La Ética en la Educación Virtual a Consecuencia de la Pandemia

La Ética en la Educación Virtual a Consecuencia de la Pandemia

     Con el surgimiento del coronavirus nos encontramos en una situación que ha originado bastantes cambios en la sociedad. Son varios los sectores que han recurrido a la búsqueda de soluciones, respetando las recomendaciones de salubridad, para poder hacer frente a esta crisis mundial. Uno de esos sectores es la educación que gracias a la pandemia dio auge a la educación virtual. En este sentido surgen algunas inquietudes en el ámbito de los valores éticos y su aplicación en la vida tecnológica. Un código de ética genera en los estudiantes una posición moral que influye a la hora de la realización de sus trabajos para impulsarlos hacia una formación disciplinada, sintética, creativa, respetuosa y ética para poder enfrentar los retos que se presentarán a futuro.

     Las instituciones educativas virtuales tienen frente a sí el gran reto de establecer una serie de principios y valores que normen el proceso educativo y a la vez lo encaminen hacia la aplicación de la ética en todas las actividades que se realicen, tanto por parte de los docentes como de los estudiantes. Según Martínez (2014) el código de ética resulta innovador, pues busca permear en diferentes niveles cognitivos el desarrollo de los valores y principios éticos, tanto para los estudiantes como para los profesores que participan en un entorno virtual de aprendizaje.

     Los valores modelan nuestra conciencia y nuestro comportamiento. Sentimos su presencia en nuestras acciones cotidianas, en nuestra conciencia, y constatamos su realidad a partir de nuestras vivencias más íntimas, es decir, aquellas que marcan nuestra conducta. Una ética de la vida se dirige a toda la humanidad exigiendo una “responsabilidad global” que se oriente a cooperar en la promoción de la justicia y la equidad y donde se dé primacía a esas voces del Otro sufriente (Novoa & Pirella, 2020).

     La ética es importante en la educación virtual, porque prevalece y se trasmite en el tiempo dinámicamente, por lo que es conocida y actualizada. Nos encontramos en un mundo de lo tecnológico pues ya no vivimos dentro de la naturaleza sino dentro de una tecnosfera, rodeada de la biosfera, como resultado precisamente de la acción humana en los avances tecnológicos (Rivera Piragauta & De Oliveira, 2020). Por eso la educación debería asumir la responsabilidad ética de calidad, aunque esta se encuentre en un campo frágil de definición y para ello se debe asumir la ética como un carácter de plenitud.

     Todas las personas tienen decisión propia acerca de las cosas que contribuyen a sus acciones y decisiones morales. La reducción de la ética nos hace dar cuenta que estamos realmente en un mundo empobrecido. Según Rivera y de Oliveira (2017) si el ser humano, sujeto de la educación ha transformado sus características, entonces la educación debe adaptar y ofrecer elementos formativos acorde a los cambios surgiendo la necesidad de que desde la ética se propongan parámetros claros y tangibles para orientar los entornos virtuales.

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