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Las Nalguitas De Mi Abuela


Enviado por   •  2 de Julio de 2013  •  3.515 Palabras (15 Páginas)  •  397 Visitas

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Del gesto, del vestido y de la mirada

La ciencia moderna ha puesto en evidencia ese carácter semiótico de nuestras actitudes y de nuestras creencias, de las formas que empleamos para asumir lo cotidiano y enviar mensajes con gestos, vestimenta, alimentos, distancias, etc.

En el ámbito de la comunicación no verbal, el aspecto es, sin duda, la señal que más influye en las percepciones, tanto en las reacciones de todos los individuos en general como en las de cada uno en particular. (Squicciarino, 1990, p.33), de ahí la importancia que cobra cada día más en nuestra sociedad el llamado cuidado de la imagen. En una entrevista para concursar por un trabajo, el candidato o candidata debe cuidar la presencia personal; saber elegir la ropa, si debe o no llevar ornamentos (según sea el empleo, un joven con argollas en las orejas podría quedar descalificado, etc.)

Los gestos y la mirada pueden ser determinantes en las distintas situaciones sociales por las que suelen atravesar los individuos cuando se trata de abrirse espacio en la competencia laboral o simplemente ser escogidos por el grupo, acción que siempre buscan los seres humanos como parte del equilibrio emocional que brinda el ser aceptados por los otros. Los niños por sus padres y familiares; los jóvenes en sus grupos de estudio y recreación, etc.

Veamos cuando los gestos envían distinta naturaleza de mensajes. La tensión o distensión de los músculos del rostro puede indicar el estado anímico de la persona. Observamos el ejemplo que da Morris, cuando solicita que veamos al invitado a un programa de televisión en directo. En el momento de aparecer en el estudio, no puede evitar la sensación de sentirse amenazado por millones de personas que van a estudiarle críticamente. Surge el miedo y su cuerpo se prepara automáticamente para escapar. Cuando se sienta en la silla y empieza a contestar a las preguntas que le hacen, su cuerpo sigue psicológicamente preparado para la huida; aunque intente vanamente aparecer relajado y cómodo, a pesar de sus esfuerzos, las pistas son claras. Lo más difícil de controlar es el ritmo de la respiración; aunque sea un actor profesional, acostumbrado a disciplinar su cuerpo, siempre habrá un movimiento delator del pecho, que subirá y bajará rápida y profundamente de lo normal. Si se esfuerza en acomodarse profunda y despreocupadamente en el asiento, ese movimiento del pecho será todavía más incongruente con la postura, y sólo llevando un traje amplio podrá evitar que se note. Además, los cambios en el sistema sanguíneo habrán retirado la sangre de su piel, dejándolo pálido (aunque aquí puede aparecer como salvación el maquillador. Más difícil es ocultar la invasión de los gestos en el rostro, los pequeños movimientos de labios y lengua, que intentan reemplazar la saliva que ya se produce en circunstancias normales. Los músculos que la afluencia de sangre había preparado para su acción combativa están ahora tensos, tornando rígida la figura, y obligándole a leves movimientos de los miembros que se estrechan unos contra otros. Pueden ser las manos, fuertemente unidas, o las piernas cruzadas con cierta presión, o ambas cosas al mismo tiempo (Morris, 1980. p. 161). Todas las señales que despidió el personaje en la sala del estudio de televisión se convirtieron en signos, y éstos se ordenaron (codificaron) en mensajes que dieron cuenta a los receptores del nerviosismo de que pudo ser víctima el invitado'.

La experiencia social suele ser de doble tipo: lógica y afectiva. De la lógica proceden los signos que indican la ubicación social del individuo, su grupo, jerarquía y la organización política, económica, institucional y cultural de la que procede. En el campo de la experiencia afectiva hablamos de lo particular, es decir, de las emociones, sentimientos, manejo de pasiones, de su psiquis en relación consigo mismo y con otros individuos del grupo.

Está claro que los códigos sociales constituyen una organización y una significación de la sociedad. La vida social es un "juego" donde cada quien interpreta su papel y el signo social es, entonces, en general, un signo de participación; el receptor del mensaje debe manejar el código de interpretación 'para reconstruir el significado de lo dicho por los signos recibidos y en ese manejo de conocer el significado de los signos los individuos también podrían equivocarse. Nos parece importante cerrar este apartado del gesto, del vestido y la mirada, con una anécdota que ilustra bien nuestra última afirmación. Se trata de un relato que muestra la relevancia que puede adquirir en determinados momentos de la vida y de un equis contexto, "dar apariencia exótica por la vestimenta y las maneras particulares de actuar". Cuenta un estudioso del paisaje urbano (A. Silva. 1991, p. 81), que en una pequeña ciudad de Colombia llamada Neiva, se popularizó entre sus pobladores el caso del embajador de la India, relato seleccionado como el suceso más importante en los últimos 10 años de la historia de la ciudad. Se trata de un vecino de la ciudad quien un día, al encontrarse en viaje de regreso a Neiva en un modesto bus de servicio, fue interrogado sobre su procedencia, por algunos paisanos que ocasionalmente viajaban con él, pues lo veían un tanto exótico en su vestimenta, sus gestos y manera particulares de actuar. Al viajero, que venía de estudiar teatro en Bogotá, le dio por decir que se trataba nada menos que del embajador de la India. Para consumar más el engaño, no sólo echó mano a gestos, saludos, miradas de realeza y modales refinados, sino que habló medio trabado en inglés, con mezcla de griego y latín, pues también había sido seminarista y todo esto fue bien aprovechado para rendir testimonio de su condición de extranjero. Los paisanos regaron el cuento como "rumor del pueblo" y las máximas autoridades corrieron a su encuentro, lo hospedaron en el mejor hotel de la ciudad y lo llenaron de regalos y hermosos tributos elaborados por manos delicadas de las primeras damas de la sociedad.

El supuesto embajador engañó a todo el mundo y luego se marchó de la ciudad. Se cuenta que posteriormente lanzó otra de sus hábiles maniobras en otra ciudad

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