La Elección De Los Elegidos
andreafelker4 de Octubre de 2014
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LA ELECCIÓN DE LOS ELEGIDOS
En el nivel de enseñanza superior, la desigualdad inicial de las diversas capas sociales ante la educación se muestra muy desigualmente representada. El porcentaje de estudiantes de diversas clases refleja sólo de modo incompleto la desigualdad educativa, siendo las categorías sociales más representadas en la educación superior al mismo tiempo las menos representadas dentro de la población activa.
El sistema educativo pone en funcionamiento una eliminación de las clases más desfavorecidas. Es menos habitual que se perciban las formas ocultas de la desigualdad ante la educación, como la relegación de los niños de clases inferiores y medias en ciertas disciplinas y su retraso o estancamiento en los estudios. Para las clases más desfavorecidas, se trata de una simple y pura eliminación.
CATEGORÍA SOCIOPROFESIONAL DE LOS PADRES POSIBILIDADES OBJETIVAS (PROBABILIDAD DE ACCESO) - PROMEDIO
Asalariados rurales 0,7
Agricultores 3,6
Personal de servicio 2,4
Obreros 1,4
Empleados 9,5
Dueños de industria o comercio 16,4
Niveles medios 29,6
Profesiones liberales y niveles altos 58,5
Fuente: CUADRO II. ESTADÍSTICA DEL ORIGEN SOCIAL. CAP I: LA ELECCIÓN DE LOS ELEGIDOS. “LOS HEREDEROS. LOS ESTUDIANTES Y LA CULTURA” BORDIEU P. Y PASSERON J-C.
Las variaciones tan fuertes en las posibilidades educativas se expresan de mil maneras en el campo de las percepciones cotidianas y determinan una imagen de los estudios superiores como futuro “imposible”, “posible” o “normal”, que se convierte en determinante de las vocaciones educativas. Las relaciones extrafamiliares se extienden a medida que se asciende en la jerarquía social, por lo que la expectativa subjetiva de acceder a la enseñanza superior tiende a ser más débil que las posibilidades para los sectores más desfavorecidos. En esta distribución desigual de las posibilidades educativas de acuerdo con el origen social, varones y mujeres están en la misma situación. La diferencia es más fuerte en lo bajo de la escala social mientras tiende a disminuir en los estratos superiores y medios.
La desventaja educativa se expresa también en la restricción de la elección de los estudios que pueden estar destinados a una categoría social dada. Es muy probable que mujeres y varones no cursen los mismos estudios, sea cual fuere su origen social. Es posible que las primeras se inclinen por las letras y los varones por los estudios científicos. En estas tendencias se reconoce la influencia de los modelos tradicionales de división del trabajo entre los sexos. La elección es más limitada cuando los estudiantes pertenecen a un medio más desfavorecido. Como regla general, la restricción de las elecciones se impone a la clase baja más que a las clases privilegiadas y a las estudiantes más que a los estudiantes, siendo la desventaja mucho más marcada para las mujeres que provienen de un origen social más bajo.
Por lo tanto, se da una eliminación pura y simple de los jóvenes de capas desfavorecidas y una restricción de elecciones disponibles a aquellos que logran escapar de esa eliminación inicial. Y éstos deben pagar con la elección forzada su entrada en la enseñanza superior. Sin embargo, hay un fenómeno que interfiere con el relegamiento y es que la facultad de letras puede servir de “refugio” para estudiantes de clases más educadas, que obligados socialmente a una enseñanza superior, se orientan hacia esos estudios por falta de vocación, que les brinda la apariencia de una razón social. Por lo tanto, la facultad de letras puede ser para algunos una elección y para otros un refugio.
La última manifestación de la desigualdad ante la educación es el retraso y estancamiento de los estudiantes de clases más desfavorecidas: la participación de estudiantes que tienen edad modal decrece a medida que se baja hacia las clases más desfavorecidas. Parece que se busca que los más desfavorecidos culturalmente sufran más su desventaja allí donde son relegados como consecuencia de sus desventajas.
