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La asistente inconforme


Enviado por   •  2 de Febrero de 2016  •  Apuntes  •  2.170 Palabras (9 Páginas)  •  251 Visitas

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SOFÍA, LA ASISTENTE INCONFORME

Parte 1: El Incidente

Poco antes del mediodía de un día lluviosote Junio del 2005, Sofía, una atractiva asistente de veintitrés años de edad, se incorporó de su escritorio de una pequeña agencia de seguros en Querétaro, se dirigió hacia el escritorio del gerente de la oficina y dijo: “¿puedo marcharme a casa?, me siento mal, ya no aguanto todo esto”. Y con un movimiento del brazo indicó la oficina y las mujeres que laboraban allí. Sin esperar respuesta, dio media vuelta, se alejo rápidamente y abordó su nuevo auto color azul claro. Con una maniobra peligrosa sacó el automóvil del estacionamiento y se alejo a toda velocidad.

Parte 2: Una Mujer y su Trabajo

Luego de graduarse en un plantel de enseñanza media en 1999 y de haber terminado su preparación como técnico profesional, Sofía estuvo lista para empezar a trabajar, a fines del otoño en las oficinas centrales de la compañía aseguradora. Después de su graduación, Sofía se dio cuenta que disponía de mucho tiempo libre. Aunque era una persona de carácter dinámico, “desperdiciaba” mucho tiempo en la escuela, conversando y visitando a sus amigos. Cuando terminó la carrera técnica y empezó a trabajar para la compañía de seguros, ya había perdido contacto con muchos de sus amigos. Sin embargo conservaba un pequeño grupo de amistades intimas a quienes veía frecuentemente en sus ratos libres.

Sofía venía de una familia de clase media baja y tenía una hermana. Su hermana mayor estaba casada, tenía problemas personales y al parecer terminaría por divorciarse. Sofía rara vez veía a su padre pues este viajaba con mucha frecuencia. Aunque Sofía pasaba mucho tiempo con su madre, rara vez permanecía en casa suficiente tiempo para hablar largamente con ella. La madre seguía muy de cerca la vida de Sofía (no se cansaba de darle consejos, leía su correspondencia) y mostraba gran interés en la vida profesional y social de su hija, aunque lo hacia en forma demasiado abierta. Sofía, quien se molestaba cuando alguien no respetaba su independencia, parecía aceptar la conducta de su madre como algo normal y aceptable.

En la oficina de la compañía de seguros había muchas mujeres de la edad de Sofía, pero ella rara vez las acompañaba en actividades ajenas al trabajo. En ese tiempo se inscribió a una liga de boliche, pero no aquella en la que estaban inscritos sus compañeros.

En el invierno del 2002 inició negociaciones con otra oficina de la compañía para trabajar en ella, y en mayo del siguiente año empezó a trabajar en una nueva oficina regional, situada en la misma ciudad que la oficina central solo que más cerca de su casa. Y ahora en vez de trabajar con un grupo de treinta a cuarenta mujeres, tenía que hacerlo con otras nueve mujeres de mayor edad que ella. En lugar de comer en una enorme cafetería y sentarse a la mesa con diez o más mujeres de su misma edad solía tomar sus alimentos sola.

En la oficina central su trabajo consistía en capturar cartas en respuesta a las reclamaciones de los asegurados, las cartas eran dictadas siempre por el mismo hombre, en su nuevo trabajo capturaba saldos sobre el estado de los seguros de vida, así como cartas que le dictaban cuatro hombres. Dos de ellos llegaban a la oficina hacia las 8:30 de la mañana y estaban listos para el dictado cuando Sofía arribaba a las 9:00. Generalmente terminaba el dictado a las 10:30. Sofía tomaba el descanso de 15 minutos para el café y luego regresaba para encargarse del conmutador. Cuando los hombres retornaban a la 1 de la tarde después de trabajo de campo, Sofía se marchaba para la comida, que casi siempre tomaba en su casa.

La agencia no tenía reglas formales relativas a las horas de trabajo en la agencia, de modo que había jornadas más largas o más cortas que en un trabajo típico de oficina, pues dependía de la carga de trabajo. Rara vez la rutina de Sofía era la misma todos los días. A menudo había periodos que no hacia otra cosa que sentarse a platicar con los agentes, quienes relataban las actividades del día o escuchaban lo que ella les decía que había hecho o escuchado respecto a su vida social o la compañía y la agencia. Todo considerado, Sofía estaba muy contenta con su nuevo trabajo.

En 2003 Sofía fue elegida para ser la que registra los puntuajes en su liga de boliche; capturarlos y realizar los horarios le llevaba siete horas a la semana. Cuatro noches por semana trabajaba de mesera en una nevería cercana. Con su trabajo en la compañía de seguros y el de la nevería, Sofía estaba ganando casi 3 mil pesos semanales. Como vivía con la familia, sus gastos diarios eran mínimos. Y así, con cada semana que pasaba, crecía su cuenta bancaria al trabajar ella en dos empleos. Vivía con su familia, salía con los amigos y dirigía su liga de boliche. Al parecer Sofía no solo llevaba una buena vida, sino que además poseía abundante energía y vitalidad para disfrutarla.

Parte 3, Una Mujer y sus Amigos

Aunque no era muy religiosa, Sofía asistía al templo los domingos, acompañada de dos o tres de sus amigas. No eran las mismas con quien jugaba boliche. Rara vez veía a sus amigos de juego cuando iba a fiestas o salía a divertirse con amigos. Sus “Amigos de fiesta” no eran compañeros de clases ni de trabajo, aunque también se divertía en sus ratos libres con algunos de los jóvenes que trabajaban con ella en la nevería.

Solo dos de las nueve mujeres de la oficina eran solteras. Las restantes eran de edad madura, pero jóvenes de espíritu y muy alegres. No obstante, su relación con ellas era cordial y muy respetuosa, aunque no muy íntima. No las apreciaba demasiado, pero decía que no sentía antipatía por alguna en particular. No veía ni se mantenía en contacto con ninguna de sus antiguas compañeras de trabajo en la oficina central, y había hecho pocas amigas en los dos años que llevaba aquí. Pese a la impresión negativa que eso podría ocasionar, Sofía era una persona afable y sociable. Tenía una multitud de amigas seleccionada de entre sus “numerosos grupos” de relaciones. Parecía que vivía muchas vidas al mismo tiempo.

Cuando llegaba por la mañana, Sofía veía que en su escritorio le esperaba uno de los cuatro agentes de ventas para quienes trabajaba. Por supuesto ello se debía a que los agentes ganaban el dinero en trabajo de campo, no con el dictado ni en la realización de trabajo burocrático en la oficina. De ahí que su objetivo primordial fuese terminar cuanto antes con el papeleo y salir a trabajar a la calle. Para lograr una venta, el agente debía encontrar primeramente un nombre generalmente en la lista actual; después enviaba una carta formal de introducción. Cada semana se enviaban de 25 a 30 de esas cartas estandarizadas. El agente de ventas también podía ordenar que se capturara una lista directa y luego que se enviase a la oficina central de donde se enviaban a los clientes. Luego les llamaba por teléfono y les concertaba una cita con ellos. Terminada la cita, enviaba al cliente una breve carta de agradecimiento asegurándole que ya había empezado a trabajar en su póliza. La venta se realizaba al cabo de una serie de llamadas telefónicas y citas. En general, si un agente vendía dos pólizas a la semana, ello significaba que había enviado por lo menos 90 cartas.

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