La ficción nos permite imaginar historias fantásticas, imposibles de que estén presentes en la realidad, pero en ocasiones, la realidad te presenta una historia única, diferente a todo tipo de ficción..
abluehunter117Apuntes29 de Noviembre de 2016
10.419 Palabras (42 Páginas)287 Visitas
Los Cuentos De Uno
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Carlos Uriel Corona García
Notas
Este es mi segundo libro por así llamarlo. Escribo esto sin aun terminar el primero, pero cada cuento está escrito en una etapa diferente de mi vida y aunque eso no afecta a la trama, puede que si afecte la idea original de cada uno. No es que me haya pasado exactamente algo sucedido en algún cuento. Son solo historias que vinieron a mi mente cuando la realidad era demasiado aburrida para mí, y aunque la realidad tiene cosas maravillosas, la ficción es algo que para mí solo podemos imaginar por alguna razón. Tal vez ya hayas leído mi primera novela, o tal vez esta sea la primera. No importa, terminare ambas y si te gusta la primera podrás disfrutar de la siguiente.
La ficción nos permite imaginar historias fantásticas, imposibles de que estén presentes en la realidad, pero en ocasiones, la realidad te presenta una historia única, diferente a todo tipo de ficción.
Cuentos de esta colección hasta ahora…
Fenómeno (Seis Páginas)
El Lobezno (Cinco Páginas)
El ángel que no se podía reflejar (próximamente)
Colmillo Afilado (Ocho Páginas)
La Manada (En Proceso)
El Perro Guardián (Aún Por Confirmar)
Las Noches De Pandora (+18 Aún Por Confirmar)
Fenómeno
Emily, en ese entonces, una chica de 16 años, estudiaba en una preparatoria pública, sola como siempre, pues no tenía ningún amigo con quien hablar ni compartir el tiempo. Para conservar la soledad como su única amiga, se sentaba hasta el rincón derecho de todos los salones. Donde menos la pudieran ver.
Tras tanto esfuerzo, por fin había podido ingresar a una escuela, el problema para ella es que era de piel casi completamente negra, con dientes chuecos, ropa rasgada, sucia, y algunos rasgos que debido a las constantes burlas, llegó a empezar a odiarse a sí misma, diciéndose que solo era un error.
Su familia era pobre, solo su madre la mantenía y trabajaba vendiendo artículos en los transportes públicos. Vivian en una casa de bajos recursos, pero dormir bajo techo ya era algo.
En varias ocasiones, la tentó la posibilidad de un suicidio, pero su pobre madre era lo único que la impulsaba a seguir, su meta era terminar su bachillerato para poder conseguir un trabajo “decente”
Hoy en día es muy raro que en una escuela se lleve a cabo una discriminación tan grave como el caso de Emily.
Una bola de papel interrumpió el vacío en el que pensaba, le había dado en la cabeza y al voltearse, Emily recibió uno de los insultos más repetidos que le habían dicho en toda su vida. Fenómeno. Odiaba esa palabra más que ninguna otra. Al pasar el tiempo, llegó a pensar que se acostumbraría a los constantes insultos o que algún día, se aburrirían de hacerla sentir mal. Esos días nunca llegarían. Cada insulto la hacía sentir peor por más leve que fuera.
Pero fue ese día, cuando por fin le habían colmado la paciencia. Los viernes eran, por alguna extraña razón, los días en los que más la insultaban. Emily se encontraba escribiendo en un salón vacío, escribía sobre cualquier tema, si algo la hacía pensar en otra cosa que no fuera la palabra “fenómeno” era escribir en su cuaderno lleno de pensamientos, reflexiones y datos curiosos sobre el tema más rebuscado.
De pronto, tres jóvenes menores que ella, entraron al salón, traían en sus manos botellas de cerveza, probablemente habían estado bebiendo, pero las botellas no eran de cerveza, era algo más fuerte, pero Emily no lo pudo distinguir. En su escuela se repetían bastante estos problemas, y para la misma, no le importaba lo que sucedía, nunca había pasado nada grave, así que para que preocuparse.
Pero para la mala suerte de Emily, uno de los tres chicos, era el que más la había insultado desde que la había visto. Los tres menores, la observaron.
-Hola fenómeno. ¿Por qué tan sola?
-Eso no es bueno para alguien como tú.
-Qué mala suerte para ti estar aquí ahora mismo.
Se burlaron los tres jóvenes. Emily no habló, metió sus cosas a su mochila, su pluma se la metió en el bolsillo y tan rápido como pudo, se dirigió a la puerta, pero el joven más alto, de nombre Alan, que era el chico que más la insultaba, bloqueó la puerta.
-¿Por qué no haces algo bueno para varear y te levantas esa horrible camisa?
Emily, intento empujar a Alan para salir, pero los dos chicos que lo acompañaban, la sujetaron e inmovilizaron. Alan comenzó a acercarse a ella. Emily, se logró soltar una mano y le soltó una tremenda bofetada. Eso había sido un grave error.
-¡Maldita! ¡No debiste haber hecho eso! ¡Tú valioso cuaderno es historia!
Abrieron la mochila de Emily y sacaron el cuaderno. Alan lo abrió y comenzó a arrancar las hojas, a romperlas, las arrugaba y arrojaba a donde fuera. Las pisoteaba y escupía. Eso había sido la peor tortura, el cuaderno estaba completamente destrozado. Alan se le volvió a acercar, susurrándole al oído.
