La lectura de Benito Juárez García
roquemontoyaTrabajo21 de Septiembre de 2012
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NOMBRE DEL ALUMNO____________________________________________________
ESCUELA__________________________________________________QUINTO GRADO
FECHA: 11 DE MARZO DE 2011
BENITO JUÁREZ
Benito Juárez García fue un indio zapoteca que nació el 21 de marzo de 1806 en el pueblo de San Pablo Guelatao, en el estado de Oaxaca.
Fue hijo de Marcelino Juárez y Brígida García. Quedó huérfano a los 4 años de edad y se dedicó a cuidar las ovejas de un tío suyo hasta que, a los 12 años, huyó y se fue a la ciudad d Oaxaca, donde encontró a su hermana, quién trabajaba sirviendo a la familia de Don Antonio Maza, padre adoptivo de la que mas tarde sería su esposa, Margarita Maza.
Aprendió a leer y escribir e ingresó al seminario de la Santa cruz en donde terminó su preparatoria; después, se inscribió en el Instituto de ciencias y Artes hasta que se tituló como abogado.
Defendió los derechos de las comunidades indígenas e inició su carrera política hasta convertirse en presidente de México.
Murió repentinamente de un ataque de angina de pecho el 18 de julio de 1872, en su alcoba del Palacio Nacional.
a) ¿Qué tipo de texto es el anterior?
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b) ¿Acerca de qué habla el segundo párrafo?
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c) Formar equipos y realicen una historieta de la vida de Benito Juárez, pueden consultar otras fuentes para enriquecer su historieta. (publicar la historieta en el periódico mura del aula o escuela).
NOMBRE DEL ALUMNO____________________________________________________
ESCUELA__________________________________________________QUINTO GRADO
FECHA:14 DE MARZO DE 2011
EL ÁRBOL MÁGICO
En el centro de una placita, en el pueblo, había un precioso árbol. El árbol tenía ramas muy largas para los costados y también para arriba. Parecía un poquito unos brazos locos que invitaban a los niños a subirse a él.
Pero el árbol, que ya era muy viejito, porque tenía 103 años, estaba un poquito triste. Resultaba ser, que de tan abuelito que era, de tan tan pero requete tan gordo que estaba - Había bebido mucha lluvia decían - , le pusieron una cerca a su alrededor...con un cartel. Pero como el no sabía leer... Estaba más y más triste porque era un abuelito sin la alegría de sus chiquitos.
Un día escuchó el árbol - porque saben oír muy bien ellos, eh! - que alguien leía el cartelito: - Árbol centenario. Monumento histórico nacional. Plantado por.....
Pero al árbol no le interesaba nada esas cosas, el quería oír risas y sentir cómo se trepaban los chicos... oír los secretos que le contaban... pero no le gustaba nada cuando las personas grandes le hacían daño, escribiéndolo o rompiéndolo.
Tanto tiempo había pasado... que el árbol ya se había cansado de esperar.
Cuando esa tarde de primavera, un chiquito, de unos 10 años, pasó la cerca ! Qué contento se puso el árbol...Tanto, que escuchen bien lo que pasó:
El chiquito fue a buscar a otro amigo para no estar tan solito. Treparon a una rama que iba para el costado del sol y se quedaron recostados contándose cosas... pequeños secretos de cosas que les gustaría hacer.
El árbol escuchaba todo y se reía con sus hojas alegres. Entonces pensó que sería una linda idea hacer un poquito de magia.
El chiquito que primero había trepado se llamaba Guillermo, el otro Agustín. Guillermo le contó a Agustín que él quería poder ganar muchas veces a las bolitas para que Jorge no se riera más de él en el colegio, y así Carlota se haría su amiga.
Al día siguiente misteriosamente, Guillermo ganó en todos los recreos a las bolitas y Carlota le dijo que lo había hecho muy bien y le regaló una bolita preciosa. Guillermo estaba muy contento y guardó esa bolita como "la bolita de la buena suerte"
Esa misma tarde, después del colegio, fue saltando y cantando de alegría al árbol, a encontrarse con Agustín y le contó todo lo que pasó.
Así, el árbol escuchó todo y estaba muy feliz, ahora se reía muy fuerte con sus ramitas y sus hojas... - ¡La magia funcionó! se dijo el árbol.
Agustín también le contó lo que quería hacer con muchas ganas y fue así como el árbol abuelito se convirtió en el ÁRBOL MÁGICO, el que concedería los sueños.
1. El árbol del que habla la lectura era muy viejito y no le gustaba nada:
A) Que los niños se subieran a sus ramas.
