La Venganza De La Vaca Resumen
julirossi9 de Mayo de 2014
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LA VENGANZA DE LA VACA de Sergio Aguirre
Al iniciar la lectura de esta novela te vas a encontrar con una noticia que salió en el diario The Times el 9 de
octubre de 1994, la cual informa sobre una tragedia en Sothersby Farm, cuando una vaca embistió a un
niño hasta matarlo. El animal luego fue sacrificado.
Introducción:
Una mujer dormÃa
y un ruido fuerte la despertó. Quiso prender la luz del velador y no pudo. No habÃa
luz
en la casa. SentÃa
un olor fuerte. En la oscuridad y a ciegas se levantó. El olor era cada vez más fuerte. Se
dio cuenta que era olor a excremento de animal. Empezó a caminar por la casa a oscuras y pronto pisó algo
húmedo y pastoso. Empezó a gritar y luego tropezó con algo. Cuando la luz volvió ya habÃa
caÃdo
por las escaleras.
CAPÃTULO I
Hay seis amigos de la secundaria. Marcela, Rafael, Leticia, Carlos, Manuel y Cristina. Estos cinco últimos
son más unidos. Rafael y Cristina eran novios.
Falleció la mamá de Rafael y Leticia le avisó a Marcela, como habÃa
acordado con Cristina. Están en
el velorio. Les recuerda hace un año atrás la muerte de otra persona que los conmovió a los cinco.
TenÃan
que volver a reunirse y organizarse.
CAPÃTULO II
Acordaron reunirse en las afueras en la casa de campo del abuelo de Cristina en Las Vertientes, una casa de
campo de principios de siglo. Ya habÃan
pasado unos dÃas
allÃhace
dos años, pero para divertirse. Esta
vez era diferente.
Carlos vivÃa
en Los Molles, al norte de la provincia de Córdoba. En la capital de esta provincia se
encontrarÃa
con Manuel. A su vez Leticia iba a pasar a buscar a Marcela. Rafael pasó por Cristina, ambos
fueron en auto. A Rafael este viaje lo ponÃa
muy nervioso. Por la hora no llegarÃan
antes de las 14 horas a
Las Vertientes.
CAPÃTULO III
Rafael y Cristina, esperaban al resto llegar. Aún no eran las 11 del mediodÃa.
Luego llegó Leticia y
Marcela. Más tarde Carlos y Manuel. Se dispusieron a tomar mate. Luego de almorzar hicieron una
caminata. El casa era grande y habÃa
cerca un riachuelo. Cristina contó que a veces entraban animales a la
casa, vacas. Parece que Cristina y Rafael no comen carne. Empiezan a hablar de algunas experiencias raras,
relacionadas con las vacas.
CAPÃTULO IV
Carlos, en complicidad con Cristina, relata cómo conoció a Clara, una chica que atendÃa
una cantina en
Los Molles, lugar donde vivÃa
él y fue a pasar unas vacaciones. La cosa es que Carlos cuenta cómo era
Clara, callada, muy sumisa, a penas hablaba, aunque él buscaba oportunidad para poder entablar una
conversación. Carlos siempre iba por una coca. Las primeras palabras se las pudo sacar con tirabuzón.
Cualquier cosa en ella habÃa
enamorado terriblemente a Carlos. Él insistÃa
con sacarla a pasear, hasta
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que un dÃa
le dieron permiso de las ocho hasta las doce. Pasaron las horas en una confiterÃa
del centro y a
las once Carlos se dispuso a llevarla. Al despedirse, con un movimiento rápido, Carlos alcanzó a besarla.
Fue en ese preciso momento que encontró en Carla algo horrible, algo monstruoso que no podÃa
decirlo en
palabras.
Decidió no ir a la cantina por unos dÃas.
Y a Clara volvió a verla pasada una semana. Ella fue a su casa a invitarlo para su cumpleaños.
AllÃestaba
Carlos en la casa de Clara. Conoció a sus hermanos, raros y a su mamá, que tenÃa
una boca
grande y horrible. Mientras cenaban todos permanecÃan
callados, comÃan
lentamente. Carlos querÃa
salir
de ese lugar y le pidió a Clara de ir a caminar. Fueron hacia el establo y allÃel
olor a guano y a excremento
de vacas era penetrante. Mientras caminaban, en un instante Carlos no pudo zafar de Clara quién lo besó
con su gran boca y su lengua dando vueltas, recordándole a la madre comiendo durante la cena. Salió
corriendo y subió a su moto, mientras recordaba esa gigantesca boca de vaca que sacó Clara para besarlo.
Luego la novela comenta sobre la profesora de Inglés de los chicos. Una docente, llamada Susana, con un
hijo, Nicolás y su marido. Susana era una excelente profesora, muy amable y muy preocupada por los
alumnos. Los chicos, excepto Marcela, se habÃan
hecho muy compinches con ella y solÃan
ir a visitarla.
