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“La ignorancia es la noche de la mente: una noche sin luna y sin estrellas”


Enviado por   •  28 de Mayo de 2016  •  Apuntes  •  5.549 Palabras (23 Páginas)  •  332 Visitas

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Creatividad e innovación: juntas pero no revueltas

Eduardo Martínez Jáuregui

“La ignorancia es la noche de la mente: una noche sin luna y

sin estrellas”

Confucio

reatividad empresarial o innovación empresarial? ¿Gerencia creativa o gerencia de la innovación? ¿Productos innovadores o productos creativos?   ¿Pensamiento   creativo   o   pensamiento   innovador?

¿C

¿Creatividad e innovación ó innovación y creatividad? ¿Qué es qué?

¿Los dos conceptos son la misma cosa? ¿Se pueden clasificar como

arte, ciencia, proceso o resultado? … creatividad e innovación son dos palabras que están de “moda” y probablemente se desconoce su significado o se usan con propiedad y se desconocen sus alcances.

Es común ver como se mezclan y se utilizan indiscriminadamente ambos términos para significar algo diferente, raro, disímil, novedoso o fuera de lo común. En algunos casos, ambas palabras se utilizan como un verbo cuando se contextualizan en el marco de un proceso o, como adjetivo calificativo cuando se entiende como atributo del resultado del proceso, de modo que se habla de “objeto innovador o de objeto creativo”. Dentro del argot popular, frecuentemente   ambos   términos   parecieran   ser   sinónimos   cuando   son utilizados de manera articulada en una frase el uno junto al otro “creatividad e innovación”.

A menudo, se asocia la innovación con una actividad relacionada con la creatividad, el azar o la inspiración de un momento. Pero estos elementos, que son esenciales, son sólo algunos de los componentes de un proceso más amplio (Terré I Ohme, 2002).

Como el ying al yang para el feng shui o como el hombre a la mujer en un matrimonio, la creatividad y la innovación comulgan en armonía, pertenecen a la misma familia, se nutren mutuamente. Cuando se articulan correctamente, su poder es infinito, pero tanto la una como la otra, tienen cada una su propia personalidad, su propio carácter y, aunque comparten algunas cosas, también expresan diferencias entre sí, que pueden ser sorprendentes.

Lo cierto es que desde hace algunos años, la innovación y la creatividad se han

puesto de “moda” en Latinoamérica, y en Colombia sus organizaciones se ha

visto en la necesidad de enfilar baterías en procura de mejorar sus prácticas competitivas, de optimizar su calidad y de renovar su productividad. Tanto la creatividad como la innovación se constituyen en la respuesta estratégica más conveniente del momento para estos tiempos de hipervelocidad mutante, pues son la mejor solución de los industriales, los gerentes y los gobernantes para aumentar ingresos, fortalecer sus economías y generar desarrollo.

Ha sido tan abrupta, desesperada y sorpresiva la necesidad de incorporar la innovación y la creatividad a las empresas, que no ha permitido a los CEO’s reflexionar sobre el tema lo suficiente como para evaluar su idoneidad antes de permitir su entrada a las empresas. En los centros educativos, los responsables de la educación, se sientan deslumbrados y procuran instaurar afanosamente la enseñanza de la creatividad a través de cátedras por presiones de los nuevos tiempos y el entorno cambiante. Preocupados por entender esta nueva ola, se suele apresurar el desarrollo de currículos diseñados para formar y potenciar mentes verdaderamente creativas. No obstante, ha faltado exploración y se ignora tanto de ambos temas que se cree que para competir en estos tiempos, sólo se requiere hacer cosas diferentes y se piensa que por hacerlas diferentes, ya se puede considerar que se está articulado en procesos de innovación o en procesos creativos que conducen indefectiblemente al éxito, sin comprender en lo más mínimo su naturaleza y su considerable complejidad.

Son muchos los textos de autores y estudiosos que hablan de estos dos temas sin el cuidado suficiente de dejar claras sus diferencias como para no confundir a sus lectores. En otros casos, el significado que les da a estos términos varía tanto de autor a autor que pareciera no existir un acuerdo claro que permita la comprensión correcta o, como lo expresa Erika Landau en  su libro  El vivir creativo,  en  referencia  a  al  término  creatividad,  “Son  justamente  los  distintos puntos de partida, supuestos y métodos de trabajo los que hacen difícil hallar un común denominador y combinar la pluralidad de los enfoques” (Landau, 1987).

No se pretende aquí zanjar dogmáticamente el problema del significado de estos  términos.  Se  trata  mas  bien,  de  observar  cuánto  ignoramos  sobre  el sentido y alcance correcto de estas dos palabras y cómo se utilizan cotidianamente de manera irreflexiva sin trazar una línea divisoria lo suficientemente perceptible entre ambos conceptos, dejando entrever nuestro desconocimiento en torno a la necesidad e importancia que tiene el entender su significado, sus diferencias y semejanzas y los puntos de convergencia. Con ello, se pretende dejar algunas bases que permiten abordar con mayor claridad la comprensión los temas que subyacen en estos conceptos, sobre todo para quienes están inmersos en los mundos de la creatividad y la innovación o, de alguna manera, se relacionan con este universo.

La creatividad

Según la 22ª edición del DRAE, la palabra creatividad significa “f. facultad de crear, f. facultad de creación”, lo que deja un sin sabor porque el enigma sigue

abierto. Sin embargo, indagando en las raíces del término podemos descubrir que la palabra creatividad viene de la vos latina creare, que significa generar, producir, dar a luz, parir, engendrar.

Así pues, si se toma la palabra creatividad desde el punto de vista de la ortodoxia católica, el único creador es Dios, que es origen, alfa y omega, principio y fin de todas las cosas. Pero en esta misma tradición, el hombre es creado a imagen y semejanza del creador, es decir, el hombre es creado como creador. Por lo general, en los grandes mitos de origen, los hombres son creados por el gran dios de los cielos o de las aguas o de los abismos o por algún demiurgo, como hacedor, como dominador o como transformador del mundo. En mitos muy antiguos, se reconoce en las comunidades el hacedor de la lluvia, el tallador de la madera, el tejedor de canastos, el curandero, el adivino, el cazador, el constructor de casas,  entre infinidad de oficios que  se creen de origen divino.

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