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La Propaganda En México


Enviado por   •  29 de Septiembre de 2013  •  2.241 Palabras (9 Páginas)  •  319 Visitas

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LA PROPAGANDA EN MÉXICO

Propaganda es el conjunto de técnicas y medios de comunicación social tendientes a influir, con fines ideológicos, en el comportamiento humano. Se extiende a la tarea de manipulación ideológico-política.

La propaganda nació con la iglesia y se desarrolla con el estado, que tenía que presentar su cara más agradable al pueblo. Pocos pondrán en duda que los “magníficos” espectáculos del circo romano y los mismos desfiles de los ejércitos victoriosos no eran otra cosa que intentos –con mucho éxito, en verdad– de mantener al grueso de la población orgullosa de “su” gobierno.

Los métodos propagandísticos no sufrieron variaciones fundamentales durante siglos. Experimentaron modificaciones a partir de dos hechos revolucionarios: la invención de la imprenta y, fundamentalmente, el uso de los medios de comunicación masiva. De estos medios, el cine fue el primero en ser usado con fines de propaganda.

Es de dominio público que el gasto del gobierno mexicano y de otros gobiernos interesados en la subordinación ideológica del pueblo son cuantiosos, pues su presencia se hace sentir en la prensa diaria, en la radio y la televisión, en los muros y carteleras y en los cientos de folletines y revistas “fantasmas” editados por generales, diputados y burócratas dedicadas exclusivamente al elogio desmedido, y no pocas veces ridículo de los más pequeños actos de los funcionarios del gobierno, con la esperanza de obtener algunos pedazos del “banquete de la revolución”, y las que muchas veces cobran altas tarifas no para que se informen ciertas cosas sino para que no se divulguen.

La propaganda en México tiene un peso verdaderamente aplastante que abruma y anula en gran medida la capacidad de discernimiento del ciudadano común. Veamos algunas formas en las que se presenta más frecuentemente:

1) En las noticias de radio y televisión, que de hecho son en buena parte boletines oficiales en los que de manera ensalzadora se repite lo dicho por los funcionarios;

2) La gran importancia que la prensa comercial da a las declaraciones de dichos funcionarios, y que siempre son presentadas sin ninguna valuación crítica;

3) La importancia que, en las cuentas de todos los medios masivos tiene la inserción pagada de informes y declaraciones oficiales, así como de reportajes gráficos o simplemente fotografías en que aparecen, aunque no gratuitamente, los funcionarios diciendo algún discurso, inaugurando una obra pública o poniendo en marcha algún servicio;

4) El uso creciente que en el radio y la televisión está haciendo el gobierno del tiempo de que puede disponer, no para fines educativos o culturales, sino de propaganda burocrática y política a favor de las posiciones oficiales;

5) La frecuencia con la que se recurre a otras formas de propaganda, de menos cobertura, pero de gran impacto: comidas, ceremonias públicas, homenajes, manifestaciones “espontaneas” de adhesión, visitas imprevistas, etcétera;

6) El peso creciente de la publicidad comercial desplegada por empresas descentralizadas o de participación estatal, como Pemex, Lotería Nacional, el Seguro social, entre otras, publicidad que se funde con la propaganda y en la que se resalta el rol del estado como un eficaz empresario, “que no busca lucrar, sino servir al pueblo”;

7) Los ascendentes recursos que los gobiernos municipales, estatales, secretarías de estado, etcétera, dedican a programas de relaciones públicas y campañas institucionales;

8) El aumento constante de publicaciones oficiales y oficiosas de diverso tipo; informes, idearios, memorias, revistas especializadas, boletines, carteles y otros impresos. De hecho no existe un organismo estatal o paraestatal que no edite alguna publicación, por modesta que sea;

9) La profusión de campañas nacionales que, bajo el disfraz de “servicio social” distraen la atención de los verdaderos y profundos problemas originados en las contradicciones del capitalismo del subdesarrollo. Es fácil advertir que la mayoría de las campañas no sólo beneficia a los más altos intereses de México, sino a los más altos capitales, y las demás no tienen un objetivo diferente que el de la propaganda de la que forman parte: reforzar el sistema, promoviendo la confianza en las instituciones, tal como están actualmente; y

10) La producción de programas de televisión de aparente contenido crítico.

Como vemos, el gasto en propaganda en el país es poco menos que imposible de cuantificar, puesto que la mayoría de las partidas dedicadas a ella son encubiertas con un vergonzoso y pesado manto de silencio. ¿Cómo calcular el monto de las “igualas” que reciben tantos periodistas a cambio del servicio incondicional que prestan a las diversas secretarías y empresas descentralizadas y a sus funcionarios, grandes y pequeños? ¿Cuánto le cuesta al país la comitiva que acompaña a los funcionarios públicos cada vez que hay una gira al extranjero, la cual es agasajada como ni los reyes del siglo XIX lo eran y con fines netamente propagandísticos? ¿A cuánto asciende el caudal de recursos que no expresan otra cosa que la corrupción que se mueve en los medios de comunicación de masas del país?

Nadie lo sabe, y sin embargo no podemos dejar de tomarlo en cuenta, puesto que forma parte de los gastos de propaganda, en los que los “medios publicitarios” juegan en forma impecable el papel de manipulación ideológica que se les ha asignado.

Lo que si sabemos a ciencia cierta es que el gobierno mexicano, de acuerdo con las leyes, tienen el derecho a utilizar parte del tiempo de transmisión de todas las estaciones de radio y televisión del país, sin ninguna restricción en cuanto a contenido de los programas transmitidos.

Otra parte del tiempo, es usada en mediatizar al pueblo mediante la divulgación de desfiles, informes presidenciales y secretariales y paradas militares y deportivas; para mostrar lo poderoso que son los gobiernos revolucionarios y la fidelidad absoluta del ejército y la burocracia que los respaldan; difusión de las entrevistas de nuestros altos funcionarios con representantes de otros países, lo que comprueba la limpieza de política de “no intervención y autodeterminación de los pueblos”, y el respeto y admiración que se nos dispensa en el exterior; propagación de discursos, declaraciones constantes sobre la “firmeza del peso mexicano” y los beneficios que nos acarrean las crisis, la inflación y los demás problemas del mundo capitalista.

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