La Eutanasia como método de deshumanización

La Eutanasia como método de deshumanización

Por Catalina Amador

La eutanasia es un procedimiento que pretende acelerar la muerte de un enfermo con el fin de evitarle sufrimiento ya sea con o sin su consentimiento.

Se ha podido clasificar en dos clases:

• Eutanasia directa, se da por medio de una acción que adelanta la muerte de un paciente, la cual a su vez se clasifica en dos formas: Activa (fármacos) y pasiva (omisión de tratamiento)
• Eutanasia indirecta, se da cuando se procede con un tratamiento que como efecto secundario pueda ocasionar la muerte de forma imprevista.

El problema radica en la banalización de la vida misma, la deshumanización al creer que una vida “digna” solo es posible al tener los medios materiales que habiliten un estado de confort que cierra la esencia y el deseo empírico del hombre por trascender del aquí y el ahora, llevándolo a optar por los recursos más fáciles y definitivos. La eutanasia y el suicidio asistido representan un atentado contra la naturaleza humana, tanto ética como jurídicamente. 

La eutanasia implica la valoración de la utilidad de las personas pero ¿quién en el mundo está calificado para decidir la utilidad de cada ser humano en la sociedad? Nadie, nadie cuenta con la autoridad de calificar la función útil de las personas, ni juzgarlas por esto y mucho menos decidir qué vida vale más. Los que están a favor de la eutanasia afirman que es una forma de brindarles una opción de muerte digna a esas personas que sufren de enfermedades terminales o discapacidades que afectan su integridad y calidad de vida.

Nadie decide por sí mismo el existir, la vida simplemente fue dada y es la única que se tiene; puede que no sea la que se quiso tener pero esto hace que se conozca que: el hecho de que la vida de algunos no resulte agradable a otros, no significa que esta no sea digna. Por esto, nadie puede llegar a juzgar o intervenir en ella si no es para ayudar a mejorarla, nunca para destruirla o bloquearla. (Quintanal, 2011)  

Actualmente, el simple hecho de ver la eutanasia como opción, provoca que tanto médicos como científicos no hagan todo lo que esté a su alcance para salvar la vida del paciente rompiendo con la principal labor de la medicina que es preservar la vida. Los médicos saben que la eutanasia no es un tratamiento ni médico ni terapéutico, ya que la medicina tiene por objetivo curar enfermedades o disminuir el dolor, si no existe una cura. “La eutanasia no cura nada. Los médicos que se sumergen en una mentalidad eutanásica la incorporan a toda su vida y visión profesional y olvidan a Hipócrates” (Quintanal, 2011, pág. 64)  La eutanasia no es una cura y los médicos que la aceptan, tienden a verla como la opción más viable al momento de tratar a un enfermo terminal o con discapacidad avanzada.

El ser humano por naturaleza es digno. La sociedad contemporánea tiene por concepto de “progreso” únicamente al aumento de confort en el campo material o tecnológico, aceptando inconscientemente acciones que pretenden terminar con la vida de aquellos cuyas condiciones vitales no sean consideradas aceptables o suficientes considerando que son indignas. Sin embargo el ser humano es un ser digno desde el momento de su concepción hasta el de su muerte. Es un valor intrínseco, inviolable e incondicional de cada individuo que no varía con el tiempo y no depende de externos ni consideraciones subjetivas como destaca Kant. En un artículo realizado por profesores de Madrid dedicados a la investigación de la Eutanasia y la defensa a la vida, se llegó a la conclusión con respecto a la dignidad humana que “Esa dignidad es inherente a toda vida humana, le confiere el derecho irrenunciable a la vida y es un deber inexcusable del Estado protegerla, incluso cuando la persona, su titular, pueda no valorarla”  (Cano, y otros, pág. 19)

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