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La Musica En Radio


Enviado por   •  14 de Diciembre de 2013  •  1.884 Palabras (8 Páginas)  •  254 Visitas

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Sabemos por propia experiencia que la música moviliza, nos transporta, hasta puede hacer cambiar nuestro estado de ánimo. Pero no hay música sin contexto. El contexto de la música radiofónica es el mensaje radiofónico, integrado además por efectos, silencios y sobre todo por palabras. La música nos conecta con un nodo de altísima sensibilidad, placentero o desagradable, pero es probable que una misma música nos conecte con mundos distintos en distintas ocasiones o, simplemente, que produzca reminiscencias diferentes en cada uno: una misma canción puede provocar tristeza en un grupo, dicha en otro, melancolía en un tercer colectivo. Y así.

Si la palabra puede tener sentidos múltiples, ser polisémica, la música es pansémica, es decir, puede adoptar todos los sentidos, según la evocación que en cada uno provoque. En el mensaje radiofónico la música convive con la palabra y en buena medida está atravesada por ella: la palabra le achica a la música el margen de interpretaciones posibles.

La palabra tiene ritmo, tiene musicalidad; la música está hecha de frases. La correcta relación entre la palabra y la música potencia el mensaje radiofónico. Lo propio ocurre con los efectos y el silencio. En la armónica interrelación de los elementos radiofónicos radica la eficacia del mensaje. Y una armónica relación se establece en el campo del contenido, es decir, en aquello que los relatos para radio dicen, pero también en el terreno de las proporciones, es decir, cuánto de cada uno hay en cada mensaje. Ni poco ni demasiado, todo es cuestión de medida, dice el poeta. Y tiene razón.

Hay que tener sumo cuidado con aquellas canciones que, por su popularidad, se tornan autonómicas, es decir, pasan a tener un sentido que difícilmente las palabras del texto locutado le puedan redireccionar. Lo que ocurre cuando incorporamos algunos de esos “himnos” al relato radiofónico es que el oyente tiende a no recordar el texto que hubiera sido locutado precedentemente y, apenas escucha la canción, se va con el sentido que le tenía asignado. Hay que tener cuidado con este aspecto. El análisis debe ser siempre: cómo operará esta canción en ese lugar.

Este asunto nos lleva a otra consideración: el trabajo del seleccionador musical es muy arduo y debe ser tomado con absoluta seriedad. Hay que pensar nada más que un mismo tema suele tener dos o más versiones y, entonces, debe resolverse en cada caso qué canción nos resulta más útil para el objetivo que nos propusimos. La elección de la música adecuada está vinculada a los objetivos que nos propusimos y la estrategia discursiva que decidimos aplicar Ante la disyuntiva, siempre debemos optar por la versión menos conocida.

La musicalización es una especialidad, un oficio que se construye con esmero. Hay que acostumbrarse a escuchar todo tipo de música, no sólo la que nos gusta. Musicalizar no es elegir la música que nos gusta, sino la más potente desde el punto de vista expresivo. Para eso, hay que acostumbrarse a “perder tiempo” y bucear en los discos, no hay que quedarse en los éxitos, en los tracks de difusión, hay que escuchar los otros temas, chequear la instrumentación, el predominio de la letra. Es probable que nos ayude más un tema poco conocido pero de buen contenido que un éxito.

Los manuales suelen distinguir funciones de la música. No es que haya músicas gramaticales, expresivas, descriptivas o reflexivas. Las músicas, si se presta atención, son un poco de todo eso: unen y separan al mismo tiempo, integran, emocionan o ubican, ubican y hacen reflexionar, hacen reflexionar y emocionan, mientras unen o separan.

Vamos a destacar, eso sí, algunos caracteres, usos, aplicaciones que puede tener el elemento música.

• Función gramatical: aquí la música opera como un punto y aparte si la frase musical tiene cierta extensión; o como un punto y seguido, si es más breve. Sirve para indicarle al oyente que pasamos a tratar otro tema u otro subtema, según el caso. Es decir, si cambiamos de tema conviene que alertemos al oyente con una pausa más extensa que cuando sólo estamos separando fracciones de un mismo subconjunto. Por ejemplo, en los Panoramas se pueden usar “separadores cortos” y “separadores largos”. Los “separadores cortos” son fragmentos de temas instrumentales, mientras a los “separadores largos” se les puede agregar una sentencia locutada del tipo “estás informado, quedate en…”. Los “separadores cortos” se usan para anunciar que una noticia terminó y que está por empezar otra. Los “separadores largos” se usan para indicar que hay además un cambio de tema.

• Función expresiva: ayuda a crear el clima emocional, una atmósfera sonora. Efectivamente, hay músicas con capacidad de dar una idea de tristeza o alegría, de esperanza o abatimiento, de inquietud o de mansa tranquilidad. La música puede servir para informar sobre las situaciones y también sobre el carácter de los personajes.

• Función descriptiva: además de describir estados de ánimo, la música puede ubicarnos en el tiempo y en el espacio, tiene la capacidad de trasladarnos a otras épocas y otros lugares. Hay músicas que transmiten mejor que el sonido real ciertas localizaciones.

• Función reflexiva: contrariamente a lo que la expresión puede indicar, no se alude aquí a canciones con contenido, que hagan pensar, sino a aquella música que da un tiempo para que el oyente piense en lo que se acaba de decir. Es usual que después de que un entrevistado exprese un pensamiento polémico o emotivo, o que el locutor ensaye una reflexión, le siga una composición que sea poco conocida, hasta elemental, sin demasiado brillo ni lucimiento musical, pero que constituya un ámbito propicio para elaborar lo que acaba de ser dicho.

• Función ambiental: es cuando

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