La Familia
SAMARIA5 de Febrero de 2012
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Concepto de familia
La familia, según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado.1 Los lazos principales que definen una familia son de dos tipos: vínculos de afinidad derivados del establecimiento de un vínculo reconocido socialmente, como el matrimonio2 —que, en algunas sociedades, sólo permite la unión entre dos personas mientras que en otras es posible lapoligamia—, y vínculos de consanguinidad, como la filiación entre padres e hijos o los lazos que se establecen entre los hermanos que descienden de un mismo padre. También puede diferenciarse la familia según el grado de parentesco entre sus miembros.
No hay consenso sobre la definición de la familia. Jurídicamente está definida por algunas leyes, y esta definición suele darse en función de lo que cada ley establece como matrimonio. Por su difusión, se considera que la familia nuclear derivada del matrimonio heterosexual es la familia básica. Sin embargo las formas de vida familiar son muy diversas, dependiendo de factores sociales, culturales, económicos y afectivos. La familia, como cualquier institución social, tiende a adaptarse al contexto de una sociedad. Esto explica, por ejemplo, el alto número de familias extensas en las sociedades tradicionales, el aumento de familias monoparentales en las sociedades industrializadas y el reconocimiento legal de las familias homoparentales en aquellas sociedades cuya legislación ha reconocido el matrimonio homosexual.
LA TERAPIA DE LA PARJEA
Resumen
La terapia de pareja cognitivo conductual ha mostrado su eficacia de manera empírica (Chambless et al, 1998); sin embargo existen limitaciones (Christensen, 1999) que indican la necesidad de irla mejorando. En este artículo se repasa la situación actual de la terapia de pareja, con las aportaciones que se están haciendo, enmarcando todo ello en una visión de la estructura de la pareja, como ente social y relación diádica, que permite una compresión de los avances que se están dando y aporta indicaciones sobre los caminos que seguirá en un futuro inmediato.
Introducción
La terapia de pareja cognitivo conductual se ha centrado en el análisis detallado de los conflictos cotidianos que pueden llevar a la ruptura de la relación, se ha planteado cómo aparecen los problemas, y cómo se mantienen. Ha identificado una característica que se asocia con ellos de forma general, un predominio de interacciones negativas sobre las positivas. Con el objetivo obvio de conseguir una intervención eficaz, ha planteado la forma de superarlos centrándose en aumentar el intercambio de conductas positivas y en mejorar la comunicación y la resolución de problemas. (Costa y Serrat, 1982; Cordova y Jacobson; 1993; Bradbury y Karney, 1993; Cáceres, 1996; Lawrence, Eldridge and Chistensen, 1998; Halford, 1998; Christensen, 1999; Finchman y Beach, 1999a; Christensen y Heavey, 1999).
La eficacia de la terapia de pareja cognitivo conductual basada en esos parámetros está ampliamente demostrada de forma empírica (Chambless et al, 1998). Sin embargo, el porcentaje de recaídas es muy alto y los informes indican que la mejora del bienestar subjetivo deja que desear (Christensen, 1999). Si bien la terapia de pareja ha pasado por una fase de impasse (Jacobson & Addis 1993; Gottman 1998), en el intento de superación de estas limitaciones, se han ido añadiendo factores en las intervenciones, incorporándose últimamente elementos básicos en la relación interpersonal como son la intimidad y la emoción (Christensen, Jacobson, Babcock, 1995, Jacobson, Christensen, 1996, Cordova y Scott, 2001). No hay que despreciar la influencia que en ello ha tenido el desarrollo de otras terapias, no estrictamente cognitivo conductuales, que han demostrado su eficacia de forma empírica (Greenberg y Johnson, 1988; Snyder y Wills, 1989; Weissman et al., 2000).
Otro factor de influencia que se va plasmando en los últimos años son las investigaciones de la psicología social, que hasta hace relativamente poco no tenían reflejo directo en la terapia (O’Leary y Smith, 1993); pero que se están incorporando en la última década (Johnson y Lebow, 2000).