-Escúchame fenómeno, pídeme perdón de rodillas.
Emily lloraba, y como pudo, metió la mano a su bolsillo.
-Hazlo feno…
Emily, en su momento de máxima ira, había sacado su pluma del bolsillo y con todos los insultos en la mano, clavó la pluma en la garganta de Alan. Inmediatamente, cayó al suelo, intentando sacarse la pluma, pero al hacerlo, bastante sangre salió de su garganta. Se había ahogado con su propia sangre.
Los jóvenes que lo acompañaron, miraron horrorizados la escena.
-¡Monstruo!
Emily se soltó de los jóvenes y salió corriendo del salón, huyendo de la escena y de la escuela. Se fue directamente a su casa. Como su madre trabajaba mucho, llegaba bastante tarde a su casa. Esperó hasta que llegara. Esas ocho horas habían sido las más largas de su vida. Reviviendo una y otra vez, el recuerdo de lo que había pasado. Había asesinado a una persona y no lo había hecho por accidente. Emily rompió en llanto y se movía abrazándose las piernas mirando a la pared. Gritándose en su mente. Fenómeno, Fenómeno, Fenómeno, ¡Monstruo asesino! ¡Fenómeno! ¡Asesina! Asesina…
Y así fue por ocho largas horas. Cuando su madre llegó, Emily ya estaba dormida en su cama, para ella, todo estaba normal. Le dio a su hija un beso de buenas noches y se fue a dormir. Emily tenía los ojos excesivamente rojos del llanto. Esa noche, mientras dormía, pero no descansaba, algo la despertó de pronto. Un muy fuerte golpe que sonó como si hubieran disparado una pistola en su oído.
Inmediatamente, su madre corrió al cuarto para asegurar que su hija estaba bien. Ninguna de las dos tenía la menor idea de lo que había pasado, sin embargo, al intentar prender la luz, no hubo ningún destello. No había electricidad en la casa. Quizá el ruido lo había ocasionado un trueno y por eso se había cortado la electricidad. Sí, eso era lo más probable. Cuando su madre se marchó y dejo a Emily sola, está por un momento, tuvo la esperanza de que todo hubiese sido un mal sueño, pero al despertar se encontró con lo que parecía ser una mancha de sangre en su uniforme.
Lo que pasó el día anterior, era una realidad. Pero eso no era lo único que lleno de horror a la pobre Emily. Al entrar al baño, vio que el espejo estaba completamente quebrado, como si algo lo hubiese golpeado con un martillo. Para su sorpresa, ese no era el único. Todos y cada uno de los espejos estaba roto. También la luz había regresado. Era mucho para Emily.
Probablemente su madre ya lo había notado, pues ya llevaba tres horas, desde que se había marchado a vender cosas. Paso el tiempo, y cuando el día empezó a oscurecer, Emily quiso prender la luz, pero la electricidad se había ido de nuevo. ¿Cómo podía ser eso posible? Se sentó en el sillón y noto algo bastante extraño. Su madre tenía una extensión de electricidad, esos aparatos que te permiten conectar varios enchufes en él, al fijarse en el interruptor de On/Off se dio cuenta de que la luz estaba prendida. Quizá la electricidad había regresado.
Emily intento prender la luz, pero pasó lo mismo, el foco seguía apagado. Su madre tenía una televisión bastante pequeña, Emily la conecto y la prendió. Había electricidad pero no en los focos. Emily probó en más, pero ningún foco servía, sin embargo la electricidad estaba presente. La casa estaba completamente a oscuras. Emily, mientras probaba cada foco de la casa, que la verdad no eran muchos, noto que había dejado encendida la televisión y escuchó algo que le llamó la atención.
-Joven de quince años es encontrado muerto en una preparatoria pública, según estudios forenses, el agresor le clavó una pluma en la garganta que inmediatamente ocasiono su muerte. Aparentemente no hay testigos y se está realizando una investigación al respecto.
A Emily se le congelaba la sangre. De pronto la televisión se apagó, se escucharon ruidos por toda la casa. Sonidos de vidrios cayéndose, Emily tomó un cuchillo y fue a investigar por si alguien se había metido a la casa. Lo único que encontró, fueron los vidrios de todos los espejos en el suelo. Emily se acostó en su cama, sin la esperanza de poder dormirse, no lo podría lograr. De pronto se sintió observada, el silencio era inquietante, no se escuchaba nada, ni se veía nada, solo podía escuchar su propia respiración.
De pronto algo empezó a oler muy mal. Era un olor bastante desagradable. Emily se levantó y siguió el olor. Abrió la puerta del baño, y lo que vio, casi la mata del susto.
Tirado en el baño, estaba lo que quedaba del cuerpo de Alan, pero no solo tenía un orificio en la garganta, de la pluma que le había clavado, tenía los ojos negros y tenía lo que parecían mordidas por todo el cuerpo. El cuerpo ya tenía signos de putrefacción, cuando solo llevaba un día de no estar vivo. Emily gritó, no podía imaginar algo más horrible. Se salió del baño y cerró la puerta. Emily lloraba recargada en la puerta, cuando de pronto un gran golpe, azoto la puerta del baño, había sido un golpe demasiado fuerte. Emily corrió a fuera de su casa, eso era demasiado. ¿Se había vuelto loca? ¿Era la culpa lo que ocasionaba todo eso?
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