado.

Doña Paula tenía un familiar que le ayudo a conseguir una casa en arrendamiento, así llegaron a vivir en este nuevo hogar, todos se sentían muy cómodos y tranquilos excepto mi abuela, ella sentía una energía extraña en la casa del lado, ésta era muy particular porque tenían de vecinos a dos esposos muy abuelitos que los llamaban “los ancianos curanderos”. Mi abuela desde la primera noche a la hora de dormir se sentía intranquila porque en la casa del lado se comenzaban a oír ruidos extraños de rezos, canticos, bailes y todo tipo de sonidos raros bajo la luz de las velas.

Doña Paula conto a su familiar de los ruidos que se escuchaban y le preguntó quiénes eran los dueños de la casa del lado y para qué era utilizada esta, él le contestó que era la casa de los ancianos curanderos del barrio, ellos hacían ritos espirituales con espíritus de sanación que bajaban a ellos apoderándose de su cuerpo para sanar las personas, muy buscados por la gente de muchos barrios que profesaban su fe en ellos, eran reconocidos al sanar de enfermedades terminales, de maleficios y brujerías.

Doña Paula no quedo tranquila y después de saber esto pidió a su familiar que le ayudara a conseguir otro lugar donde vivir con sus hijos, pues le preocupaba su bienestar.

Ella pensó que después de irse de esa casa no iba a tener ninguna relación más que el saludo con estos abuelos, pero en poco tiempo conoció el poder de sanación de estos.

Luego de que pasaron tres meses viviendo en la nueva casa mi tía mirian la hija mayor de mi abuela le explicó a ella que hace algunos días tenía un raro hongo en uno de sus senos y estaba muy asustada, le dijo que no había contado nada porque creía que era algo pasajero. Mi abuela de inmediato la llevo al médico y gasto la mitad de sus ahorros en medicinas y remedios pero luego de dos semanas este hongo empeoraba y comenzaba a expulsar materia de su pezón de un feo olor.

Doña paula entonces conto a su familiar de lo sucedido con su hija, este le recomendó ir a visitar la casa de los ancianos curanderos, ella muy asustada y después de mucho pensarlo decidió ir.

Al entrar a esta casa sintió una energía extraña, contando la situación de mi tía, ellos le revisaron y explicaron que la razón de esta enfermedad era un maleficio que le había impuesto una persona que tenía mucha envidia de la belleza de mi tía, les explicó que esta persona busco a alguien que trabajara con espíritus malignos para obrar negativamente.

Durante tres días mi abuela y mi tía visitaron “la casa de los ancianos curanderos” los cuales cada noche sentaban a mi tía en el piso y regaban polvo de pólvora a su alrededor y mientras este se consumía al encenderlo ellos le hacían rezos alrededor de ella y bailes con sonidos extraños, y es que era extraño cuenta mi abuela ver a estos abuelitos con tanta vitalidad cantar y bailar como si realmente no fueran ellos.

Después de este tratamiento los ancianos lograron expulsar el maleficio que tenía mi Tía y ella se recuperó completamente de su seno, mi abuela desde entonces vivió

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