Ella los querÃa
como si fuesen sus hijos. Rafael, se fue un año a Inglaterra y ella se encargó de hacerle
una despedida en su casa.
Susana se dispuso a corregir las pruebas, mientras comÃa
con algo de culpa unos caramelos. Pensaba en
pedirle a Leticia una dieta para adelgazar. Cuando terminó vio que todas las pruebas estaban bastante bien,
salvo la última que tenÃa
casi todas las respuestas mal. Era de una alumna. Se quedó preocupada, porque
justamente se habÃa
encargado de explicarle la semana anterior. Le entristeció no poder aprobarla.
Esa tarde Susana entregó las notas y luego propuso una tarea. Al volver a su escritorio vio un papel
doblado, que quedó allÃ,
hasta que se retiraron todos. Susana juntó los trabajos y luego abrió esa nota.
Quedó perpleja, los ojos se le llenaron de lágrimas: SOS UNA VACA. Pensó que no era justo. Trató de
calmarse. Caminó sin rumbo. Pensó que era justo, pues se veÃa
gorda como una vaca...
Paró en una esquina y vio un cartel de un lugar donde se hacen dietas o se busca adelgazar. Entró a
preguntar. La doctora tardó en atenderla. Pensó que si tardaba más, llegarÃa
Nicolás de la escuela y
no la encontrarÃa.
Ya casi la atendÃa
y decidió irse. En ese momento se desató una gran tormenta y no
conseguÃa
taxi.
Cuando Nicolás llegó a su casa, tocó timbre y nadie salió. Recordó que su mamá guardaba una llave
debajo de una maceta. Buscó y al encontrarla abrió su casa. Una vez adentro se dispuso a mirar la tele, ir
al baño. Pero recordó los caramelos de leche que su mamá le habÃa
comprado. Los buscó hasta que
vio las bolsas de supermercado sobre la heladera. Corrió las sillas para alcanzarlas, alcanzó una, allÃno
estaban. Tuvo que ponerse en puntitas de pie para llegar a la otra. Pegó un saltito. En ese momento la silla
hizo un ruido y Nicolás empezó a caer para atrás.
CAPÃTULO V
Carlos terminó de contar su escalofriante experiencia con Clara. No podÃa
entender sÃera
su
imaginación o eso era verdad. Necesitaba contárselo a sus amigos. Como estaba dubitativo decidió ir a
una curandera. Ella lo mandó a la casa de l hijo de un médico en Villa Fontana, que le habÃa
pasado algo
similar.
Mientras Cristina y Marcela fueron a preparar café, Marcela le comentó a Cristina que no podÃa
creerlo,
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a lo que Cristina seriamente le dijo que eso desgraciadamente puede ser cierto. Que sabÃa
bien porqué se
lo decÃa.
Marcela comenzó a sentir cierto temor. No podÃa
entender como una persona podrÃa
ser una
especie de vaca.
Cristina comentó sobre una historia que habÃa
sucedido hace muchos años en esa misma casa. Ella
habÃa
encontrado un escrito de su abuelo mientras limpiaban y acomodaban cosas. Decidió hablar de esto,
ya que el relato de Carlos le hizo confiar en que estas cosas raras pueden suceder.
Estaba escrito en un cuaderno celeste, que aún permanecÃa
en la casa y que todos aceptaron que Cristina lo
leyera.
En el cuaderno, el abuelo de Cristina cuando era niño, contaba la historia de los Tüür, una familia
venida de HungrÃa
a principio del siglo XX. HabÃan
llegado junto con las vacas y eran cinco de familia: el
padre, la madre, dos hermanos gemelos y la hermana mayor. El padre se llamaba Lepo y Emma la hija mayor.
Los varones trabajaban en el campo, siempre estaban en el corral. El padre parecÃa
dirigir a sus hijos con la
mirada. Caminaban silenciosos y lentamente. Una caracterÃstica
de los Tüür era que no hablaban. Solo
lo hacÃan
como último recurso. Casi no se relacionaban con la gente. A veces les decÃan
las bestias.
Cuenta como a su abuelo les producÃa
rechazo esta familia. Otra caracterÃstica
de esta familia era que
tenÃa
la piel muy, muy blanca y fina y en algunas partes se les notaba las venas.
Un dÃa
de noche buena, luego de irse a dormir todos, como todo chico, le costó dormirse ya que querÃa
jugar con su regalo de navidad. Fue esa noche que al quedarse despierto descubrió el secreto de los
Tüür. Escuchó un ruido, como un gemido y se asomó por la ventana. Vio salir a los gemelos que
comenzaron a dar vueltas en cÃrculo.
...