Los obstáculos económicos no alcanzan para explicar estos fenómenos. Se encuentra una prueba de la importancia de los obstáculos culturales que deben superar en el hecho de que se comprueban diferencias de actitud y aptitudes significativamente vinculadas al origen social. Por lo tanto, de todos los factores de diferenciación, el origen social es sin duda el que ejerce mayor influencia sobre el medio estudiantil, mayor en todo caso que el sexo y la edad y sobre todo más que tal o cual factor claramente percibido, ejemplo: la afiliación religiosa. Es el único que extiende su influencia a todos los dominios y a todos los niveles de la experiencia de los estudiantes y en primer lugar a sus condiciones de existencia. Es sin duda en las conductas, actitudes y opiniones donde se marca la influencia general del crecimiento. El hábitat y tipo de vida, la intensidad y modalidad del sentimiento de dependencia, variable según el origen de los recursos así como la naturaleza de la experiencia y valores asociados a su adquisición, dependen directa y fuertemente del origen social y refuerzan su eficacia. Por otro lado, la influencia de la edad y el envejecimiento educativo no se ejerce jamás de manera unívoca, pudiendo ser la antigüedad un aspecto de desventaja social o un privilegio del “eterno estudiante”.
La condición de estudiante es una, unificada y unificadora. Los estudiantes considerados en su rol propio tienen en común cursar estudios y prácticas, sin que por eso se llegue a concluir que comparten una experiencia idéntica y colectiva. Es a lo largo de la carrera educativa cuando se ejerce la influencia del origen social: la conciencia de que los estudios cuestan caro y que hay profesiones a las que no es posible dedicarse sin un patrimonio, la desigualdad de información sobre los estudios y sus perspectivas futuras, los modelos culturales que relacionan ciertas profesiones y elecciones educativas con un medio social y la predisposición a adaptarse los modelos, reglas y valores de la institución. Todo ello hace que uno se sienta “en su lugar” o “desplazado” en la institución y lo que se percibe determina un porcentaje de éxito educativo desigual según las clases sociales y en las disciplinas que suponen toda una adquisición. Depende estrechamente de la aptitud para manejar el lenguaje de ideas propio de la enseñanza. Dependen de orientaciones precoces que son resultado del medio familiar: la acción directa de hábitos y disposiciones heredadas del medio de origen. Así, se produce un efecto multiplicador de las orientaciones iniciales que desencadenan determinaciones que se expresan en forma de sanciones que consagran las desigualdades sociales aparentando ignorarlas.
De esta manera, no se accede más que al resultado final de un conjunto de influencias que se vinculan con el origen social y cuya acción se ejerce durante mucho tiempo. Para quienes sobreviven a la eliminación, las desventajas evolucionan, el pasado social se transforma en déficit educativo por el juego de “mecanismos sustitutos” como orientaciones precoces y mal informadas, las elecciones forzadas y los estancamientos.
Se puede reconocer otro índice de la influencia del medio familiar: la participación de los estudiantes que dicen haber seguido el consejo de su familiar para la elección de una orientación crece al mismo tiempo que se eleva el origen social. Se observan diferencias análogas en las actitudes en relación con la enseñanza: los estudiantes de origen burgués están más seguros de su vocación o aptitudes, tienen mayor diversidad de intereses culturales, más independencia con respecto a la institución y sus aspiraciones siguen el principio del placer. Esta complacencia mucho mayor les asegura una ventaja considerable, ya que la institución otorga paradójicamente los mejores triunfos al arte de tomar distancia de los valores y disciplinas académicas.
Los estudiantes más favorecidos no deben sólo a su medio de origen hábitos, entrenamientos y actitudes que les sirven directamente en sus tareas académicas. Heredan también saberes y un saber-hacer, gustos y un “buen gusto” cuya rentabilidad académica es evidente. La cultura “libre”, desigualmente repartida, es condición implícita del éxito universitario. El privilegio cultural se vuelve evidente ya que los estudiantes poseen conocimiento mucho más ricos y extendidos cuando su origen es más alto. Los factores culturales de clase y los factores económicos acumulan sus efectos. Se puede ver que estos conocimientos participan a la vez de la cultura enseñada en la escuela y de la cultura libre y adquirida libremente por los alumnos más favorecidos. Los mismos saberes no expresan las mismas actitudes y no implican los mismos valores, mientras que para unos demuestran el valor de la regla y aprendizaje escolar, para otros expresan la posesión de una cultura que deben a su medio familiar. La cultura puramente escolar no es sólo una cultura parcial o parte de la cultura sino una cultura inferior porque los elementos que la componen no tienen el mismo sentido que podrían adquirir en el contexto amplio. Lo esencial de la herencia cultural se transmite de manera indirecta con ausencia de esfuerzo metódico y toda acción
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