Las Familias Del Futuro
Mariiieeeel8 de Junio de 2014
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CAPITULO XVII
FAMILIAS DEL FUTURO
Durante la gran depresión de los años 30, millones de hombres se quedaron sin trabajo. Al cerrarse ante ellos las puertas de las fábricas, muchos se desplomaron en abismos de desesperación y culpabilidad, quebrantada su autoestima por la rosada papeleta de despido.
Finalmente, el desempleo pasó a ser visto a una luz más sensata, no como resultado de la holgazanería o el fracaso moral del individuo, sino de fuerzas gigantescas que escapaban al control de la persona. La mala distribución de la riqueza, la inversión miope, la especulación desatada, políticas comerciales estúpidas, un Gobierno inepto... ésas, no la debilidad personal de los obreros despedidos, eran las causas del desempleo. Los sentimientos de culpabilidad eran, en la mayor parte de los casos, ingenuamente inapropiados.
Hoy, una vez más, los egos individuales se están rompiendo como cascarones de huevos lanzados contra la pared. Ahora, sin embargo, la culpabilidad está asociada al derrumbamiento de la familia nuclear, más que de la economía. Millones de hombres y mujeres sufren también los tormentos del autorreproche mientras emergen de entre los restos de sus matrimonios naufragados. Y, una vez más, gran parte de la culpabilidad se encuentra erróneamente asignada.
Cuando es una pequeña minoría la afectada, el resquebrajamiento de sus familias puede que refleje la existencia de fracasos individuales. Pero cuando el divorcio, la separación y otras formas de desastre familiar alcanzan simultáneamente a millones de personas en muchos países, es absurdo pensar que las causas sean puramente personales.
De hecho, la actual quiebra de la familia forma parte de la crisis general del industrialismo... el derrumbamiento de todas las instituciones levantadas por la segunda ola. Forma parte del despeje del terreno para dejar lugar a una sociosfera de tercera ola. Y este traumático proceso, reflejado en nuestras vidas individuales es lo que está alterando el sistema familiar hasta hacerlo irreconocible.
En la actualidad se nos dice repetidamente que "la familia" se está disgregando, o que "la familia" constituye nuestro problema número uno. El presidente Jimmy Cárter declara: "Es evidente que el Gobierno nacional debe tener una política favorable a la familia... No puede haber ninguna prioridad más urgente." Trátese de predicadores, Primeros Ministros o de la Prensa, la piadosa retórica resulta en todos los casos muy semejante. Pero cuando hablan de "la familia" no se refieren a la familia en toda su exuberante variedad de formas posibles, sino a un tipo particular de familia: la familia de la segunda ola.
En lo que realmente suelen estar pensando es en un marido dedicado a ganar el pan, una esposa ama de casa y varios hijos pequeños. Aunque existen otros muchos tipos de familia, fue esta particular forma familiar -la familia nuclearia que la civilización de la segunda ola idealizó, hizo dominante y extendió por todo el mundo.
Este tipo de familia se convirtió en el modelo clásico y socialmente aprobado porque su estructura se ajustaba perfectamente a las necesidades de una sociedad de producción en serie, con valores y estilos de vida ampliamente compartidos, poder burocrático jerárquico y una clara separación entre vida hogareña y vida laboral.
Hoy, cuando las autoridades nos instan a "restaurar" la familia, es a esta familia nuclear de segunda ola a la que se refieren de ordinario. Y, con ello, no sólo yerran en el diagnóstico del problema, sino que revelan también una pueril ingenuidad con respecto a las medidas que realmente sería preciso adoptar para devolver a la familia nuclear su antigua importancia.
Así, las autoridades culpan frenéticamente de la crisis de la familia a todo, desde los "mercaderes de obscenidad", hasta la música rock. Unos dicen que la oposición al aborto, o la eliminación de la educación sexual, o la resistencia al feminismo, volverá a unir de nuevo a la familia. O preconizan la realización de cursos de "educación familiar". El principal estadístico del Gobierno de los Estados Unidos sobre asuntos familiares desea "educación más eficaz" para enseñar a la gente a casarse con más acierto, o, si no, un "sistema atractivo y científicamente comprobado para la selección de cónyuge". Lo que necesitamos -dicen otros- son más consejeros matrimoniales e incluso más relaciones públicas para dar una mejor imagen a la familia. Ciegos a las formas en que las olas históricas de cambio influyen sobre nosotros, formulan propuestas bien intencionadas y, con frecuencia, necias que fallan por completo el blanco.