Se podrían ver estos avances como una mera acumulación de métodos y técnicas sin una guía que los dé sentido. Si bien la terapia de pareja cognitivo conductual ha partido de datos empíricos buscando desde ellos una teoría que los explique (Cáceres, 1996), la consideración de la estructura de la pareja en sus dos vertientes básicas, como ente social y como relación diádica interpersonal, permiten integrar, encuadrar y comprender los últimos avances y aportaciones e intuir los caminos por los que va a discurrir su desarrollo futuro. En este artículo se plantean aspectos generales de la estructura de la pareja como ente social y relación diádica; desde ellos se obtiene un marco en el que se encuadran los conflictos, las áreas en que se producen, sus formas y consecuencias. El mismo planteamiento proporciona una visión que ayuda a comprender las soluciones que les ha dado la terapia de pareja cognitivo conductual, su eficacia y limitaciones y como las últimas aportaciones han ampliado el campo de acción terapéutico, actuando sobre aspectos de la estructura de la pareja que trascienden la mera acción sobre el conflicto. Esta perspectiva permite también intuir los pasos futuros que se darán para ir mejorando en los tratamientos de las parejas.
La pareja como ente social
Sobre su situación actual en España puedes ver una reflexión en este enlace
Vista desde la sociedad la pareja es una entidad basada en la relación entre dos personas. Como ente social la pareja se comporta como una unidad y es reconocido así por los que los rodean. Es dentro de la pareja como institución social donde se producen las relaciones diádicas entre sus miembros. Las leyes, los usos y las costumbres marcan y definen unas características básicas en la pareja, como el compromiso que une a sus miembros, y le asignan una función social, influyendo decisivamente en la forma y contenido de las relaciones entre sus componentes.
Hasta hace poco la inmensa mayoría de las parejas estaban constituidas por un par de personas de distinto sexo que en función de distintas razones decidían compartir su cuerpo, apoyarse mutuamente en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la alegría y en la tristeza, hasta que la muerte los separase. La pareja era un matrimonio que tenía como objeto social la creación de la familia y plasmaba sus intenciones legalmente en un contrato matrimonial. Actualmente ninguna de las dos cosas es necesaria para que un entorno social considere que dos personas constituyen una pareja; muchas parejas no tienen intención de formar una familia y no plasman su relación por medio de un contrato explícito. El concepto de pareja se ha hecho más amplio.
El papel de la pareja y la familia en la sociedad ha ido cambiando a lo largo de los tiempos. En los últimos doscientos años, la familia ha pasado de unidad de producción a unidad de consumo (Kearl, 2001). Cada miembro de la familia obtiene los ingresos de forma independiente y en la familia se comparten los bienes de consumo, comida, vivienda, etc. La existencia social de la pareja implica que en muchos aspectos mantiene una conducta común, única, y que existen una serie de bienes sobre los que mantiene una propiedad y un uso común. Ante la sociedad emplea el “nosotros” como responsable de la propiedad y de las acciones.
Actualmente se supone que el objetivo implícito con el que cada miembro se incorpora a la pareja es hacer la vida más feliz y plena al otro y recibir un trato análogo. Para ello intercambian conductas y comparten, desde un punto de vista social, una serie de bienes y actividades. Lo hacen de forma prioritaria, llegando esta prioridad a ser un compromiso de exclusividad. Algunos de los bienes y actividades que comparten son:
El cuerpo. Es la característica más específica de la pareja. Las parejas se distinguen porque comparten cada uno el cuerpo del otro. Las relaciones sexuales de los miembros de la pareja se plantean de forma exclusiva entre ellos mientras la relación existe. Es más, generalmente cuando se dan relaciones sexuales fuera de la pareja, se pone muy seriamente en peligro la continuidad de la pareja.
Bienes económicos. Existe un compromiso económico por el que se comparten diferentes bienes. Se suele tener una vivienda en común, aunque actualmente son frecuentes las parejas que tienen casas diferentes y alternan la vida en común durante periodos cortos, por ejemplo fines de semana o vacaciones, con la vida separados, cada uno en su piso. Llevan una relación de noviazgo eterno, en la que no existe el proyecto de profundizar y compartir nada más.
• El compromiso de compartir bienes económicos puede estar respaldado de forma legal o no; en las parejas de hecho, no existe compromiso legal de compartir bienes y generalmente ni siquiera se pacta explícitamente las reglas que se van a seguir.
• Hay que resaltar la parte de logística que tiene compartir bienes de consumo. Por ejemplo, si se comparte un piso es preciso determinar quien se encarga de cada tarea doméstica. Actualmente es un foco importante de conflicto en las parejas, quizás por la poca cultura que tienen los hombres de hacer tareas domésticas (Fishman y Beach, 1999).
La paternidad /maternidad. Es uno de los motivos que llevan a constituir una pareja estable. Pero también esto está cambiando. La proporción de hijos nacidos de mujeres solteras es cada vez mayor llegando a ser mayoritario en países como Islandia, Suecia
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