La Somvbra De La Locura

LA SOMBRA DE LA LOCURA

Todo comenzó con una llamada que anunciaba la muerte de mi tío-abuelo Ismael. Murió en causa extrañas, nadie sabe de qué o cómo, tan solo sé que no tuvo hijos y herede todo.

En el testamento decía que debía heredar: 2 fincas, una mansión, 500.000 dólares, 4 mayordomos, 9 criadas, y a Lulu, Hachi y pluto, unos pequeños cachorros. Se me olvidaba mi amado Sebástian… Un pequeño gato negro con ojos amarillos como el sol.

Ese 13 de julio Empaque mis cosas y comunique al dueño del apartamento en el cual vivía que me mudaba, fue tan gentil al escuchar la noticia, pero se noto algo de tristeza en sus ojos. Al día siguiente llegue a la mansión que situaba lejos de la ciudad, en ese momento me encontré con una gran sorpresa.

Al entrar al despacho note que había un joven de aproximadamente unos 23 años de edad. Era alto y su cuerpo era bien moldeado, su cabello era negro como el carbón. Ojos verdes y piel blanca que daban un toque mágico a su personalidad. Era el abogado que dejo a cargo mi tío para financiar mis bienes, para mí fue como “amor a primera vista”.

También conocí a Julieta, mi joven asistente. Ella era hermosa, parecía una muñeca: su cabello era rubio y ondulado, estaba en buena forma, sus labios eran rojos, sus mejillas sonrojadas hacían un efecto precioso en su cara. Y encima de todo era la persona más dulce y amable del mundo.

Transcurridos los días, las semanas, los meses, me obsesioné con ese joven el cual tenía por nombre Henryk: el hombre más amado del mundo por las chicas de los alrededores. Pero no era fácil resistirse porque su mirada incitaba ansias y locura, pero note que a quien amaba no era a mí, sino, más allá de mi, a Julieta.

Esa obsesión me llevo al borde de la locura la cual invadió mi mente por completo, un trastorno de esquizofrenia me llevo a cometer un crimen. Fue entonces cuando note que mi amor se trasformo en odio. La ira y el rencor hicieron parte de mí ser.

El 23 de noviembre fue un día normal con la misma rutina que siempre, pero al llegar la noche note que algo extraño estaba sucediendo, así que me escabullí al cuarto de Julieta ya que escuche extraños ruidos. Note que se encontraba con alguien, así que decidí investigar. Gire el picaporte suavemente para poder abrir la puerta y confirmar mi sospecha. Pues sí, mi sospecha era real, junto a ella se encontraba Henryk.

El estaba sin camisa sobre ella. Su lengua recorrió su cuello delicadamente. Ella soltó un suave gemido que estremeció cada rincón de mi cuerpo. En ese instante mis ojos se llenaron de lágrimas que al llegar a mi mejilla se transformaron en veneno.

Corrí rápidamente a la cocina y tome un cuchillo que se encontraba sobre la mesa, para ser mas especifica, un cuchillo de carnicero que dejo el cocinero en la tarde. Corrí al cuarto de Julieta empujando la puerta con todo lo que pude. Henryk salto a un lado y Julieta entre delirios y placer se sentó en la cama muy asustada.

Mi corazón latió rápidamente y perdí la cordura: cerré la puerta de un solo golpe y me lance sobre Henryk y clave el cuchillo en su espalda, mientras Julieta gritaba en busca de auxilio saque el cuchillo de su espalda y la tome por el cabello. Empuñe el cuchillo y lo deslice fuertemente sobre su cuello, lo cual hizo que brotara una cantidad incontable de sangre.

Henryk no soporto ver a Julieta agonizando frente a sus ojos, así que me arrebato el cuchillo de las manos y se lo clavo en el pecho en la parte izquierda, perforando su corazón.

El trauma que produjo el hecho de ver a Henryk muerto me enloqueció y me hizo perder la razón. Cuando desperté la mansión se encontraba un silencio espectral que atravesaba cada rincón del lugar, me levante del piso cubierta de sangre.

No había nadie en la casa, me asuste y corrí por toda la casa a cerciorarme de que

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