ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

La tabla rasa del Movimiento Moderno

tmartines007Ensayo30 de Julio de 2012

547 Palabras (3 Páginas)702 Visitas

Página 1 de 3

Por: Arq. Juan Manuel Casas García

Año de 1981: La tabla rasa del Movimiento Moderno

llegó 40 años tarde a Monterrey. Promocionada como

“La Obra del Siglo”, la Macroplaza dio comienzo entre el

aplauso generalizado que ensordeció la oposición de varios

ciudadanos. En un lapso de tiempo tan corto que aún

hoy sorprende (sólo tres años), se realizó este proyecto

contra todas las adversidades, habiendo sido acaso las

políticas y económicas las más duras (recuérdese la devaluación

de 1982).

Cuando acabó su sexenio el Gobernador Alfonso Martínez

Domínguez en 1985, el centro de la ciudad era ya

uno muy distinto; irreversible el cambio.

Un total de 20 manzanas del corazón de la ciudad fueron

rasuradas hasta dejarlas en tierra inerte. Donde hubo

tejido arquitectónico se convirtió por un momento en páramo,

para luego dar lugar a la plaza. Los adjetivos calificativos

que se esgrimían en aquellos años para justificar

la ejecución del proyecto a costa de la desaparición del

patrimonio arquitectónico que ahí había, en la actualidad

se antojan ingenuos y reduccionistas: “viejo”, “decadente”,

“apiñado”, “sucio”, “antihigiénico”, “lacra”, “deprimido”, “rezagado”,

etcétera.

Animan el humor frases como “callejuelas angostas y

tortuosas”, ¡Aunque esas dimensiones y trazo eran herencia

directa del más remoto pasado virreinal! En Guanajuato,

Zacatecas, Barcelona o Carcassonne nadie se

ha quejado de esos “defectos” en las calles o “sucias torterías,

taquerías e insalubres restaurantes”, como si hoy

tal cosa hubiera que buscarse con lupa.

Asombra también que dos décadas después los mismos

conceptos aparezcan en la paupérrima e irresponsable

definición que da Wikipedia acerca de la Macroplaza:

“...antes de la construcción de la macroplaza (sic), el centro

de Monterrey tenía (sic) calles extremadamente angostas

y edificaciones deprimentes...” El siguiente párrafo

de esa definición es el único que toca algo relacionado

con el patrimonio arquitectónico: Los edificios públicos y

las joyas arquitectónicas se ahogaban en aquel hacinamiento.

El Palacio de Gobierno, en su plaza de reducidas

proporciones, estaba anulado y carecía de espacio para

mostrar sus líneas señoriales. La Catedral estaba rodeada

por vetustas casas y talleres que le restaban magnificencia

y la ocultaban. Otros habían sido desviados de

su función: la antigua Capilla de los Dulces Nombres se

utilizaba como bodega burocrática. La visión de lo arquitectónicamente

valioso impresa aquí es, infortunadamente

aún 20 años después, la de muchos que tienen en

sus manos la posibilidad de hacer algo encomiable por

nuestra ciudad. Se habla de las “joyas”, es decir, de lo

más emblemático, de lo único, de aquello que ocupa el

grado superlativo en la escala de valores patrimoniales

de cualquier urbe, ocultando que el paisaje urbano está

hecho de generalidades, no de excepciones.

Nueva York sigue siendo Nueva York sin las Torres Gemelas,

una de sus “joyas arquitectónicas” por años. París

no es la Torre Eiffel ni el Arco del Triunfo, pues lo seguirá

siendo aun si desaparecieran estas “joyas”. Esas “vetustas

casas” que rodeaban a la Catedral en Monterrey databan

del Siglo XIX, y unas pocas hasta del XVIII. ¿Qué

era eso? Simplemente una parte medular de la identidad

de Monterrey.

La Macroplaza es el más prístino ejemplo

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (4 Kb)
Leer 2 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com