B) Que las personas grandes le hicieran daño.
C) Que le tocaran las ramas largas que tenía hacia los costados.
D) Que le pusieran una cerca a su alrededor.
2. El texto se refiere a un árbol que:
A) Quería que se acercaran los niños y jugaran en sus ramas.
B) Quería que se acercaran los niños a mirarlo.
C) Quería que lo visitaran las personas grandes.
D) Quería aprender magia para ser “el árbol mágico”.
3. ¿Qué crees que hubiera sucedido si Guillermo y Agustín no hubieran trepado al árbol?
A) No le hubieran crecido más ramas al árbol.
B) Ya no lo hubieran visitado más niños.
C) Hubiera muerto por la tristeza.
D) Habría dejado de hacer magia.
4. ACTIVIDAD SOCIAL: Basándote en la lectura, realiza una campaña en tu escuela sobre lo que consideres debe ser el cuidado de la naturaleza y en especial el cuidado de este tipo de arboles.
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ESCUELA__________________________________________________QUINTO GRADO
FECHA: 22 DE MARZO DE 2011
JUÁREZ CON LA REPÚBLICA BAJO EL BRAZO
Él es Benito Juárez, mi marido. Era muy serio y muy bueno. Frecuentaba la casa de mis padres, en la ciudad de Oaxaca, donde siempre fue bien recibido.
Años atrás, Benito había ayudado a mi padre en el cuidado de la grana cochinilla. Cuando cumplí 17 años nos casamos; Nito era veinte años mayor que yo. Tuvimos 12 hijos, y juntos vivimos tiempos difíciles y peligrosos.
Benito Juárez era el presidente de la República cuando las tropas francesas, enviadas por Napoleón III invadieron el país en 1862. Francia quería imponer una monarquía en México. La patria mexicana, desgastada, no tenía recursos ni soldados suficientes para hacer frente al poderoso ejército invasor, por lo tanto, antes de que entraran las tropas extranjeras a la ciudad de México, mi esposo dispuso que la ciudad de San Luis Potosí fuera la capital provisional de la República.
Así, el presidente Juárez, los miembros de su gabinete, mis hijos y yo, iniciamos un viaje hacia el norte del país en una pesada y lenta diligencia.
Mientras durara la intervención, Juárez pondría a salvo la República y trasladaría su gobierno cuantas veces fuera necesario. El presidente había jurado combatir sin descanso a los invasores extranjeros.
El carruaje de Juárez, tirado por las mulas Venus y Canaria, se convirtió en el palacio nacional del gobierno de la República. Ahí dentro, el presidente Juárez llevaba todo lo necesario: la Constitución de 1857, una copia de las Leyes de Reforma y por supuesto, la bandera de la República Mexicana. Cargaba también con reloj, tintero, pluma, anteojos y los cepillitos para limpiar su levita negra.
Atrás del carruaje, en nuestra diligencia viajaba yo con mis nueve hijos y mi yerno Pedro. Mis hijas mayores -Manuela, Felícitas, Margarita y Soledad- ayudaban a cuidar a sus hermanitos: Benito, María de Jesús, Josefa, José María y Francisca. Cuando salimos de México mi hija mayor tenía 19 años y la más chiquita apenas había cumplido cuatro añitos. La seguridad de la caravana estaba custodiada por cincuenta hombres armados.
Corría el mes de mayo de 1863 y comenzaba la estación de lluvias. El país era inseguro; en la soledad del campo se escondían muchos bandidos. A esto se le añadía el terrible estado de los caminos, casi intransitables, y el horror a la enfermedad del cólera. Las ruedas de nuestra diligencia circulaban lentamente por el único y polvoriento camino, el Camino Real, que unía la Ciudad de México con el norte del país.
Atravesamos barrancos sin puentes, pasamos sobre rocas desmoronadas y troncos abandonados, por pantanos y zanjas y lodazales que nos cortaban la marcha. Cuando teníamos miedo, Juárez ponía orden y nos tranquilizaba con su fórmula mágica: “no tengan cuidado, no tengan cuidado”. Mi hija Nela y yo estábamos embarazadas. Nuestros hijos María y Antonio, nacieron en el camino.
La patria también sufría el horror de la guerra. El presidente Juárez dijo a su nación: “¡Mexicanos!, ¡Unámonos! ¿Qué puede esperar del ejército invasor cuando les pongamos por ejército a todo nuestro pueblo y por campo de batalla nuestro enorme país?
El ejército invasor nos empujaba cada vez más al norte del país. Llegamos a Saltillo, Coahuila y continuamos hasta Monterrey,
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