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La Sociologia


Enviado por   •  27 de Enero de 2013  •  4.464 Palabras (18 Páginas)  •  214 Visitas

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TEMA 2 LA SOCIOLOGÍA

2.1 Problemas epistemológicos

La cuestión de los valores y de la inspiración ética de la tarea sociología nos lleva al terreno de los problemas epistemológicos de la sociología, pues los valores hacen en ciertos casos las veces de prejuicios, de tal modo que velan nuestro conocimiento de la realidad o causan una distorsión en nuestra percepción de ella. Esta distorsión es como una refracción y por eso ha sido llamada sesgo o bies.

Frente a esta dimensión subjetiva, los hechos sociales poseen una serie de rasgos que los equiparan a los otros fenómenos naturales, pues todos ellos son objetivos, colectivos, generales y positivos, son también externos a nuestras conciencias. Ello permite su clasificación, su análisis estadístico, su presentación gráfica, su colección en inventario, el almacenamiento de la información y datos. Esto quiere decir que la realidad social tiene, para el hombre una doble vertiente, subjetiva y objetiva.

Cuando se elimina el aspecto subjetivo obtenemos descripciones pobres de la realidad social, porque ignoran los intereses, intenciones y emociones que entran en juego en cada situación. Por otra parte la interpretación subjetiva conduce a una falta de respeto por los hechos y a las especulaciones infundadas. En consecuencia, ambos elementos deben estar siempre presentes en nuestra tarea, corrigiéndose y apoyándose mutuamente.

Surge una tercera dificultad en el proceso sociológico del conocimiento. Se trata de la complejidad del tema a investigar.

2.2. y 2.3 Objeto. No obstante la consideración de la S. como «ciencia generalizadora de los fenómenos socioculturales considerados en sus formas genéricas, tipos y múltiples interrelaciones» (P. A. Sorokin, Sociedad, cultura y personalidad, Madrid 3 ed. 1966, 25 ss.), conviene precisar todavía más el objeto. La falta de claridad en este punto ha acarreado no poco desprestigio a la S., unas veces por arrogarse ésta -como ya ocurrió en Comte- una posición imperial no sólo en el campo de las ciencias sociales sino en todo el campo del saber; otras veces por convertirse en una suerte de-cajón de sastre que se ocupa de los restos dejados por las demás ciencias humanas. Ha oscilado así, con frecuencia, entre la Filosofía de la historia (v. HISTORIA IV) -concepción en la cual sigue instalado, p. ej., el marxismo y donde la S. no es otra cosa que un instrumento para la confirmación de una concepción ideológica- y la Filosofía social, que igualmente la convierte en apéndice de ideas éticas acerca de lo social, o bien ha degenerado en un empirismo esterilizador. Todo ello se debe también, en parte, al método adoptado, esto es, al modo de acercarse al objeto.

a. Objeto formal. La S., en cuanto ciencia, no lo es de la totalidad existente sino de un aspecto de la realidad, considerado o abstraído en un sentido especial (formal). Éste está constituido, como vio Durkheim (v.) en su lucha contra Comte, por la dimensión colectiva de la sociedad. No basta, pues, decir que estudia los fenómenos socioculturales en su uniformidad, ya que eso lo hacen todas las ciencias sociales. Hay que añadir que estudia fenómenos colectivos referidos a su vez a fenómenos superorgánicos, es decir, humanos, por suponer la presencia de actos intencionales, o sea, de pensamiento creador, activo. Se diferencia en esto de la Biología, que trata del mundo de lo meramente orgánico, y de la Física, que versa sobre la materia inorgánica. En cierto sentido tenía alguna razón Comte -una vez que había excluido la religión y la filosofía- al considerar que la S. coronaba todo el esquema de las ciencias, pues en efecto da por supuestas las bases físicas y orgánicas de la vida humana, sin ocuparse de ellas formalmente. El mundo de lo superorgánico no sólo es un mundo no natural, cultural, sino además histórico. De ahí la distinción entre S. general estructural o estática y S. general dinámica. En cualquiera de estos aspectos limítase empero a la vida colectiva. Le interesa lo típico, lo uniforme, lo que se repite si se abordan los hechos humanos desde un cierto nivel de abstracción.

Determinar lo colectivo sociológico es, pues, averiguar qué sea lo social, pues no se trata de lo impersonal sin más ni de una mera abstracción. Ortega y Gasset (v.) ha desarrollado en brillantes páginas inconclusas su concepción de lo social (cfr. El hombre y la gente, Buenos Aires 1957). En principio, lo social sería entendido como interindividual, supuesto que sólo es humano lo que, al ponerlo por obra, lo hago porque tiene para mí un sentido, es decir, lo entiendo. Mas lo interindividual no es, en rigor, lo social, ya que la sociedad es algo impersonal. Ortega presta atención a este propósito a hechos triviales y cotidianos, tan automáticos como el saludo. He ahí un acto impersonal, nada interindividual aunque quienes lo ejecuten sean individuos. Es, sin duda, creación humana, pero su invención a nadie puede atribuirse. Y lo mismo ocurre con el fenómeno de la moda (v.) y otros similares. Saludamos, nos vestimos de esa u otra manera porque es lo que hace la gente. ¿Quién es la gente? Todos y nadie determinado. Y por ahí reparamos «que una enorme porción de nuestras vidas se compone de cosas que hacemos, no por gusto, ni inspiración, ni cuenta propia, sino simplemente porque las hace la gente y, como el Estado antes, la gente ahora nos fuerza a acciones humanas que provienen de ella y no de nosotros» (o. c., 207). Trátase del reino del se dice, se hace, se piensa. La gente es la sociedad, la colectividad. Si cada uno de nosotros sólo hiciéramos eso seríamos autómatas sociales, estaríamos radical y absolutamente socializados. Esa es precisamente la característica -y el error- del colectivismo y del sociologismo (v.). Éstos presumen que la acción humana es sólo acción social, que sólo adquiere sentido en cuanto se socializa; así ocurre en el marxismo (v. MARX), en el positivismo (v.), etc.

Conviene subrayar que la vida colectiva importa sólo en la medida en que es humana, superorgánico como dice Sorokin. Si no lo fuese no importaría ni al filósofo social ni al sociólogo. Hay, pues, que rechazar que lo colectivo pueda ser algo independiente del hombre, algo . atribuible a un espíritu de la nación o a un alma colectiva o a una gigantesca conciencia social. Lo colectivo social es algo humano, por lo menos, originariamente humano. Proviene de la cultura y de la historia, mas es «lo humano sin el hombre, lo humano sin espíritu, lo humano sin alma, lo humano deshumanizado». Las acciones humanas insertas en lo colectivo

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