LA CAMPAÑA PRO FAMILIA NUCLEAR
Si realmente queremos devolver a la familia nuclear su anterior predominio, hay cosas que podríamos hacer. He aquí unas cuantas:
1. Inmovilizar toda la tecnología en su estadio de segunda ola para mantener una sociedad de producción en serie basada en la fábrica. Empezar destrozando el computador. El computador constituye una amenaza a la familia de segunda ola mayor que todas las leyes de aborto, movimientos en favor de los derechos de los homosexuales y pornografías del mundo, pues la familia nuclear necesita el sistema de producción en serie para mantener su dominio, y el computador nos está llevando más allá de la producción en serie.
2. Subvencionar la fabricación y detener el auge del sector de servicios en la economía. Los trabajadores administrativos, profesionales y técnicos, son menos tradicionales, menos orientados hacia la familia, más móviles intelectual y psicológicamente que los trabajadores manuales. Las tasas de divorcio se han "elevado al mismo tiempo que aumentaba el número de personas empleadas en el sector servicios.
3. "Resolver" la crisis de la energía aplicando procesos energéticos nucleares y otros de alta centralización. La familia nuclear encaja mejor en una sociedad Centralizada que en una descentralizada, y los sistemas energéticos afectan profundamente al grado de centralización social y política.
4. Prohibir los medios de comunicación crecientemente desmasificados, empezando por la televisión por cable y la cassette, pero sin pasar por alto las revistas locales y regionales. Las familias nucleares se desenvuelven mejor donde existe un consenso nacional sobre la información y los valores, no en una sociedad basada en una acusada diversidad. Aunque algunos críticos atacan ingenuamente a los medios de comunicación por socavar la familia, fueron los medios de comunicación quienes primero idealizaron la forma de familia nuclear.
5. Obligar a las mujeres a volver a la cocina. Reducir al mínimo absoluto los salarios de las mujeres. Reforzar, más que mitigar, los requisitos de antigüedad sindical para asegurar que las mujeres resulten más perjudicadas en la fuerza de trabajo. La familia nuclear no tiene ningún núcleo cuando no se queda ningún adulto en el hogar. (Naturalmente, se podría conseguir el mismo resultado invirtiendo las cosas, permitiendo a las mujeres trabajar mientras se obligaba a los hombres a permanecer en casa y cuidar de los hijos.)
6. Simultáneamente, reducir los salarios de los trabajadores jóvenes para hacerlos más dependientes, y durante más tiempo, de sus familias... y, en consecuencia, menos independientes psicológicamente. La familia nuclear se desnucleariza más aún cuando los jóvenes escapan al control paternal para acudir si trabajo.
7. Prohibir la contracepción e investigar la biología reproductiva. Ambas cosas favorecen la independencia de las mujeres y la actividad sexual extraconyugal, con un efecto relajador de los lazos familiares.
8. Reducir el nivel de vida de toda la sociedad a los niveles anteriores a 1935, ya que la opulencia permite que personas solteras, divorciadas, mujeres trabajadoras y otros individuos carentes de lazos familiares "se valgan" económicamente por sí solos. La familia nuclear necesita un punto de pobreza (no demasiado, ni demasiado poco) para mantenerse.
9. Finalmente, remasificar nuestra sociedad interrumpiendo su rápida desmasificación mediante la oposición a todos los cambios -en política, artes, educación, comercio u otros campos - que lleven a la diversidad, la libertad de movimientos e ideas o a la individualidad. La familia nuclear se mantiene dominante sólo en una sociedad de masas.
En suma, esto es lo que tendría que ser una política favorable a la familia si insistimos en definir a la familia como nuclear. Si verdaderamente deseamos restaurar la civilización de la segunda ola, habremos de estar dispuestos a restaurar la civilización de la segunda ola como un todo, a inmovilizar no sólo la tecnología, sino también la historia misma.
Pues lo que estamos presenciando no es la muerte de la familia como tal, sino la quiebra final del sistema familiar de la segunda ola, en el que se suponía que todas las familias emulaban el idealizado modelo nuclear, y la aparición en su lugar de una diversidad de formas familiares. Así como estamos desmasificando nuestros medios de comunicación y nuestra producción, estamos desmasificando también el sistema familiar en el tránsito a una civilización de tercera ola.
ESTILOS DE VIDA NO NUCLEARES
La llegada de la tercera ola no significa, naturalmente, el fin de la familia nuclear, como tampoco la llegada de la segunda ola significó el fin de la familia ampliada. Lo que significa es que la familia nuclear no puede ya servir de modelo ideal para la sociedad.
El hecho, no suficientemente valorado, es que, al menos en los Estados Unidos, donde más avanzada está la tercera ola, la mayoría de
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